Radares de tráfico: seis días para que lleguen las multas y seis meses en caducar
Radares fijos, móviles o de tramo para «evitar» tramos de vía con alta tasa de siniestralidad
La suma del descuido y la velocidad generan un factor, en muchas ocasiones sorpresa, cuando las notificaciones de las infracciones de tráfico llegan a casa. Límites que se exceden, carreteras con tasas muy altas de accidentalidad y un recurso «necesario» y «básico» para proteger la seguridad de los conductores. Así definen desde la Dirección General de Tráfico la utilidad de los radares de velocidad.
La duda más casual de los conductores suele venir tras algún despiste en el cuál el piloto del automóvil no sabe si ha sido captado por los controles de velocidad superando los límites establecidos en la vía.
Según indica el Jefe Provincial de Tráfico de León, Gonzalo León Vázquez, los radares tienen un margen de error establecido con medidores homologados y revisados por el Centro Español de Metrología.
Velocidad de radares y márgenes de error
En este se establece un control metrológico de los cinemómetros en todas sus fases. Por lo que, cuando un radar se ubica en un determinado lugar, las infracciones siempre se notifican cuando el vehículo va por encima de la velocidad límite de la vía incluyendo los márgenes de error de estos.
Los tiempos se marcan entre los cuatro y los seis días de llegada de notificación al domicilio en caso de los radares fijos y entre cinco y ocho los móviles. Tiempo que aumenta debido a que los boletines tienen que entregarse en la Jefatura de Tráfico.
En muchas ocasione,s el propio control de tráfico establece zonas de retención de vehículos a los que han sido captados por los radares notificando en el momento de la infracción a los conductores la sanción que se les impone y teniendo el denunciado la posibilidad de abonarla en el momento.
Caducidad de las multas
Las multas deben llegar al domicilio antes de los seis meses posteriores, debido a que sino esta podría vencer. Con los radares de tramo surgen las dudas de cuál es el margen de error permitido y para ello se establece una fórmula matemática entre velocidad, recorrido y tiempo. En la provincia de León hay un radar que destaca en números. El detector de velocidad ubicado en el punto kilométrico 161 perteneciente a la A-66 es el que más infracciones recoge por exceso de velocidad en toda la provincia.
Nuevos controles de velocidad llegan a la capital y a la provincia con el paso de los años para evitar que tramos de carreteras con gran cúmulo de accidentes no solo mortales, sino también en salida de vía.
Para ubicar un nuevo radar son varios los factores que influyen en la decisión. En un primer momento «se colocan aforadores previos para detectar el tráfico y la afluencia de la vía» donde se ubicará. Por otra parte, otro de los factores a tener en cuenta es la relación con la accidentalidad, no solo mortal, sino también ordinaria.
Radares de tramo y móviles
Los radares de tramo se establecen en zonas con zonas tendentes a incrementar la velocidad que, en muchas ocasiones, aumenta en «descuidos» de los conductores.
«Con esto pretendemos regular conductas involuntarias que tienden a acelerar cuando ven tramos de fácil conducción en carretera», asegura Gonzalo León. Pero no todos los radares están en activo y, en muchas ocasiones, a pesar de que las cabinas están dotadas de todo, los cinemómetros varían de una a otra dependiendo de las circunstancias. Un plan de rotación ordinaria según la accidentalidad tasada en los tramos establecidos que se puede rotar de forma programada o sustancial.
Los radares móviles no tienen zonas determinadas para ubicarse sino que, intentan cubrir las zonas donde los radares móviles no pueden llegar y aprovechan la llegada de campañas como la de la ITV para ubicar controles y asegurar tanto las carreteras como a los conductores que las transitan.
