El papón que empezó con mal pie y al que San Miguel bendijo: «Santa Nonia lo es todo para mí»
Este guardia civil de vocación tomará posesión de la cofradía con el objetivo de «atraer a la juventud» más allá de la Semana Santa y con la restauración del trono del titular en marcha
Miguel no olvidará el día de su santo. Era 29 de septiembre de 2017 cuando, a propuesta de su gran amigo Juan Carlos Morán, tomaba una de las riendas de la que ha sido la cofradía de su vida. Ahora, le toca dar el último paso a la cúspide y a sus 53 años recaerá sobre sus hombros el peso del Dulce Nombre.
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Papón de cuna y guardia civil de vocación. Miguel Urdiales tomará posesión como nuevo abad de la cofradía de Jesús el domingo 14 de septiembre. Será un acto emotivo para él, donde recordará a su familia y, en especial, a su abuelo quien le inculcó su alma nazarena.
Nació en enero del 73 y en ese año ya salió en procesión, aunque su primer recuerdo lo tiene con tres años. No lo hizo con buen pie, literalmente. Tuvo que salir con un zapato y una zapatilla ya que días antes del Viernes Santo se tiró un cazo de leche hirviendo y se quemó el pie donde ya no cabía el calzado. «Yo tenía que salir y el zapato no entraba. Me pusieron una zapatilla y ese año ya salí».
«Roma le dio un realce importante a la cofradía y pienso que estamos en el mejor momento»
Miguel Urdiales
Nuevo abad de Jesús
Aunque se inició como hermano de cruces, de nuevo fue su abuelo el que le guió hacia el lugar correcto. Ese mismo 1976 le hizo un tambor y empezó en la primigenia Banda de Cornetas y Tambores -que también fundó su familiar- y en la que estuvo hasta 1989. Por motivos laborales tuvo que dejar los instrumentos y se apuntó como suplente del paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno del que hoy es titular.
Tiene «especial devoción» por esta talla, como la mayoría de hermanos de Jesús, aunque su primer paso como seise lo daría en el Ecce Homo y, a propuesta del difunto abad Antonio García, acabó en el Prendimiento, un paso sin vinculación a él y que le ha encantado: «Soy titular del Nazareno, pero me considero del Prendimiento plenamente».
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«Soy fiel a esta cofradía y lo seré. Me gusta de corazón, desde pequeño; nunca he sido hermano de otra y, creo, nunca lo seré»
Miguel Urdiales
Nuevo abad de Jesús
Urdiales se define como un papón «humilde y al servicio de la cofradía»; tal es así, que el futuro abad es «fiel» a su emblema y nunca ha sido de ninguna otra penitencial. «El Nazareno me gusta de corazón, desde pequeño. Nunca me ha dado por ser de otra y, creo, nunca lo seré». Y es que, para él, «Santa Nonia lo es todo» y cada vez que entra en la capilla su mirada se centra en el camarín de su titular.
Tras el paso por Roma y el «realce» que supuso para la cofradía, el líder de Jesús tendrá a su cargo 4.500 hermanos en un año de abadía donde pretende dar continuidad a los proyectos en marcha. En los últimos años ha podido comprobar que la tradición, el cuidado a los hermanos y la cercanía son las claves para sostener la vara de mando. «Hay que trabajar con mucha cabeza, pensar las cosas muy bien para que salgan bien». Como principal trabajo, en clave de patrimonio, este año pasa por los talleres de Sevilla donde se está restaurando el trono del Nazareno que estará parcialmente listo en Semana Santa y al completo en 2027. También avanza que se volverá a la plaza Mayor, una vez superada las obras, para disfrutar de El Encuentro.
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«Intentaré ser cercano con los hermanos, trabajar para ellos. Y, sobre todo, con los jóvenes»
Miguel Urdiales
Nuevo abad de Jesús
Miguel Urdiales ofrece «cercanía» a los hermanos y pone el punto de mira en los jóvenes que son «el futuro de la cofradía» y a los que invita a acercarse más allá del Viernes Santo. «La cofradía está viva, hacemos muchas cosas durante el año, y espero que los jóvenes se acerquen».
Ahora, y con su pulsera que recoge la palabra 'esperanza', espera que el «amor y cariño» que ha entregado en 53 años a la cofradía le sirva para guiar al Nazareno en la mañana de Viernes Santo y que su abuelo, desde el cielo, toque su marcha con aquel tambor que recibió el abad a los tres años.
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