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Limonada leonesa, emblema de la Semana Santa leonesa

«Si no existiera, habría que inventarla»

Pocos son los que se resisten en Semana Santa a disfrutar de la limonada, con la se citan leoneses desde el siglo XIV para cumplir con la tradición de matar judíos, aquella que antaño no empezaba hasta el Viernes Santo, que para el buen papón es casi una obligación y a la que le rodean falsos mitos

A. Cubillas

Sábado, 26 de marzo 2016, 10:45

Pocos son los que se resisten en Semana Santa a disfrutar de la limonada leonesa. Vino, limón, azúcar y canela, aunque cada maestro tiene su librillo, con la que se citan fielmente leoneses, turistas y cofrades desde el siglo XIV.

Esa tradición conocida popularmente como matar judíos, que puede chirriar fuera de León, pero no aquí en León, donde los que siguen las tradiciones empieza a saciar su sed el Viernes de Dolores.

Bien lo saben Julio, Ramón, José María y Marcelo, cuatro cofrades que estos días disfrutan como antaño de la rica limonada leonesa, esa que aún está cargada de mitos y leyendas, porque matar 33 judíos no es más que un cuento.

Una historia de siglos

Aunque no esté documentado oficialmente, se puede fechar la tradición de las limonadas allá por el siglo XIV, cuando sobre el año 1310 el Rey Felipe IV de Navarra promulgó las primeras expulsiones de judíos de España.

Y al pie de la letra lo tomaron los leoneses. Una vez llegada la Pascua, los leoneses, muy vehementes ellos, empezaron a perseguir a los judíos, asentados en la Judería lo que en su día era la calle Misericordia. Pero antes bebían vino, hasta hartarse, poniéndose violentos para, literalmente, matar.

Sin embargo y ante esta ola de violenta, el corregimiento de la ciudad de León emitió una norma en la que se exigía a los taberneros reducir el vino con agua, azúcar, limón y canela para evitar que se emborrachasen y que anidasen en su cabeza la idea de matar judíos.

Como la clásica, ninguna

De ahí el nombre de matar judíos aunque, según recuerda Julio, hoy en día no es más que una tradición que no tiene ánimo de ofensa y nacen las que se conocen como limonadas leonesas.

Porque según recuerda, limonadas hay en muchas ciudades, principalmente en Castilla y León, pero ninguna como la de León, eso sí, la clásica. Porque aunque algunos opten por echar higos, pasas, naranja, vermut o ron, la limonada tradicional es vino, limón, canela y azúcar, todo lo demás es de iniciativa propia y normalmente desvirtúa mucho el producto.

¿Y agua como marcaba la tradición? Marcelo cuenta que antaño, cuando los vinos eran más fuertes, ásperos y rudos, era costumbre rebajar la limonada con agua, sin embargo, ahora con vinos más depurados y más redondos no es necesario.

Por ello uno no debe confundir la sangría con la limonada semanasantera que, como su nombre indica, se debe empezar a beber en tiempo de Semana Santa, es decir, desde el Viernes de Dolores. Al menos así lo marca la tradición.

Aunque hoy ya es un clásico durante toda la Cuaresmas, desde el Miércoles de Ceniza, incluso un habitual durante los 365 días del año en algunos establecimientos. Eso sí, el buen papón sólo la bebe durante los días de Pasión, porque aunque la tuviéramos no la beberíamos.

Habría que inventarla

Ramón y José María rememoran los años en los que las limonadas eran una cuestión exclusiva de hombres, porque las mujeres no podían entrar solas en el bar, solo con sus maridos e hijos. Los tiempos han cambiado.

Una tradición intrínseca al leonés, emblema de la Semana Santa de León que, de no existir, habría que inventarla. Es algo que heredamos de nuestros abuelos, nuestros padres y que casi tienes que hacerlo por necesidad pero siempre en Semana Santa. Luego ni apetece.

Porque beber limonadas, matar judíos, es simplemente algo imprescindible, algo que debe hacer todo buen leonés y, cómo no, todo aquel que durante unos días quieran compartir de la Semana Santa leonesa. Viva la limonada leonesa

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