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Cada vez es más habitual acudir a la farmacia a por un tratamiento y tener que esperar varios días para recibirlo. Diferentes factores favorecen la escasez de algunos medicamentos en contrato, sin llegar a referirse al problema como desabastecimiento, y los dispensarios se ven obligados a redirigir las pautas de sus clientes más habituales o variar la marca que se iba a buscar.
Este problema es con el que conviven en el día a día los farmacéuticos leoneses, tal y como reconoce la presidenta del colegio provincial, Montserrat Ávila, titular de una botica en Trobajo del Camino en la que «a diario» tienen escasez de alrededor de medio centenar de productos. «Puede haber momentos en el que nos faltan hasta 300 medicamentos de diferentes principios activos».
Se trata de una circunstancia «constante» durante todo el año y no algo específico, por ejemplo, de las últimas fiestas navideñas. «El Ozempic, que se utiliza para grandes comidas, no ha tenido grandes problemas», cosa que sí ocurrió hace tres meses.
Los medicamentos más condicionados por la escasez suelen ser los de tratamientos crónicos y siempre con la obligación de necesitar receta médica. Como ejemplo de la falta de medicamentos aparecen el Concerta -para el TDAH-, el Ozenpiol -diabetes-, el Gabapentina -para gente mayor y problemas de nervios-, los Pregabalina o Lyrica -para dolores neuropáticos, la ansiedad o la epilepsia-, el Metotrexato -artritis- o el Propanolol -hipertensión-.
Esta «falta puntual» de medicamentos a la que hace referencia la farmacéutica Ávila obliga a actuar a este primer contacto de los pacientes con el sistema sanitario. «Les vamos diciendo que tengan cuidado cuando pedimos un producto y nos va llegando escasos. A veces les pido hasta un poco de acopio», reconoce. Como primera solución está la reducción medida de la dosis, de consumo diario a días alternos, «para ir capeando y que no tenga que dejar de tomarlo». Como ejemplo, el TDAH, que tiene una posología de hasta 12 horas, tiene la posibilidad de pasar «de un rango terapéutico inferior a otro», lo que garantiza que los afectados no se queden sin medicación, aunque esta decisión debería quedar en manos de su especialista.
El desabastecimiento se está produciendo «en todos los países europeos» y está siendo «más acuciante» en España debido al precio más barato de los medicamentos: «Un país que fabrica los manda a otro cualquiera antes que a España». Además, el servicio depende de proveedores de materia activa que están fuera de Europa, mismo «problema» que hubo en la pandemia con los guantes y las mascarillas. «Seguimos cayendo en el mismo error».
Al verderse fuera de la comunidad europea, hay más probabilidad de que los viajes se compliquen debido a factores externos como el mal tiempo, el precio de la gasolina o problemas en puntos de comunicaciones.
A todo esto se suma el envejecimiento de la población española que requieren más tratamientos al ser más el público que los necesita.
Para evitar la interrupción de tratamientos, las farmacias cuentan con una plataforma que comunica semanalmente la escasez de medicamentos. Esto permite a la Agencia Española del Medicamento informar a los médicos para que intenten variar el nombre del principio activo que recetan a sus pacientes.
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