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Trifonia Melibea (i) y Juan Gabas. Juan Valbuena
Del retrato colonial al Instagram de Teodorín

Del retrato colonial al Instagram de Teodorín

La historia de Guinea Ecuatorial es contada desde la llegada de los españoles por el fotógrafo Juan Valbuena en 'Ojos que no ven'

Doménico Chiappe

Martes, 3 de julio 2018, 00:07

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Hace 50 años se independizó la última colonia española en el mundo. Nacía Guinea Ecuatorial, como una república auspiciada por la dictadura franquista. Al ganar las elecciones Francisco Macías, la pretendida transferencia paulatina de gobierno se rompió y los 7.000 españoles, colonizadores huyeron de urgencia, con lo puesto, hacinados en barcos enviados para salvarles. Reconvertido en comunista, Macías instauró una sangrienta y ruinosa dictadura. «Desaparecen las cámaras de fotos y de escribir, la palabra intelectual, las gafas», relata Juan Valbuena, fotógrafo que hace dos años inició un profundo trabajo sobre lo que existe de Guinea Ecuatorial en España y lo español que pervive en la excolonia.

Mientras Guinea Ecuatorial se encerraba en sí misma, Franco decretaba que todo aquello era 'materia reservada'. «Una década después, Obiang llega al poder con un golpe de Estado, promocionado por el franquismo, y nunca instaura la democracia ni los derechos humanos», afirma Valbuena, que esta semana inauguró la exposición 'Ojos que no ven' y editó un periódico tabloide de cinco cuerpos y más de cien páginas, con su investigación.

La historia de Valbuena con Guinea se inicia en 1986 en el barrio de la Esperanza de Madrid. Como Obiang recobra el apoyo español, la elite y la clase media, con el respaldo de la agencia de cooperación, envía a sus hijos a estudiar en España. Uno de ellos se inscribe en el colegio de Valbuena y ambos establecen una amistad con la fuerza de los doce años. «Oigo sobre Guinea cuando a mi barrio llega un negro que habla muy bien español, llamaba la atención, la gente no comprendía», recuerda Valbuena. «Cuando me hago fotógrafo tengo el país de mi amigo en la cabeza. Quería buscar las imágenes y las palabras escondidas allí, y liberarlas», afirma.

Hace dos años, gracias a una beca de periodismo, Valbuena, que también es editor y docente, se dedica casi en exclusiva al tema guineano. Empieza a acumular entrevistas, documentos, imágenes. Gestiona los permisos para proseguir en África. Se compra un móvil con una buena cámara, para hacer, a escondidas, las fotografías de calle. Bucea en los archivos y en el Instagram de Teodorín, el hijo mayor de Obiang.

La historia de la historia

«Es la historia y las historias que quiero contar en orden cronológico», asegura. Desde 1778 hasta la semana pasada, cuando el previsible sucesor del dictador se fue de juerga a Las Vegas, la historia de una relación binacional repleta de altibajos se relata en cinco partes: la primera, desde que los portugueses intercambian con la corona española unas islas, mina de esclavos, por el sur de Brasil.

Años después, en 1883, la corona encarga la evangelización a los Claretianos. «Es una colonización de la que tenemos fotos, porque siempre uno de ellos ejerce de cronista. En ese entonces, el padre Ramón Albanell. Como si tuviéramos las fotos de Hernán Cortés. Son reportajes corporativos, pero de muy buena factura desde el punto de vista del fotorreportaje», detalla el autor. Para analizar esas imágenes Valbuena establece un método que denomina 'zona de contacto': en cuántas, y de qué manera, un blanco y un negro se tocan. «Son muy escasas las ocasiones, y suelen tener carácter paternalista», dice.

En 1968 empieza el tercer periodo, cuando España renuncia al protectorado, camuflado como 'provincia', y Macías llega al poder. Otra fase ocurre una década después, y por veinte años, la de la «esperanza democrática», con Obiang, que lidera también el último estadio, diluidas sus promesas de apertura en la riqueza petrolera recién encontrada y mal repartida.

Para hablar de Guinea Ecuatorial, Valbuena rastrea a los colonos que todavía están vivos, como José Gabás, el último capataz de una finca de cacao, que vive en el Valle de Benasque, el punto del Pirineo aragonés de donde salieron casi todos los 'finqueros'; y a José Menéndez, registrador de la propiedad de un territorio donde la mayor parte era 'bosque del Estado'. Pero también, y al otro lado del mundo, a Trifonia Melibea, la más joven miembro de la Real Academia de la Lengua guineana.

«Estoy convencido de que la liberación de la información acabará con el régimen», dice Valbuena, mientras observa el montaje de su exposición en la sala Efti, que acaba con las imágenes de Teodorín. «Una autorrepresentación sin complejos», concluye.

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