Del rosetón al trascoro, la Catedral de León no termina las obras

La Catedral de León no termina de acicalarse. Con las obras de restauración del rosetón sin finalizar han comenzado las labores de interveción en el trascoro. Esta obra perteneciente al Renacimiento precisa un 'lavado' de imagen. La antigüedad de las imágenes laterales y el gran arco triunfal hace que requiera un tratamiento previo antes de proceder a la reforma.

Los trabajos ya han comenzado documentando el anverso y el reverso del conjunto que será utilizada en la generación de los mapas de daños y de los planos necesarios para la conservación-restauración de este conjunto escultórico y arquitectónico.

Esta intervención ha sido llevada a cabo por el Instituto del Patrimonio Cultural de España que ha empleado un escáner láser, una estación total, varias cámaras fotográficas y distintos flases.

En la toma de datos se utilizó una plataforma elevadora móvil, tanto en el interior como en el exterior del coro, tal y como ha aportado esta institución. Para evitar los reflejos de las vidrieras las tomas fotográficas se realizaron por la tarde noche.

Tanto los puntos de control como las dianas del escáner se observaron con una estación topográfica por intersección inversa y radiación o intersección. Los trabajos están integrados en un único sistema de coordenadas pudiendo superponer las nubes de escáner y fotogramétricas.

La geometría general del trascoro y su entorno se obtuvo mediante cuatro escaneos láser desde el suelo. Aunque desde estas posiciones algunas zonas de interés no resultaban visibles.

El trascoro que comenzó a construir el año 1577, bajo la dirección de Juan López, sobre planos que había trazado Juan de Badajoz el Mozo un tercio de siglo antes, tal y como se explica en la web de la Catedral. El continuador de las obras fue Baltasar Gutiérrez, quien completó la estructura, en cuya decoración se quiere ver la mano borgoñesa de Juan de Juni. Se concibe todo como un monumental arco de triunfo con un cuerpo de dos tableros a cada lado, enmarcados por columnillas de tercia, teniendo como pedestal un gran zócalo. En los relieves se representan las escenas de: la Natividad de la Virgen, la Anunciación, el Nacimiento de Cristo y la Adoración de los Reyes. Las cuatro imágenes que campean sobre él, efigian a san Pedro y san Pablo, a san Marcelo y san Isidoro. En el ático, por la parte delantera, está la Asunción de María, y, mirando al altar, san Froilán.

Dichas imágenes, lo mismo que los tableros de alabastro, fueron contratados por el cabildo con Juan de Juni y Esteban Jordán el 16 de febrero de 1577, fecha en que estaban avecinados en Valladolid, aunque ya antes habían estado vinculados a León. La realización de la obra corrió por cuenta de Esteban Jordán solamente, según los documentos conservados en el archivo de la Catedral, por haber fallecido Juni. El crucifijo que remata el conjunto está siendo considerado como de Bautista Vázquez, tras haberle presentado en concurso con otro del artista anterior.

Otras pequeñas representaciones de sibilas, virtudes y medallones se distribuyen sobre el entablamento.