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Carlo Buontempo. Copernicus
«En los próximos años habrá zonas donde no se podrá vivir sin aire acondicionado»

«En los próximos años habrá zonas donde no se podrá vivir sin aire acondicionado»

ODS 15 | vida de ecosistemas terrestres ·

El departamento de cambio climático de Copernicus califica 2022 como año de anomalías climáticas en todo el mundo

Jueves, 12 de enero 2023, 07:40

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Desde 2014, la Unión Europea tiene desplegada más allá de la atmósfera terrestre una red de ojos que vigila el medioambiente y la seguridad en todo el planeta. Prácticamente desde su nacimiento Copernicus, así se llama este sistema, ha visto cómo año a año la superficie del planeta que observa se calienta y anota récord tras récord. Así lo atestiguan los datos de su Servicio de Cambio Climático (C3S). El año natural más cálido fue 2016, con una temperatura de 0,44 grados por encima de la media de 1991-2020, seguido de 2020 estuvo pero, únicamente, por 0,01 grados. La tercera posición 2019, luego 2017 y, a continuación, 2022, seguido de 2021, 2015 y 2018. «No es un efecto estadístico», asegura Carlo Buontempo, director del C3S. «Este largo calentamiento es debido a los gases de efecto invernadero», responde a través de una videollamada. Desde hace más de dos décadas, este científico italiano se dedica a estudiar el cambio climático y desde 2019 es el director de los ojos del Servicio de Cambio Climático de Copernicus que mide cada una de las constantes vitales del medioambiente del planeta.

-2022 lo han calificado como un año de extremos climáticos. ¿Se trata de una anomalía puntual o va a ser una tendencia en los próximos años?

-Es bastante claro y es suficiente mirar los ocho años que son los más cálidos de toda la historia. Esto ya marca un patrón que es bastante inusual, no es un efecto estadístico es el resultado de un calentamiento general del sistema climático en todos los continentes y, especialmente, en Europa que en los últimos 30 años ha ido un poco por delante del resto del mundo, porque se ha calentado más y de manera más rápida. Y sí, es lo que dicen los datos y es lo que tenemos que esperar de los años que vienen.

-En este ejercicio «extremo» mencionan en su informe a ‘La Niña’ (un fenómeno climático que se caracteriza por tener temperaturas frías)... ¿Cómo ha impactado?

-Normalmente, los años de La Niña acostumbran a ser más fríos. Los últimos tres han sido un tripelete de 'Niñas' lo que es un fenómeno muy raro y, además, han sido bastante cálidos. El 2021 fue el único un poco más frío a nivel de Europa, pero a nivel global sigue siendo uno de los ocho más cálidos de toda la historia y aunque falte un evento del ‘Niño’ (calentamiento del Pacífico oriental ecuatorial) tuvimos años muy cálidos, por lo cual ‘La Niña’, si ha hecho algo, ha sido como suavizar un poco ese calor.

-Entonces... ¿Es todo cambio climático?

-Todo no, porque el sistema climático tiene sus oscilaciones y su variabilidad, pero está clarísimo, está muy demostrado y es muy evidente en los datos que el calentamiento larguísimo que estamos viviendo es debido a los gases de efecto invernadero.

-Hay voces que niegan eso que dice, ¿Cómo les convence? ¿Cuál es el argumento que les da?

-Creo muchísimo en el valor de los datos. Están disponibles, se pueden mirar y, como he dicho, creo que ocho años seguidos de temperaturas extremas es un patrón muy difícil de explicar sin utilizar el concepto de calentamiento global antropogénico.

-En el informe ‘2022: un año de extremos climáticos’ repiten la palabra récord e histórico en varias ocasiones, pero ¿Qué zona del planeta les preocupa más o les ha llamado la atención durante el pasado ejercicio?

-Lo que más me sorprende son los datos a nivel global, pero si miras zonas en concreto el Ártico es la que más se ha calentado en todo el mundo, aunque también preocupa Groenlandia. En 2021 vimos por primera vez llover en las cumbres más altas del país. Luego está la zona del Mediterráneo y también Europa porque es el continente que se ha calentado más en los últimos 30 años. Esto, seguramente, son las cosas que destacan desde un punto de vista numérico, pero desde un punto de vista más humano, lo que preocupa es nuestra capacidad de vivir en determinados lugares, porque en los trópicos y, especialmente, los húmedos en los próximos años o décadas llegaremos a un umbral de temperatura y humedad que básicamente será imposible vivir sin aire acondicionado.

-¿Final de siglo?

-O antes.

-Ha mencionado el Mediterráneo... ¿Cómo está la salud del paciente?

-Tendremos mucha más información en abril, cuando publiquemos el ‘Estado el clima en Europa’. Lo que pasó el verano pasado con estas olas de calor le afectó, porque no solo fueron de temperatura del aire, sino también afectó a la del mar con un fuerte impacto sobre la biodiversidad y la actividad pesquera.

-Y mirando para este 2023. ¿Prevén también un año de ‘extremos climáticos’?

-La verdad que es difícil decir qué pasará el próximo verano, porque está un poco lejos para ser preciso, pero sí que sabemos que hay un patrón de calentamiento muy claro, por lo que si tuviera que hacer una apuesta diría que sin duda más calor. Lo que se tiene que mirar en el próximo verano y el próximo otoño e invierno de 2023 es ver qué pasará con 'El Niño', porque tuvimos esta serie de tres ‘Niñas’ seguidas y, aún no sabemos si saldrá un ‘Niño’, pero es posible y es muy probable que la temperatura se dispare.

-Todo lo que estamos viviendo, ¿se puede frenar o habrá que adaptarse a estas temperaturas?

-La solución solo pasa por una deducción de las emisiones hasta llegar al net zero, pero aunque se consiguiera rápidamente en los próximos 20 años no cambiaría casi nada. Tenemos que acostumbrarnos a vivir en un planeta muy distinto, con un clima diferente de lo que caracterizó la vida de nuestros padres. En 2003, cuando tuvimos una ola de calor, que mató a la gente en Francia, Italia y en España, fue un dato extremo de temperatura, pero ahora ya tuvimos tres o cuatro años iguales. Los últimos ejercicios pasaron el umbral de 2003, con lo cual algo que hace 20 años era extremo, ahora ya no lo es y lo mismo pasará de aquí a dos décadas.

-¿Hemos aprendido algo?

-Yo creo que sí. El nivel de discusión que tenemos hoy con los usuarios de nuestros datos es muy distinto de lo que era hace tan sólo diez años, porque hay muchísimo interés de sectores poco habituales como el sector financiero o el agrícola. Creo que la revolución ha empezado, pero queda muchísimo camino, porque claro, tenemos que adaptar todo lo que hacemos... De cómo producimos energía, el transporte, los cultivos, la alimentación, lo que comemos. Tenemos que adaptar todo a un clima bastante distinto al que ha caracterizado la historia reciente de este planeta.

-¿Cómo se imaginas el mundo en 2050 y a final de siglo?

-Es muy difícil. Soy optimista de carácter, aunque como especie, no somos muy buenos aprendiendo de lo que dicen los expertos, pero sí que somos buenos a reaccionar cuando tenemos un peligro enfrente. El verano pasado ha sido un primer contacto con un riesgo mucho más tangible que que un informe del IPCC. Creo que desgraciadamente tendremos que pasar por algunos de estos eventos muy extremos para reaccionar. Pero estoy bastante convencido de que reaccionaremos fuerte y para que se pueda obtener una solución a largo plazo para la próxima generaciones y para nosotros también.

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