Última edición de la Fiesta del Turista con más de 11.000 personas.

La Fiesta del Turista: de Hollywood al Burgo Ranero con «una orquesta que olvidaba las canciones»

Una celebración que nació en los 80 con mariachis mexicanos y vaquillas, desapareció durante décadas y hoy es una de las fiestas más esperadas del verano en la provincia de León

Diego Nicolás Alonso

Viernes, 8 de agosto 2025

Lo que hoy es uno de los eventos más esperados del verano en El Burgo Ranero, un pequeño pueblo del sur de la provincia de León, comenzó hace más de cuatro décadas como una iniciativa festiva que mezclaba lo pintoresco con lo inesperado. La Fiesta del Turista, nombre que mantiene desde sus inicios, nació en los años 80 con vaquillas, mariachis traídos directamente desde México y una explosión de alegría que dejó huella en los vecinos de entonces.

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V. M. , miembro de la actual comisión de fiestas y uno de los impulsores del resurgir de la celebración, recuerda con cierto asombro aquellas primeras ediciones: «Fueron unas fiestas de pánico. Yo casi ni las conocí». Por entonces era un niño que vivía en el pueblo, antes de mudarse a León, aunque conserva la memoria viva de aquella tradición popular que desapareció con el paso del tiempo.

¿Cómo empezó la Fiesta del Turista?

En los ochenta, uno de los personajes clave fue Melchor Castaño, vecino del pueblo que emigró a Hollywood, donde prosperó como empresario. «Aquel puso dinero y trajo mariachis porque tenían mucho boom en esos años», relata V. La combinación de folclore y espectáculo convirtió aquellas primeras fiestas en «algo inolvidable». Pero a finales de los ochenta todo acabó.

Tras más de 20 años de silencio y sin celebraciones en el pueblo, en 2009 un grupo de jóvenes, entre ellos él propio, decidieron recuperar la fiesta. «Hacía falta una fiesta de verano en el pueblo», dice. Y con apenas 50 euros por cabeza -un grupo de veinte amigos- trajeron una discoteca móvil que les permitió no sólo cubrir gastos, sino devolver parte del dinero y guardar unos 600 euros más para el año siguiente. «Ha sido todo muy de poco en poco, sin apenas dinero público», afirma con orgullo.

Actual comisión de fiestas del Burgo Ranero.

La evolución fue constante. Con los primeros ingresos extra llegaron camisetas, más días de programación y hasta pequeñas orquestas. «Imagina que el primer año que trajimos una orquesta era uno que se le olvidaba hasta la canción y tenía que volver a empezar», recuerda entre risas. A pesar de las dificultades iniciales, el evento fue creciendo hasta alcanzar su forma actual, con un cartel de actividades más amplio y orquestas de renombre.

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«El que viene a la Fiesta del Turista, repite»

Una de ellas fue La Misión, que hoy goza de gran popularidad. «La trajimos muchos años porque de aquellas era una orquesta pequeña y nos llevábamos muy bien con el dueño», recuerda. «La Huella, que fue la primera orquesta buena que trajimos, también marcó un antes y un después».

Pero si algo caracteriza a la Fiesta del Turista es el ambiente. «Nunca ha habido una pelea. La gente viene a bailar, a pasarlo bien y el ambiente siempre ha sido muy sano. Eso nos ha traído el éxito», explica. Lo cierto es que quien acude, suele repetir. «El que viene a la Fiesta del Turista, repite».

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Torneo pelota mano El Burgo Ranero

El espíritu de la celebración no solo radica en su programa musical. Uno de sus pilares es también el torneo de pelota mano, una rareza en la comunidad: «Es el único torneo abierto con premio en Castilla y León. Viene gente del País Vasco y de todos lados», cuenta. A diferencia de otros pueblos que solo organizan partidas privadas, en El Burgo Ranero el campeonato tiene carácter competitivo, abierto y con premios de hasta 700 euros.

Torneo pelota mano.

Hoy, V. y sus amigos siguen vinculados a la organización, aunque con menor implicación directa. «Cada generación incluye gente nueva. Nosotros ahora tenemos hijos y no podemos estar todo el día metidos», admite. Los jóvenes del pueblo empiezan ayudando desde los 14 años «poniendo hielos», y poco a poco se van incorporando más activamente para mantener viva la tradición.

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A pesar de las dificultades, el espíritu sigue siendo el mismo: amor a la fiesta. «Aquí nunca se ha repartido nada. Pagamos nuestras copas, todo se intenta sacar de ingresos de bocadillos, camisetas, la barra... para recaudar fondos para el próximo año», subraya.

Más de una década después de aquel modesto renacer en 2009, nadie imaginaba que la Fiesta del Turista alcanzaría esta magnitud. Y lo mejor, según sus organizadores, «aún está por llegar».

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