Borrar

Vuelan sillas en León

La triste moda del disturbio alcanza también a León y vuelan sillas por las plazas en lugar de ideas por las mentes

Eduardo Fernández

Miércoles, 4 de noviembre 2020, 13:19

Comenta

Anda el patio tan revuelto que uno no sabe ya si el perfil tipo del alborotador es el del leninista dirigido, el del maoísta autoorganizado, el del agitador fascista, el del idiota irremediable, el del que aprovecha que pasaba para formar follón o el del negacionista militante. O todos juntos. O, a lo peor, ninguno de ellos y es que el personal ya no se aguanta ni a sí mismo. La triste moda del disturbio alcanza también a León y vuelan sillas por las plazas en lugar de ideas por las mentes, lo que no hace sino augurar una evolución de cierta protesta cívica hacia el cretinismo, que es estupidez individual y enfermedad social. Si la democracia participativa de las asambleas y los círculos camina hacia la algarada ácrata, que nos pille con mascarillas en las bocas, en los oídos y en las entendederas. No esperarían otra conclusión de un tipo de orden. O de quien lleva algunos días analizando lo que han aportado estos disturbios leoneses a la lucha contra la pandemia, que es entre nada y despiste.

La cosa pública está rara. Los zopencos que tiraban mobiliario de las terrazas por León al grito de libertad, sacrílego en sus bocas, no han hecho nada por ganarse la libertad que la Constitución les regala de balde, pero han conculcado los derechos de otros, han atravesado la libertad a golpe de silla y maceta en un país que tiene reconocidos y acrisolados en décadas de democracia los derechos de reunión, manifestación y expresión. Lo de estos no se parece en nada a un clamor que ansía libertad, o se parece tan poco como lo que llevan bajo sus capuchas a un cerebro medianamente formado y no a su viscosa masa de estupidez. Tan machitos ellos rompiendo cosas en las terrazas que son de algún pobre autónomo que se desloma para no bajar la trapa definitivamente con la que cae en León y al que desde el viernes darán con el cierre de la hostelería otro golpe más. Atacar al kapital en estas sillas es como creer que uno hace la revolución por escribir un tuit contra los bancos, motín de pacotilla.

Luego está lo de los que mandan. Los del gobierno en el que hay, como dirían sus cursis, distintas sensibilidades de la izquierda, se quedan insensibles aplicando medidas de recorte de las libertades con una fruición que ni en el bienio radical-cedista, porque ejemplos más recientes levantan urticaria. Que no digo que no hagan falta muchas, pero con un soporte jurídico más amplio, para no saltarse el amparo constitucional de nuestras libertades con la misma facilidad acrítica que el giro que pegaron desde anunciarnos que las mascarillas no eran necesarias hasta hoy. Luego claro, cuando la gente se queda con sus primeros mensajes, multa y ley mordaza ¿o es que ya no la llaman así porque la usan con deleite inconfesable? Y vamos a ver si a pesar de sus decisiones, en unos días las previsiones no se les quedan cortas y como ineptos jurídicos indisimulados tienen que cambiar el decreto-ley y vuelta al circo de otra convalidación.

Es la ventaja que tiene autoconcederse un carné de progresista, que luego hay un absoluto desacoplamiento entre lo que haces y lo que dices, y tienes todo amparado por el marchamo de progre. Pero, no. Cuando se analizan las actitudes y las decisiones, algunas de las que están adoptando son, como poco, de un autoritarismo que merecerá más sosegado análisis jurídico. Espero que con el mismo detenimiento que el de los contratos de compras de suministros de la pandemia que nos hurtan de los mecanismos de transparencia. Pero el análisis político es posible ya, y no puede ser más desalentador. Normalmente los ejemplos históricos de gobiernos con tics del ordeno y mando que vemos en el BOE se amparaban en la eficacia de sus medidas. La evolución conjunta de las cifras de la pandemia y de la economía privan al gobierno de ese subterfugio y lo encomiendan todo a futuro, que largo me lo fiais como si Sánchez fuese el burlador de León. Sánchez tendría que confesar, como el expresidente mejicano Vicente Fox «sí, hice muchas travesuras de chiquito y las ando haciendo también de presidente». Hacen todo por nuestro bien y ya lo veremos en un indefinido horizonte que, eso sí, se anuncia horrendo por el camino. Una juerga, oigan. Si la cosa va mal, ya lo habían anunciado y lo han contenido ellos, si la cosa va menos mal -que bien no hay manera- son unos genios, cuando lo que son es unos avispados de gatillo fácil (la alarma que puedas dejar para seis meses para qué te vas a molestar en que dure menos); que si hubieran estado en la oposición habrían llamado a la insurrección de la ciudadanía concienciada. Con este contexto y con los antecedentes de algunos de ellos, no puede extrañar que la gente se harte, pero no conforta que al exasperarse coja la senda estéril de montar el pollo delante de la catedral, que anda que no ha visto pasar silenciosa todo tipo de regímenes políticos.

La polarización de la sociedad española llega a los bandos del coronovirus también en León, lo que es a partes iguales triste y bastante desconcertante para los que creemos -la inmensísima mayoría- que muchas de estas medidas son necesarias, que hay que seguir las recomendaciones de los que saben, y menos de los políticos, aunque como pasa con los seleccionadores de fútbol y los expertos en apagar fuegos, casi todo el mundo tiene hoy un virólogo dentro. Pero a la vez, que hay que hacerlo respetando el marco jurídico de un Estado de Derecho, pues para la severa limitación de algunas libertades no podemos quedarnos con lo que hemos visto, se apruebe para dos semanas o para seis meses. Y, sobre todo, no cambiando cada ratito de opinión, que la peña anda perpleja.

Supongo que los que en otra ocasión habrían visto un síntoma de libertad y rebeldía de la juventud española al estilo del 15 M, apoltronados en sillones del Consejo de Ministros, están menos dispuestos a la lógica de la lucha y la agitación de las masas. Por eso se les escapan seguidores a raudales, claro, dado que algunos no hemos perdido el ímpetu guerrero. Otro genio de la política hispanoamericana, el entonces presidente de Argentina Carlos Menem reconoció que «si hubiera dicho lo que iba a hacer, nadie me votaba« y en eso andan también aquí, con permiso del CIS. Falta pedagogía de las medidas y medidas menos erráticas que pasarle el asunto a las Comunidades Autónomas con un bíblico lavado de manos. Mientras el parte de bajas diarias impide ponerles cara y sentimientos a muchas de ellas porque la sangría es un no parar. Mientras tanto, y a falta de ideas, vuelan sillas en León.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

leonoticias Vuelan sillas en León