El asesino confeso instaló puestos de observación para vigilar a los peregrinos
La detención no fue «sorpresiva ni causal» y se basó en un intenso trabajó que llevó a investigar a todas aquellas personas del entorno de Astorga sobre las que pesaba una denuncia por violencia así como aquellos merodeadores que molestaban a peregrinas
a. cubillas
Viernes, 17 de marzo 2017, 09:15
La telaraña que Miguel Ángel Muñoz tejió para atacar a las peregrinas incluía la construcción de puestos de observación, similares a los de los cazadores en los cotos, para vigilar y observar a los caminantes a su paso por el entorno de su vivienda.
Una evidencia que el alcalde pedáneo de Castrillo de los Polvarazes trasladó al subinspector de la Policía Judicial del Grupo de Desaparecidos y Homicidios que coincidió en señalar en que fueron los ataques previos a peregrinas los que llevaron a centrar la investigación en dicha localidad, más concretamente en el entorno de la vivienda de Miguel Ángel y en su persona.
Las manifestaciones de la peregrina alemana no dejan lugar a dudas porque, aunque el atacante estaba encapuchado, las gafas que le habían robado aparecen a escasos metros de la entrada de la finca de Miguel Ángel, señaló el subinspector que afirmó que la detención de Miguel Ángel no fue sorpresiva.
Es más, aseguró que la detención fue fruto de un intenso trabajo con varias líneas de investigación en las que se investigó a todo aquellas personas del entorno de Astorga sobre las que pesaba una denuncia por violencia así como aquellos merodeadores que molestaban a peregrinas, incluso masturbándose a su paso.
La llamada de descarga
Durante la tercera sesión del juicio, el subinspector de la Policía Judicial del Grupo de Desaparecidos y Homicidios también hizo alusión a la llamada de 45 minutos que realizó Miguel Ángel a su expareja días después de la desaparición del cuerpo y que llamó la atención de los investigadores dado que sus contactos habitualmente se limitaban a unos minutos.
Se trataba de una llamada de descarga porque una persona que mata a otra tiene un cargo moral y psicológico muy grande e intenta es hablar y descargar. Una llamada que, continúo, viene motivado por el crimen, que la realiza a una persona en la que confía, con la que se siente arropada aunque no le esté reconociendo los hechos.