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Nicolás Redondo, exlíder histórico de UGT, en una foto de archivo. foto: RTVE | vídeo: atlas

La muerte de Nicolás Redondo sella el ciclo histórico del obrerismo que hizo la Transición

Secretario general de UGT durante casi dos décadas, elevó a Felipe González y Alfonso Guerra a dirigir el PSOE para luego encabezar en 1988 la huelga que paró el país frente al Gobierno afín

Elisa garcía / J. A. Bravo

Miércoles, 4 de enero 2023, 00:44

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Nicolás Redondo Urbieta marcó con letras mayúsculas la historia del sindicalismo español al frente de UGT, hasta el punto de transcenderlo por su papel durante la dictadura, después en la Transición y finalmente en las dos primeras décadas de la democracia para erigirse en uno de los personajes más importantes de España en la segunda mitad del siglo XX. Fallecido el martes a los 95 años, desde principios de esta nueva centuria prefirió un discreto segundo plano porque su figura aún proyectaba una alargada sombra sobre la central que tanto amó pero que tanto esfuerzo vital, también, le requirió..

En abril de 1994, tras 18 años al frente de la Unión General de Trabajadores (UGT), Nicolás Redondo pasó a ser un simple afiliado del sindicato. Y una parte del PSOE respiró entonces tranquilo porque se iba el hombre que separó la sigla sindical y la partidaria en la familia socialista. Otros, por el contrario, suspiraron con cierta nostalgia porque parecía que fuera ayer cuando en el Congreso del PSOE celebrado en Suresnes (Francia) en 1974, Redondo promovió a Felipe González y Alfonso Guerra como secretario y vicesecretario del partido para liderarlo en el nuevo tiempo que asomaba. Tres nombres históricos que marcaron por décadas la historia del partido y del sindicato.

Nicolás Redondo Urbieta nació el 16 de junio de 1927 en Barakaldo (Vizcaya), en el seno de una familia de clase trabajadora, socialista y sindicalista. A los diez años fue evacuado a Francia con varios niños vascos y recogido por una familia minera de origen español, con la que convivió hasta 1940. Tras la Guerra Civil regresó a España y cursó estudios elementales en Barcelona.

Medio siglo de militancia

Con 18 años ingresó en las Juventudes Socialistas y en UGT. Empezó a trabajar en La Naval de Sestao, el astillero en el que se curtió y comenzó a construir su liderazgo. En él organizó varias huelgas, la primera en 1946. Ya en la década de los 50 se dedicó a actividades clandestinas de organización y propaganda ugetista y durante la dictadura de Franco fue detenido hasta en 14 ocasiones.

Mientras otros jóvenes socialistas visitaban París en 1968, él estuvo en el destierro: dos meses en Las Hurdes cacereñas. Su último arresto se produjo en 1973. El Supremo le condenó a dos años y medio de prisión, de los que pasó cinco meses encarcelados y el resto en libertad condicional. En 1975 se benefició de la amnistía general a presos políticos.

En la lucha

Durante la dictadura franquista fue detenido catorce veces, pasó cinco meses en la cárcel e incluso estuvo en el destierro

Dos años más tarde entró en la comisión ejecutiva de UGT y del PSOE. En 1976 asumió el cargo de secretario general del sindicato tras haberse negado a asumir la dirección del partido en 1974. Fue en aquel ya legendario Congreso de Suresnes. A partir de 1976 resultó reelegido secretario general en los sucesivos congresos de UGT celebrados en 1980, 1983, 1986 y 1990.

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En la imagen superior Nicolás Redondo y Felipe González, aún felices, a principios de los años 80; debajo, la Puerta del Sol en Madrid durante la huelga general del 14 de diciembre de 1988; por último, Redondo dando el relevo como secretario general de UGT en 1994 a Cándido Méndez. R. C.
Imagen secundaria 1 - En la imagen superior Nicolás Redondo y Felipe González, aún felices, a principios de los años 80; debajo, la Puerta del Sol en Madrid durante la huelga general del 14 de diciembre de 1988; por último, Redondo dando el relevo como secretario general de UGT en 1994 a Cándido Méndez.
Imagen secundaria 2 - En la imagen superior Nicolás Redondo y Felipe González, aún felices, a principios de los años 80; debajo, la Puerta del Sol en Madrid durante la huelga general del 14 de diciembre de 1988; por último, Redondo dando el relevo como secretario general de UGT en 1994 a Cándido Méndez.

Confrontación socialista

Desde la instauración del régimen democrático Nicolás Redondo fue elegido diputado por Bilbao hasta que en 1987 dimitió. Pero la confrontación con sus compañeros de partido comenzó antes, en 1985, con la ley de reforma de las pensiones. La criticó porque reducía las percepciones de los pensionistas y votó en contra en el Parlamento. Ello provocó la salida de José Luis Corcuera, años después ministro del Interior, de la dirección sindical.

En octubre de 1987, el secretario general de UGT, junto con el responsable de Organización de la central, presentó al presidente Felipe González su dimisión como diputado socialista. El líder sindical reclamaba mejoras sociales en los Presupuestos Generales del Estado de 1988 para las que se necesitaba más dinero y acusó al Ejecutivo socialista de «repartir mal la tarta» en tiempos de bonanza económica.

Fiel a sus principios

Dimitió como diputado socialista en 1987 porque los Presupuestos no incluían las mejoras sociales que pedía

Las desavenencias tuvieron un punto álgido meses después con la convocatoria de la primera huelga general conjunta de UGT y CC OO. El 14 de diciembre de 1988 se desarrolló el paro calificado por el propio presidente González como un éxito total. La quiebra fue irreversible. Sin embargo y en un corto período de tiempo, el PSOE volvió a conseguir mayoría absoluta en las urnas. Después aquel recordado 14-D llegaron el 28 de mayo de 1992 y el 27 de enero de 1994. La primera de esas fechas tuvo lugar una huelga de media jornada y la segunda de 24 horas.

Después del paro general del 14-D llegaron el 28 de mayo de 1992 y el 27 de enero de 1994. La primera de esas fechas tuvo lugar una huelga de media jornada y la segunda de 24 horas. La interpretación de ambas movilizaciones fue distinta según la parte que la realizaba. En cualquier caso, todos estuvieron de acuerdo en que ninguna de las dos fue semejante al 14-D.

Errores finales

Precisamente ya había anunciado su retirada cuando se convocó la huelga del 27 de enero. El anuncio del nuevo paro prolongó el dilema de la sucesión y del candidato para dirigir el sindicato tras su marcha. En UGT existía un fuerte respeto hacia su máximo responsable, lo que no impidió que parte de los delegados considerase en aquel momento que Nicolás Redondo no había planeado adecuadamente su jubilación, de manera que se levantaron innecesarias ampollas entre unos y otros, con unas heridas que tardarían tiempo en cicatrizar.

El período de Redondo, relevado por Cándido Méndez al frente de UGT, también alguna sombra. Por ejemplo, fracasó en el intento de promover un sindicalismo suministrador de servicios y tuvo que admitir que fue un error dejar el desarrollo de las empresas vinculadas a la central en manos de personas incompetentes. El ejemplo más doloroso fue la quiebra de la cooperativa de viviendas PSV que sumió en un calvario judicial a 20.000 personas y llegó a amenazar al sindicato con tener que afrontar una indemnización de más de 78 millones de euros que finalmente logró evitar.

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