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Manuel Erice posa con el Capitolio al fondo.
«Trump es un pragmático que sólo conoce una ideología: Trump»

«Trump es un pragmático que sólo conoce una ideología: Trump»

Manuel Erice analiza la campaña que llevó al magnate a la Casa Blanca en un libro titulado 'Trump. El triunfo del showman'

Óscar Bellot

Domingo, 12 de febrero 2017, 00:31

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¿Cómo es posible que un hombre que desafió todos los convencionalismos, que insultó a diestro y siniestro a amplias capas de votantes y que carecía de cualquier experiencia en el terreno de la política alcanzase la máxima magistratura del país que desde su fundación ha presumido de ser el gran faro de la democracia? Más aún, ¿cómo logró hacerlo cuando la gran mayoría de los expertos llevaban meses vaticinando su derrota? ¿Qué es lo que ocurrirá ahora que está sentado en el Despacho Oval? ¿Se mantendrán en pie las viejas alianzas? ¿Resistirá la arquitectura constitucional las embestidas de un presidente que ha iniciado su mandato arremetiendo contra el poder judicial? A estas y otras muchas preguntas responde Manuel Erice, corresponsal del diario ABC en Washington, en su libro 'Trump. El triunfo del showman' (Ediciones Encuentro), que ya está disponible en todas las librerías y plataformas digitales.

La obra, escrita con la colaboración de la también periodista Muni Jensen y prologada por Javier Rupérez, exembajador de España en Estados Unidos, es el fruto de largas jornadas de trabajo cubriendo la campaña más extraña que se recuerda, protagonizada por dos candidatos que suscitaban un fuerte rechazo y que obligó a numerosos electores a elegir entre el mal menor. De un lado, un multimillonario irascible e impredecible que desafió a su propio partido y acabó rindiéndole por la vía de los hechos. Del otro, una antigua primera dama, exsenadora y ex secretaria de Estado definida por el presidente saliente como la postulante más preparada de la historia pero con escaso carisma y una nula capacidad de empatía. Ganó ésta el voto popular por casi tres millones de sufragios, pero perdió en el colegio electoral, lo que contaba al fin y al cabo.

Cuando Trump irrumpió en la campaña, pocos le tomaron en serio. "Para el establishment acomodado, incapaz de ver lo que ocurría a su alrededor, era impensable que alguien con un lenguaje vulgar y que se comportaba como un showman pudiera ser tenido en cuenta por la mayoría de los votantes", señala el autor, que hace autocrítica: "Los medios también fueron parte de ese establishment ombliguista y se solaparon en exceso con lo que decían las encuestas". El papel desempeñado por la prensa en lo ocurrido centra una parte importante del volumen. Trump se aprovechó de los medios para lograr publicidad gratuita y éstos del magnate para incrementar su audiencia, aunque con ello "se engordase al 'monstruo'". Muchos hicieron suya la sentencia del presidente de una de las grandes cadenas estadounidenses: "Puede que esto no sea bueno para América; pero es condenadamente bueno para la CBS". A medida que evolucionaba la campaña, los emporios mediáticos comenzaron a darse cuenta del peligro que se cernía y trataron de desactivarlo, hasta el punto de cometer "excesos", apunta Erice. No funcionó. El resultado del 8 de noviembre fue un nuevo golpe al llamado cuarto poder. "El problema de fondo es nuestra credibilidad", reconoce el periodista, que cita como algunas de sus causas "la falta de rentabilidad" de las empresas y las "malas decisiones profesionales". Aunque, puntualiza, "tampoco es fácil reaccionar a alguien que busca una guerra diaria y directa contigo". "Trump supo llevar la campaña al barro, y los medios todavía no han aprendido a contrarrestarlo", agrega.

El candidato republicano se adueñó del escenario e impuso sus reglas. "Con las técnicas de reality show que aprendió con más de diez años al frente de su programa, dominó completamente el ciclo informativo. Aunque fuese para hablar mal de él, siempre era noticia", expone Erice. Y halló en las redes sociales un arma que nunca antes había sido manejada con tanta solvencia. "¿Qué se puede hacer para cubrir periodísticamente a un presidente -antes candidato- que marca la agenda informativa desde Twitter a las cinco de la mañana? En eso estamos", añade.

Contrariamente a quienes otorgan más valor a los errores de Clinton que a los aciertos de Trump en el veredicto de las urnas, el periodista incide en los méritos del republicano. "Sabía que sus posibilidades de victoria estaban en los estados industriales que llevaban décadas votando al candidato demócrata. Y armó una campaña con pocos mensajes, pero muy claros y directos, hacia ese votante", remarca. "El gran error de Hillary Clinton fue precisamente no ser consciente de lo que pasaba en esos estados", completa.

Treinta años buscando su momento

En los días previos a las presidenciales corrió la versión de que Trump decidió postularse tras ser zarandeado por Barack Obama en una cena con los corresponsales celebrada en 2011. Esa es una de las leyendas que desmonta Erice. "Trump llevaba treinta años buscando su momento. Se preparó durante años como presentador de televisión. En 2011 empezó a tener proyección nacional lanzando insidias contra Obama, poniendo en cuestión su lugar de nacimiento y su currículum académico. Cuando las encuestas le mostraron que era conocido en todo el país, se lanzó", detalla. En su escalada al poder, Trump se benefició del malestar social existente en EE UU, no muy diferente del que se vive en otros países occidentales, pero el autor precisa que el suyo es una forma de populismo "genuinamente americano", por lo que rehúye establecer paralelismos con otras figuras en auge de la política europea.

Cumplidas ya sus primeras semanas en el cargo, se puede comenzar a bosquejar el futuro. Apunta Manuel Erice que pese a que "el poder siempre une", la oposición a Trump se mantiene en algunos sectores del Partido Republicano. La clave para llevar adelante su programa, subraya, "va a estar en esa negociación permanente" entre el mandatario y su equipo con los republicanos en el Congreso. Topará también con la resistencia de los demócratas que, avanza, "como mínimo van a retrasar" muchas de sus iniciativas estrella. "El mandato se anuncia bronco", incide el autor, que señala como "fundamental" la batalla por la designación del noveno juez del Tribunal Supremo.

En cualquier caso, el periodista se muestra convencido de que el sistema de contrapesos sobre el que se cimenta la democracia estadounidense resistirá al mandato de Trump. "No hay riesgo en ese sentido", recalca. "Otra cosa es que vivamos años convulsos", agrega. Apaga, eso sí, cualquier ilusión de que el cargo que ostenta cambie al republicano. "Trump es un pragmático que sólo conoce una ideología, que a su vez es una marca: Trump", señala. "Si no fuera radical, Trump no sería Trump", remacha.

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