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El corona en dos tardes

Hay borrico que piensa que no va con él, que todo esto es muy cansado, en plan, que es muletilla de joven ignorante

Eduardo Fernández

Miércoles, 21 de octubre 2020, 10:39

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La política deja a menudo frases para la posteridad. Los políticos, especie humana de naturaleza particularmente soberbia y vanidosa, cree que cuando opina, la tierra interrumpe sus movimientos de rotación y la humanidad, con el aliento contenido, espera la genialidad que cada diez o doce segundos brota de la boca del político. Lo sé porque yo he estado ahí, que diría uno de Wisconsin para decir que a mí me ha pasado. Y miren que yo era un tipo juicioso en el mar de engreídos que pululan sobre moqueta y púrpura (vamos, no me sean cicateros una vez que les dejé tranquilos). Y claro, luego quedan cositas célebres; ahora ni siquiera con necesidad de oralidad -lo de la oralidad se presta a mucho juego en la política, como podría atestiguar Bill Clinton-, porque lo de los mensajes y las redes ha multiplicado exponencialmente el riesgo de comprobación de lo insulso de algunos personajes políticos y hasta qué bochornoso punto otros son incultos hasta la zafiedad. Quizás solo en el fútbol se disculparían razonamientos de trazo grueso como los de un político haciendo méritos ante sus jefecillos intermedios argumentario en mano. Pero los que nos gustan de verdad son precisamente los deslices de los jefecillos. Y a micrófono abierto o red social de hemeroteca traviesa, más.

Ya saben que me gusta citarles alguna frase que venga al punto para que quede claro que lo que yo opinión tiene el apoyo de mil fuentes de autoridad, por si -cosa inexplicable- no les bastaste mi solo juicio. Vamos a ver si algunas cosas convienen a la situación social que vivimos en todo León con la dichosa pandemia que nos come la moral, el empleo y los abrazos. Pues hoy, mucha ración de frases de políticos para digerir esto.

En los últimos días hemos descubierto, con disgusto y hasta desesperanza en el futuro, que la población en edad universitaria (por no enchufarles a los universitarios toda la presión) presenta en León una tasa de contagio seis veces superior a la media, que ya es como para pedir ayuda de todos los santos del Cielo. No que la doble o triplique, sino que es seis veces superior. De estos van a depender las pensiones de muchos; como para echarse a temblar, o a emigrar, o a suscribir un plan de pensiones. Ya se sabe, la generación más formada de la historia parece presentar algunas lagunas en lo del espíritu cívico, seguramente culpa del PP y de no haber profundizado en la Educación para la Ciudadanía, o en la Alianza de Civilizaciones, o vaya usted a saber en qué. El caso es que como un hato de lerdos y no como los jóvenes idealistas preocupados por el bienestar de la humanidad que creíamos que eran, se saltan todas las precauciones, se mezclan, cambian fluidos -algunos en botellón- y se contagian como la panda de gilipollas que resultan ser y no la prole educada que pensábamos estar formando con todo el sudor de los padres (doble de las madres). Bueno pues me revelo y me niego a pensar que por la estupidez acreditada sobradamente de algunos parezca que todos los jóvenes nos contagian. Eso sí, a los gaznápiros que se saltan el confinamiento, la cuarentena, la distancia mínima y la mascarilla no les perdono que yo no pueda abrazar a mi madre, y cada uno a la suya.

Hay borrico que piensa que no va con él, que todo esto es muy cansado, en plan, que es muletilla de joven ignorante. Y que el género humano está para aguantar su caprichito de príncipe mimado, faltaría más, porque desde que nació ha estado entre algodones sin haber oído hablar de las obligaciones y los deberes y cree que tiene derecho constitucional a la play y la fiesta desmadrada. Que si te contagias te fastidias y si vas a la uci ya saldrás. Y el resto de la sociedad, y el rectorado y las autoridades sanitarias dando buenos consejos y ellos (y ellas por la cosa de la estupidez de género que desconoce sexos) a lo suyo que es dar por ahí a la sociedad que no los entiende y les hace ponerse esas cosas en la boca y no saludarse como rapero del Bronx a palmetadas. Y la gente a aguantarse y a entretenerse con la ocurrencia del día de Illa o del Simón al que yo le oí, con estas orejitas que Dios me dio, en la primavera que la mascarilla era artefacto totalmente superfluo.

Y a agradecerles a los políticos que tengan una frase para cada ocasión, porque el buenismo de no decirle cuatro frescas a estos insensatos, porque son tontos pero a la vez votantes, nos lleva a socializar la culpa y no. Hasta ahí. Que la inmensísima mayoría del personal, también de su misma edad, es responsable y cumplidor.

Así que los mequetrefes que piensan solo en ellos sepan que no, que no se puede decir a León, que aguante. Que el coronavirus pasará y que mientras tanto que a ellos les quiten lo bailao y lo bebido. Aquí no conviene un rajoniano sé fuerte, León, aguanta, que mientras, yo de fiesta. Con esta peña, «manda huevos» (Trillo presidente del Congreso dixit). Como dijo el más grande feminista militante del país, Pablo Iglesias, a estos los azotaría hasta que sangrasen, y, «cuando acabemos con esta columna -esta charla dijo él-, en vez de mariconadas del teatro, nos vamos de cacería» de estos insensatos que nos contagian a todos. Aunque muchos de ellos estarán, como Echenique en una buena francachela, cantándonos esa conocida aria operística que dice «chúpame la minga, Dominga, que tiene sustancia», si bien estos, mejor líricos que belicosos, a ver si me responden que «debemos exterminar sistemática y totalmente a todo miembro y votante de Vox, C´s o PP« (perla de un tal Adolfo Ranero, candidato de Podemos a en Twitter). Soy consciente que estar aquí en plan señorita Rottenmeier -esto solo lo entienden los que hemos hecho EGB- es un rollo; «vaya coñazo que he soltao» (que diría Aznar en el Parlamento Europeo), pero las medidas para evitar contagios no son caprichos y «se aprueban por cojones» para cumplirlas (eso es del Miguel Arias Cañete Ministro de Agricultura). No vamos a mandar a los universitarios de fiesta en colegio mayor para sus casitas a que contagien a los suyos, aunque ganas nos den; más a lo bestia dijo uno en el Parlamento andaluz «los moros, que se vuelvan a Marruecos, que es donde tienen que estar» (fue el vicepresidente tercero socialista Rafael Centeno). No es cuestión de insultar, sino de cumplir (Delgado: »Un maricón«. »¿Quién es maricón?«. El covid). Pero no nos contagien; como diría el presidente mejicano Andrés Manuel Lopéz Obrador -ese genio que confía más en amuletos que en mascarillas- «piensen en sus mamacitas».

Hay que estar vigilante (Zapatero le diría a Iñaki Gabilondo: «nos conviene que haya tensión»), porque a este paso no salimos en cien años y entonces… como diría Evo morales «en Europa casi todos son calvos, y esto es por las cosas que comen», pues no, es de lo que hemos tenido que guardar confinamiento. Cuídense, que haciéndolo nos cuidarán a todos y les daremos menos trabajo a los sanitarios y menos posibilidades a los políticos para frases geniales.

Yo creo que León es una gran tierra con grandes personas. Al estilo de Rajoy «España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles», pues eso. Grandes, todos. Pero algunos grandes gilipollas. Como diría Romanones «vaya tropa». Les dejo con dos frases más. La primera de Estanislao Figueras primer presidente de la Primera República española antes de mandar a todos a la porra: «señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros». La última, como el ministro Jordi Sevilla espetó a Zapatero a propósito de aprender economía, «tú lo que necesitas para saber de esto son dos tardes», pues dos tardes hacía pasar yo a todos los mamarrachos insensatos que no cumplen con las familias que han perdido miembros por el Covid y ayudando en la UCI del hospital de León de gratis y hasta la extenuación, como trabajan nuestros sanitarios. El corona en dos tardes.

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