Incendio de Fasgar.

El incendio de Fasgar avanza hacia Vegapujín y Posada de Omaña: «Hemos desplegado todas las bocas de riego y mangueras»

El fuego iniciado por un rayo el 8 de agosto se ha reavivado varias veces y amenaza con extenderse a todo el valle

Diego Nicolás Alonso

Martes, 19 de agosto 2025, 14:24

Lo que comenzó como una chispa en la tarde del viernes 8 de agosto se ha convertido en uno de los incendios más graves que ha vivido Omaña en los últimos años. Una tormenta eléctrica provocó un rayo en el monte de Fasgar. Ardió un pequeño foco, aparentemente controlado por vecinos y bomberos al día siguiente, pero «la ausencia de un retén de vigilancia» y las condiciones extremas de sequedad hicieron que las llamas volvieran a propagarse.

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El alcalde pedáneo de Fasgar, Félix García (bombero de profesión), fue uno de los primeros en actuar. «Se vistió con el uniforme, cogió material y con el quad subió a la zona para intentar apagarlo», relatan Fredy Fernández y Jose Luis Fernández, vecinos de Posada de Omaña. Durante horas, trabajó junto a otros habitantes y a un helicóptero que descargó efectivos en la zona, logrando contener las llamas. «Al día siguiente estaba extinguido, no había nada de humo. Pero tres o cuatro horas después ya estaba ardiendo otra vez».

Evolución del incendio tras amanecer sin humo esa mañana.

El fuego cambia de dirección

La madrugada del 17 al 18 de agosto marcó un antes y un después. El viento cambió y empujó el fuego hacia los pueblos situados más abajo de Fasgar: Vegapujín y Posada de Omaña. «No nos habían desalojado aún, pero lo hicieron el domingo. El fuego está llegando a los pueblos de al lado de Fasgar. Se ha quedado algún vecino del pueblo de Posada de Omaña que es policía para ayudar», explica Inma García, evacuada de Posada y mujer de Fredy.

La evacuación fue rápida y caótica. «Marchamos cagando leches, nos pilló de imprevisto. Llevábamos mucho con humo pero no esperábamos que nos desalojaran», recuerda Fernández. Según los datos de la Junta, 169 personas tuvieron que abandonar Fasgar, otras 40 en Posada, y otras 40 en Vegapujín. En total 350 personas, sumando también los pueblos de Torrecillo y Barrio de la Puente.

Madrugada del 17 al 18 de agosto.

La voz de pueblos pequeños

«Son pueblos tan pequeñitos que nadie les da voz», lamenta Inma. Una frase que refleja la sensación de desamparo de los habitantes de Omaña, que consideran insuficientes los medios desplegados.

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Fernández denuncia que el fuego, «lejos de estar cercado», sigue avanzando por zonas de difícil acceso: «Es curiosísimo, el fuego va saliendo, el monte es muy seco y cuesta mucho llegar. Se están abriendo pequeños caminos para que pasen los todoterrenos. Los vecinos hemos desplegado todas las bocas de riego y mangueras personales».

En las últimas horas se ha reforzado el dispositivo de extinción. Helicópteros sobrevuelan la zona y la Unidad Militar de Emergencias (UME) ha desplazado efectivos y camiones. El puesto de mando avanzado se ha instalado en la plaza de Fasgar, donde los equipos coordinan las labores de extinción.

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Falta de suministros para los bomberos

Allí, la solidaridad vecinal también ha cobrado protagonismo. Fernando y Jorge, vecinos de la zona, no han dejado de subir bocadillos a los bomberos que trabajan contra el fuego. Los prepara Rosi, la dueña del bar de Fasgar, que se ha convertido en un apoyo esencial para los equipos desplegados.

«Ahora mismo hay mucho movimiento», cuenta Fernández. «Mucho helicóptero, uno o dos camiones de la UME, pero cuesta mucho que los camiones suban hasta el monte, es una zona muy complicada».

A simple vista, parece que Fasgar se libra del fuego. Sin embargo, el humo que envuelve todo el valle procede de Vegapujín. Los vecinos saben que la situación puede empeorar en cualquier momento. «El campo tiene que acompañar, porque muchas veces hiela por la noche y eso ayuda, pero este año nada. A ver si bajan las temperaturas», suspira Fernández.

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Las imágenes tomadas por los propios evacuados muestran la evolución de un incendio que comenzó con un foco aislado en lo alto del monte y que, tras días de rebrotes, ha terminado por amenazar a todo el valle. Desde los primeros intentos de extinción con medios propios, hasta las llamas que se comen el monte en la madrugada del día 18, la secuencia fotográfica refleja «la angustia y el desamparo» con el que los pequeños pueblos de Omaña están viviendo esta crisis.

Una batalla abierta

Hoy, con 350 vecinos fuera de sus casas, los pueblos de Omaña esperan que el despliegue de medios logre contener unas llamas que siguen avanzando. La combinación de monte seco, viento cambiante y la dificultad de acceso han convertido al incendio de Fasgar en una batalla abierta contra el tiempo.

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Mientras tanto, Vegapujín y Posada miran con preocupación al monte. El fuego avanza, los vecinos resisten y la esperanza se deposita en que la bajada de temperaturas y la lluvia lleguen antes de que el valle se vea consumido por completo.

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