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Marc Blanch intenta cortar la red de la canasta con una tijera sin afilar. / Antonio Quintero
Marc Blanch, un rockero de gatillo fácil

Marc Blanch, un rockero de gatillo fácil

El alero del campeón de la Liga LEB Oro comenzó a jugar a los 4 años y ahora se concentra escuchando Barricada antes de cada partido

marco alonso

Jueves, 14 de abril 2016, 12:45

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Es un hombre decidido. Mientras todo el mundo saltaba, gritaba y algunos lloraban, él se fue corriendo a por unas tijeras nada más acabar el partido que dio la Liga al Quesos Cerrato. Marc Blanch quería un recuerdo del ascenso, un pedacito de aquel día, y se lo llevó, aunque lo suyo le costó. Las tijeras no cortaban y el alero tuvo que sudar de lo lindo para lograr ese superfluo premio. Todo cuesta, incluso lo más pequeño, y este catalán, que cuenta ya con 34 primaveras, lo tiene claro desde que empezó a botar un balón de baloncesto, a la tierna edad de cuatro añitos.

El 12 de enero de 1982 nació este trabajador incansable y desde ese mismo momento parecía predestinado a dedicarse a meter canastas. Badalona fue la ciudad que le vio nacer, un lugar en el que el baloncesto es mucho más que un divertimento, y su padre, Marcel, era el entrenador del equipo de su colegio. «Empecé desde muy pequeñito y fue mi padre el que me inculcó el amor a este deporte», recuerda el jugador del Quesos Cerrato.

Los años fueron pasando y este jovencito creció hasta llegar a medir 1,95 metros. No. No iba a ser un pívot grande, pero su agilidad y su mano le convirtieron en un prometedor alero, en un jugador que salía de casa por primera vez para afrontar una temporada en Gandía, cuando ni siquiera necesitaba la maquinilla de afeitar bien es cierto que ahora tampoco la usa. La promesa se convirtió en realidad, Marc Llegó a la ACB, demostró su talento en el Estudiantes y en el Andorra y este año lo ha demostrado en Palencia, un lugar en el que se siente como en casa. «He estado en ciudades pequeñas, como Inca, Menorca o el propio Andorra, que en todo el país no hay más de 80.000 habitantes. Estoy acostumbrado a vivir en sitios pequeños. Para estar rodeado de gente ya me voy a la playa en Badalona en verano. Valoro mucho la tranquilidad que me da poder vivir en una ciudad como Palencia», asegura.

El eléctrico jugador, máximo exponente del juego rápido que ha practicado esta temporada elQuesos Cerrato, adora la tranquilidad. Puede parecer una paradoja, pero la paz que busca en su vida privada contrasta directamente con la explosividad que muestra cada viernes en la cancha este catalán que ha demostrado ser puro nervio noche tras noche en el Marta Domínguez. Tal vez esa metamorfosis que sufre Blanch de su casa al pabellón tenga que ver con la música que aparece en los favoritos de la playlist de su iPad. «Antes de cada partido, me gusta ponerme música que me motive y hay una que siempre me pongo: No hay tregua, de Barricada», confiesa Blanch, que es todo un rockero, y sueña cada viernes con ser felino en ese juego del gato y el ratón que se ve semana tras semana sobre el parqué.

Los viejos rockeros nunca mueren, pero Blanch es consciente de que su carrera, a sus 34 años recién cumplidos, está próxima a su fin y espera que su futuro esté vinculado al baloncesto, a ese deporte que comenzó a practicar cuando tenía la misma edad que ahora tiene su hija, Marina. «Llega un momento en el que me tendré que plantear dejar el baloncesto, pero esto es algo que he hecho durante toda mi vida y me costará mucho dejarlo. Cuando me retire de profesional seguiré jugando en Badalona, si me dejan, hasta que aguante», afirma el alero del Quesos Cerrato, que, una vez finalice su etapa como jugador de baloncesto, se plantea trabajar con algo relacionado con el mundo de la empresa sin dejar del lado el deporte . «Esto se acaba, pero no me he parado mucho a pensar qué haré cuando llegue ese momento», explica con franqueza el alero, que se ha convertido en el ídolo de la afición.

Vayamos a la foto que ilustra estas líneas. El protagonista de esa imagen con la que sueñan todos los jugadores de la Liga LEBOro es él, pero no se da ni un gramo de importancia. De hecho, su carácter cercano quedó retratado el sábado desde el balcón del Ayuntamiento. Mientras todos sus compañeros entonaban discursos con agradecimientos a unos y a otros, él se arrimó al micrófono para sacar un sonrisa a la afición. «Os pedimos disculpas por si os hemos hecho sufrir un poco, pero lo teníamos todo controlado», señaló Blanch el día de la celebración del título liguero.

Barricada volverá a sonar en el iPad de este genial jugador el viernes y dejará de hacerlo hasta nueva orden porque la Liga toca a su fin. La banda, comandada por El Drogas cuando salió a la luz 'No hay tregua', esperará su momento para sacar el Mr. Hide que guarda Blanch bajo esa apariencia de hombre de tranquilo. Y es que cuando el Quesos Cerrato está asustado, en esos momentos de incertidumbre en los que cualquier cosa puede suceder, el que tira de gatillo es este rockero de tijera sin filo.

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