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Bercianismo político, a la deriva. El Consejo Comarcal, de florero

Bercianismo político, a la deriva. El Consejo Comarcal, de florero

Esta triple elección, propia de malabaristas, «ahora aquí, ahora allá», demuestra que aquél estudio no era tan serio, y contundente, como para ser referente de la voluntad del pueblo berciano; solo genera desconcierto

Ismael González Millán (Conceyu País Llionés)

Sábado, 13 de febrero 2021, 12:56

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El partido bercianista Coalición por el Bierzo (CB) ha presentado en el parlamento gallego, de la mano del Bloque Nacionalista Galego (BNG), una proposición de anexión de El Bierzo a Galicia. Lo hace, dice, fundado en la voluntad popular: «É un desexo de ampla base no Bierzo», explicó Iván Alonso, su Secretario General, apoyado en una encuesta de principios del 2020.

Pero resulta que, meses después de tal encuesta, el 12 de diciembre, apoyó a UPL en La Moción de Torre, para que El Bierzo fuese Provincia dentro de la futura autonomía leonesa, por otra parte, la propuesta más sensata, a nuestro juicio. Y días después, el 30 de diciembre, CB votó a favor, en el Ayuntamiento de Ponferrada, una propuesta presentada por Tarsicio Carballo (Partido Regionalista del Bierzo: PRB), para ser la décima provincia de Castilla y León. ¿Las tres peticiones están basadas en la misma encuesta? Algo no encaja. Queda en evidencia lo errático e infundado de las peticiones, y más, siendo planteadas en ámbitos formales oficiales.

Esta triple elección, propia de malabaristas, «ahora aquí, ahora allá», demuestra que aquél estudio no era tan serio, y contundente, como para ser referente de la voluntad del pueblo berciano; solo genera desconcierto. Plantear esa triple disyuntiva supone considerar a los bercianos como un «rebaño» (sin ánimo despectivo), al que se puede embarcar hacia cualquier puerto, sin consultarles. Menos mal que, en declaraciones posteriores, Iván Alonso manifiesta que ha de ser el pueblo berciano el que decida entre las distintas opciones, y ellos apoyarán la elegida. Y deja abierta la puerta, ahora sí, a un estudio serio, sin especificar cómo se hará, consultar qué, ni su respaldo legal.

Tanto malabarismo político, sobre demoscopia de resultados y aplicación tan polivalentes, nos hace pensar que solo se busca notoriedad para seguir en candelero. ¿Para dónde quieren ir, exactamente? ¿Con la Comunidad que más les aporte? ¿Acaso cree CB que con Orense de frontera, con la peor tasa de actividad de España, según EPA del último semestre, va a obtener de la Xunta más beneficio y prosperidad que Orense, o Lugo? Eso es creer el cuento de la lechera.

Y el PRB, ¿cree que, siguiendo en este engendro de autonomía bajo el mando de la Junta, aunque sea en forma de provincia, va a obtener mejor trato de Valladolid del que tiene ahora toda la región leonesa, totalmente marginada de las decisiones y proyectos de desarrollo? ¿Cree que va a eludir la cruel realidad de tener, dentro de León, la segunda tasa de actividad peor de España, o en despoblación, o en índice de vejez? Tal parece que lo único que quieren, visceralmente, es divorciarse de León, sea cual sea el medio.

Y para ello practican las mismas formas que vituperan; quieren elegir su destino, nos parece correcto; sin embargo, se hacen propuestas sobre el Bierzo, incluyendo municipios que mayoritariamente nunca se han considerado bercianos, pero que han sido incorporados al Consejo Comarcal sin consultar a sus habitantes, como es el caso concreto, a modo de ejemplo (hay más), de Palacios del Sil (antes Ribas), cuna de prestigiosos escritores en lengua leonesa, en concreto el patsuezu, como Eva González, y su hijo Roberto González-Quevedo, aún activo escribiendo.

Puestos a modificar adscripciones territoriales, en lugar de llevar El Bierzo a Galicia, aprovechando la efeméride de la Provincia Villafranca del Vierzo (sic), ¿por qué no reclaman incluir la comarca de Valdeorras, que estuvo integrada en aquella provincia, como por otra parte defiende el PRB?

El propio Alonso (CB) considera que debe ser el Consejo el que encabece la lucha por ser provincia. Pero vana ilusión; el Consejo ha enmudecido ante tan dispares propuestas del bercianismo excluyente. ¿Es que no tiene nada que decir sobre ellas? Pensamos que no se pronuncia porque se halla atrapado en un dilema; por un lado, a la Junta y Consejo les interesa que se tense la cuerda bercianista, para seguir fomentando la división interterritorial y debilitar el ya importante movimiento autonomista leonés, pero obviamente el Consejo no puede manifestar apoyo a ciertas veleidades. Por otro, si entrara al «charco» autonomista, habría de inclinarse, en buena lógica, por la viable autonomía leonesa, cosa que no conviene a sus patronos, la Junta y el Gobierno central. Mejor callar, parece la elección. Es lo que hace. En reciente entrevista (D. de León, 7-2-2021), aunque se le preguntó -en alusión a la antigua rivalidad entre Villafranca y Ponferrada-… «¿ahora es entre Ponferrada y todos los demás?» El presidente escurre el bulto, y solo habla del Consejo; ni una sola vez pronuncia «León» y tan solo una vez cita a la Diputación (a secas), como si El Bierzo hubiera surgido por generación espontánea, de la nada, caída del cielo en medio del campo y del tiempo.

Ante tanta declaración de posible reorganización de El Bierzo, el Consejo debería salir al paso. Y en cualquier caso, manifestarse sobre ellas, pues atañen de lleno a su «prefectura». ¿O es que su función esencial es cobrar los recién aumentados sueldos de fondos de la Junta? Según el propio presidente, en la misma entrevista: «hoy dependemos en el 98% de lo que nos aporta la Junta, y el resto de la Diputación». «Ahora somos una especie de delegación». Y claro está, los delegados hacen lo que se les encarga. Y por si queda duda, el que paga manda.

Ahora, pues, «no toca» hablar de reorganización político-administrativa, es muy comprometido; pero con motivo de la reunión de la Mesa por León en Ponferrada, el presidente, Álvarez Courel, dejó claro que «la Mesa por el futuro del Bierzo huye de reivindicaciones autonomistas» (solo estaba candente la de León), pero emite además otra esclarecedora sentencia: «los problemas de fondo solo pueden solucionarse desde Valladolid, la capital de la región» (El País, 2-3-2020); o sea, que para arreglarlo, cifra toda esperanza en la «capital de la región» !! Solo estas expresiones ya nos delatan a quien sirve el presidente del Consejo Comarcal -y su deformada visión conceptual-.

Con estos mimbres… ¿qué podemos esperar los leoneses, y en concreto los bercianos, que no pase por la ceranda de la Junta? Buen ejemplo, de estos días, es el apoyo del Ministerio de Industria al proyecto de Parque Agroalimentario de Valladolid (150 millones), que lleva aparejada una nueva estación intermodal de mercancías y un centro de Investigación y Desarrollo; conjunto que, sumado al de Medina del Campo, ensombrecen -al menos en su magnitud potencial primigenia- las pretensiones de León (Torneros), en cuanto al Corredor Atlántico. Y siendo la provincia con más marcas agroalimentarias de la autonomía, El Bierzo era una candidatura óptima para ubicar este proyecto, y ya contaba con las bendiciones políticas de la Junta.

¿Había hecho algo el Consejo Comarcal para favorecer, y urgir, su consecución, mediando con sus correligionarios del PSOE de Madrid, y/o con la Junta? ¿Ha dicho algo tras el fiasco? Sí…, dice que los proyectos de Valladolid y El Bierzo son «totalmente diferentes», como si realmente pensara que van a hacer en el Bierzo un duplicado de la gran infraestructura de Valladolid. Ni él se cree él cuento; como mucho, vaticinamos, harán en Ponferrada, o en León, una sucursal, donde se promocionen y vendan los productos gestionados en la «central» de Valladolid, y la gran mayoría con el sello «Tierra de Sabor», algunos de la Comunidad, pero otros foráneos, que harán la competencia a los del país. Se agarra Caurel a que, en el 2017, Herrera prometió que El Bierzo sería la primera localidad en recibir el Parque Agroalimentario. Pero ya vemos que el del Bierzo sigue en la cámara de maduración, como tantos proyectos prometidos para la región leonesa, mientras que los de Valladolid, pasan directamente, de la potencia al acto, de la huerta al plato. Y todos sabemos que, tras mucho tiempo en el congelador, los productos se estropean y hay que desecharlos, sobre todo si entran a la casa productos frescos, como estos recientes de Medina del Campo, o Valladolid. El presidente del Consejo solo hace un amago de enfado, al tiempo que lo justifica, no se vayan a enfadar en la «capital regional», y en la nacional. Se gana el sueldo. Tome nota el Sr. Carballo.

Este último caso es representativo de múltiples agravios que han llevado a León a los escandalosos índices socioeconómicos que padecemos. Por ello, por necesidad vital, la segregación de León es imperiosa y urgente, aprovechando los últimos estertores de vida que nos permita la llamada castiespaña, es decir, los rancios partidos nacionales con sede en Valladolid y Madrid. Los miembros del Consejo tienen ante sí una responsabilidad histórica para con su tierra, El Bierzo y León. Todo lo que haga para complacer a la Junta, supone ayudarla en su estrategia de dividir a León, y bloquearlo a perpetuidad. Todo lo que haga, por acción u omisión, supone retrasar el proceso (que no «procés») segregacionista, prolongando la agonía de León, dificultando, cada vez más gravemente, las posibilidades de recuperación.

Durante el Trienio Liberal (1821-1823), el enfrentamiento entre Ponferrada (sede de la nueva burguesía y poderes económicos) y Villafranca (valores tradicionales), por ostentar la capitalidad, durante el proceso de constitución del Vierzo como provincia, supuso un retraso ostensible, y más aún en la determinación efectiva de su capital (en Villafranca), casi seis meses después; y durante el Bienio Progresista (1854-1855), tales enfrentamientos supusieron un escollo decisivo a la reiterada aspiración de provincialidad.

No parece que el bercianismo político haya aprendido la lección; en lugar de la deseable unión, optan por la confrontación contra la matria leonesa, como tácitamente hace el Consejo, dando pábulo a la añagaza de la Junta de dividir León, para socavar sus pretensiones autonomistas, sin importarle que, a la larga, ello opera también en perjuicio del pueblo berciano. En nuestra valla de Ponferrada, editamos: «Xunios somos más fuertes», pero tal parece que a ciertos políticos bercianistas no les mueve el progreso de El Bierzo, sino ejercer de antileoneses. La reciente valla que hemos situado en Ponferrada, que recuerda que ese fue el primer ayuntamiento en solicitar la autonomía leonesa, en 1983, ha sido agredida. Parece que la historia, la realidad, incomoda y estorba a alguien que tiene planes separatistas de El Bierzo, respecto a León.

Evidentemente, ya no son tiempos para obligar a una población importante a estar donde no quiere. En esta comunidad actual, CyL, tenemos el ejemplo a repudiar. Yendo al meollo, la vía más razonable para el desarrollo del Bierzo es la permanencia en su circunscripción actual, León, de la que se consideran parte la mayoría de los bercianos, y dentro de la Autonomía leonesa: por historia compartida, por sentimiento, por simple posibilismo legal. Las extraordinarias dificultades jurídicas de las inverosímiles propuestas de extraer al Bierzo de su matriz natural, León, ya han sido expuestas en otros artículos. No insistiremos. Pero sí decir que carece de sentido cuestionar la raigambre leonesa del Bierzo. Lo evidente no necesita justificarse. Y se constata que, ante extravagantes declaraciones y propuestas de algunos partidos bercianistas, cada vez son más los bercianos que reivindican públicamente su leonesidad.

La autonomía leonesa de preferencia es para toda la región, con Zamora y Salamanca; esa es la vocación de Conceyu País Llionés -de ahí nuestro nombre-, y sabemos que lo es, en general, para todo el leonesismo social. Pero si no es posible su concreción de inmediato, como nuestra precaria situación exige, por la indeterminación de las provincias citadas, en Conceyu nos parece oportuna la propuesta de Iniciativa Autonómica Leonesa (IAL), de pedir la segregación de la provincia de León, como avanzadilla, dejando la puerta abierta a las otras provincias leonesas para su incorporación posterior, si así lo desean y reclaman. No sería un adiós, sino un «hasta luego».

En cualquiera de los casos, ha de estudiarse el encaje oportuno de El Bierzo, consensuadamente con las fuerzas bercianas. El diseño presentado por IAL garantiza el pleno autogobierno del Bierzo. Si hay algún proyecto alternativo, bien meditado, expóngase sin dilación, no hay ya tiempo para titubeos. Es ahora o nunca. El trabajo de negociar y acordar, al menos en la fase de proyecto, ha de corresponder a las fuerzas sociales y políticas realmente comprometidas con la segregación del país leonés. Es el momento de la diplomacia, de la política -lato sensu-, del parlamento.

Pero la clave de bóveda, sobre la que descansa el actual edificio autonómico, son los partidos que ostentan el poder de decisión en Valladolid y/o Madrid; Y actualmente no son propicios. Lamentablemente, si las fuerzas inmovilistas -el establishment- no cambian su posicionamiento, habremos de enfrentar y superar las taimadas maniobras de aquellos que insisten en perpetuar el actual estatus colonial, de metrópoli vallisoletana, y no se resignan a perder la fuente nutricia leonesa; o más allá, de los partidos estatales, con capitanía general en Valladolid y Madrid, que aparte de la obsoleta idea castiespañola del mapa territorial, no sabemos a qué arcanos intereses responden, además del de apuntalar la hegemonía vallisoletana. Y entre esas fuerzas se sitúa claramente el Consejo Comarcal, que actúa «por delegación» de la Junta.

Será entonces necesario elevar el volumen y alcance de nuestra reclamación autonomista, e indispensable reflejarlo en las urnas en los próximos comicios, para que el proyecto de Comunidad autónoma País Llionés pueda hacerse realidad.

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