Sandra López
Durante dos jornadas prestó atención asistencial en el albergue de emergencia levantado en Puente Almuhey por el que pasaron cerca de 80 personas: «Se me hacía un nudo en la garganta pero tenía que sustentar emocionalmente a los vecinos»
Era sábado, 16 de agosto. Mientras León lloraba con el corazón en un puño las noticias alarmantes que llegaban desde todos los puntos de la provincia y sin llegar a imaginar que la pesadilla de los incendios forestales más graves de la historia de España no se encontraba más que en el ecuador del episodio, Cruz Roja se afanaba por seguir movilizando efectivos para llegar a todos los puntos de una geografía leonesa asolada por las llamas y la destrucción.
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La tarde de esa jornada Sandra López, trabajadora social en el área de personas mayores -específicamente en temas de soledad no deseada- y dinamizadora de zona en la asamblea comarca de Boñar recibía la llamada de los equipos de respuesta inmediata (Eries) de los que forma parte como voluntaria para desplazarse al incendio de Canalejas que encaraba ese fin de semana los peores momentos.
Siguiendo el protocolo que establece Cruz Roja -cuando se detecta una situación complicada, se pone en conocimiento de la delegación territorial de la Junta, se hace una evaluación y se activan los ERIE bien a nivel local, autonómico o nacional contactando con los voluntarios para conocer su disponibilidad y establecer grupos para desplegarse- Sandra López se preparaba para montar el albergue de Puente Almuhey donde se alojarían los vecinos de pueblos desalojados por las llamas: Canalejas, Calaveras de Arriba, Calaveras de Abajo, Valcuende y La Espina.
En cuestión de una hora, salía de León hacia la zona de Canalejas para montar el albergue en un punto seguro y con recursos de Puente Almuhey por el que pasaron cerca de 80 personas, aunque algunas de ellas durmieron en otro espacio habilitado en Almanza. Allí, los voluntarios de Cruz Roja recibían a los vecinos con las camas montadas, los kit de higiene personal, comida y demás recursos necesarios.
«Aunque tengas un nudo en la garganta tienes que tirar y tratar de sustentar emocionalmente a la gente que lo está pasando tan mal»
Sandra López
Técnica de Cruz Roja
Aunque no era la primera experiencia de esta leonesa en una situación de emergencia, ya que participó en el operativo de la DANA de Valencia reforzando durante una semana los trabajos para ayudar a los afectados con las tarjetas de alimentos, sin duda la parte emocional de lo sucedido en su provincia jugó un papel más especial.
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Recuerda que vivió los primeros momentos con los vecinos entre «la confusión, el desconcierto total por la gravedad de la situación y nervios al ser activada pero con la sensación de que tenía que estar ahí». Intentando controlar las emociones y recordándose a sí misma que «aunque tengas un nudo en la garganta tienes que tirar y tratar de sustentar emocionalmente a la gente que lo está pasando tan mal», comenzaba un intenso fin de semana de apoyo asistencial.
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Cruz Roja realiza en un primer momento una filiación de las personas para localizar a los más vulnerables, como personas mayores, con algún problema de movimiento o menores, para evaluar la necesidad de trasladarlos a otros espacios más acondicionados como residencias. Datos que también sirven para hacer un seguimiento posterior de estas personas y no dejarles nunca solos.
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Porque eso es precisamente lo que voluntarios como Sandra tienen encomendado: estar al lado de las víctimas. «Una vez que cubrimos la primera necesidad de que tengan un sitio donde estar, tenemos que lidiar con el tema emocional», explica Sandra, que reconoce que muchas veces lo único que necesita la gente es que la escuchen. «Estamos a su lado, que en la mayoría de casos es lo que necesitan. Que les escuche alguien, que les entienda y les demuestre que no están solos, que tienen a alguien con ellos que les va a ayudar en esta dramática situación porque muchas veces no hace falta decir nada, solo estar ahí».
Entre los vecinos de la zona afectada por el incendio de Canalejas recuerda que reinaba en un primer momento «la confusión porque los sacaron de las viviendas de un momento a otro, y sobre todo el miedo. No sabían qué iban a encontrar cuando pudieran volver, si todo iba a seguir igual, si las llamas entrarían en las casas...».
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«La reacción de muchos por la impotencia, la rabia y el nerviosismo era de querer ir a apagar el fuego, pero había medios y debíamos primar su seguridad»
Sandra López
Técnica de Cruz Roja
Otros, recuerda López, presentaban una mezcla de «ansiedad, tristeza, ira y rabia». «Tenían la sensación de que nadie hacía nada y se dejaban llevar por la desconfianza». No faltaron quienes, guiados por la frustración y las noticias que llegaban de otras zonas donde no había medios desplegados, se aventuraban a lanzar mensajes diciendo que tenían que ir a apagar el fuego ellos poniendo en riesgo sus vidas. «Era la primera reacción de muchos por la impotencia, por el nerviosismo porque todos tiramos por lo nuestro. Supervivencia pura pero que nosotros intentábamos calmar recordando que sí había efectivos trabajando y que primaba su seguridad».
No faltó en las peores horas la solidaridad de los municipios del entorno que se acercaron al albergue a dar comida que más tarde se organizó para llevar a puntos donde se encontraran brigadistas. Aunque no ha tenido contacto directo con ninguna de las personas en primera línea apagando las llamas, por su experiencia cree que estos días y «por la adrenalina de la situación» estén «tirando para delante» ante unas jornadas «interminables, con temperaturas exageradas y un avituallamiento no muy cuantioso».
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La importancia del seguimiento y cuidar a los que cuidan
Cuando el momento de la emergencia comenzó a estabilizarse Sandra López, como técnico de Cruz Roja, regresó a las oficinas para coordinar junto a las asambleas locales el seguimiento de toda la gente atendida, llamando por teléfono a los realojados y a los afectados en general para proporcionar unos primeros auxilios emocionales y «ver cómo están».
También es importante cuidar de los que cuidan, por lo que los Eries tienen espacios de deshago emocional para los propios voluntarios que en muchas ocasiones viven en primera persona situaciones «muy dramáticas que impactan y te dejan muy tocado como participante». Porque en el momento «con el subidón y con la responsabilidad de ayudar no te das cuenta», pero más adelante hay imágenes que «se te quedan en la retira y es importante que haya mecanismos para cuidarnos».
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