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Jeques en la recepción en el Ayuntamiento de Salamanca del proyecto Peace City World. JOSÉ MANUEL GARCÍA
Oriente charro

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Salta por los aires ese dudoso proyecto de Peace City World, la nueva Dubái salmantina

Miércoles, 22 de febrero 2023, 09:44

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Uno de los mayores lujos de mi vida, es haber podido vivir en Granada. Una magnífica ciudad a la que le debo más de lo que yo le pude dar. Llegué en la primavera del año 2002, en plena Semana Santa unos pocos años después de la famosa visita del príncipe Abdelaziz Bin Fahd, hijo del famoso rey Fahd, quien se hizo famoso por sus viajes a la Costa del Sol y por derrochar lujo y quemar dinero.

De aquella visita, mi buen amigo Joaquín Abras me dio buena cuenta, explicándome cómo el príncipe puso rumbo a la Alhambra porque necesitaba orar en los mismos lugares donde años muchos atrás habían vivido sus antepasados. El mayor deseo del príncipe era poder establecer su cuartel general y acampar en la Alhambra, poder pasear por sus jardines, meditar e incluso dormir en los mismos lugares que el rey Boabdil.

Cuentan además que, aunque reservaron varias plantas de un prestigioso hotel cercano, el desembarco de la comitiva fue de película: granades jaimas, equipos de aire acondicionado de última generación, alfombras de lana, ambulancias con varios sanitarios y, por supuesto, armas y demás artefactos.

Se paralizó la ciudad y todos los medios de comunicación se hicieron eco de la visita que, evidentemente, se había permitido porque aquello 'prometía' algo bueno para el futuro de la ciudad. Las famosas y deseadas inversiones.

El príncipe quedó tan encantando de aquellos días de descanso, rezo y meditación que ordenó construir una réplica exacta en el desierto. Y tirando de chequera, como popularmente se dice, contrataron ingenieros y arquitectos franceses, de lo mejorcito, expertos en cartografía e historia, canteros etc.

Quería lo mejor de lo mejor para su nuevo proyecto, porque quería una copia exacta.

Construyeron dos patios de los Leones, el primero parece que se les quedó pequeño, la Torre de Comarex y el Patio de los Arrayanes, bajo una sola condición, nadie podía saber que se estaba realizando ese macroproyecto, por lo que debería guardarse en el más absoluto secreto.

La ciudad se volcó con el príncipe y él, ante tal recibimiento y agradecimiento por el trato recibido, decidió devolver ese privilegio a la ciudad, con el mayor presente que tradicionalmente un príncipe musulmán puede realizar: dos magníficos caballos Kuraffi y Clasic Laura con un linaje inigualable y que se mostraban al pueblo las tardes de toros justo antes de que los diestros realizasen el paseíllo. Con los años tuvieron un potro al que llamaron Asmar (moreno). Todo fue vendido más adelante porque los cuidados de los equinos eran demasiado costosos para ese par de vueltas al ruedo el día del Corpus.

El alcalde de Salamanca ha sido muy contundente con el 'cazainversiones' al enterarse de que este hombre, el amigo del concejal de Turismo, había falsificado el título de economista. Ha sido tan rotundo, que salta por los aires ese dudoso proyecto de Peace City World, la nueva Dubái salmantina, un oasis en la península ibérica, con los jeques con sus chilabas desfilando por la Plaza Mayor.

Muchas incógnitas y muchas acusaciones en torno a la falsificación de un título que claramente nos hace pensar que puede haber algo más detrás y que todavía hoy no conocemos.

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