Los servicios encargados de la extinción de los incendios siguen trabajando a destajo en un mes de agosto que quedará para la historia en la provincia de León y, en general, a lo largo de todo el país.
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En este escenario, los Canadair CL-215-T y CL-415 del Ejército del Aire se muestran como un bastión fundamental en la tarea y el teniente leonés Miguel Ángel Martín Pereira ha detallado en leonoticias su función y el modus operandi llevado a cabo ante un escenario de estas dimensiones.
Una situación anómala
«En los cinco veranos que llevo trabajando, no he visto nada igual, pero es que hay compañeros con más de veinte años de experiencia y nos dicen que, aunque el 2022 fue devastador, lo de las últimas semanas en una situación anómala porque son muchos focos y muy simultáneos», introduce el piloto tras haber estado presente en gran parte de los incendios que han asolado la zona.
A pesar de ello, el modelo de trabajo del 43 Grupo del Ejército del Aire se mantiene intacto, aunque en estos días con una mayor carga de trabajo. En total, cuentan con una tropa de catorce aeronaves alojadas durante todo el año en Torrejón de Ardoz (Madrid).
Durante los 365 días, siempre hay tripulación «de alarma», lo que supone que, ante cualquier incidencia que pueda requerir de su asistencia, están preparados para intervenir. Al llegar al mercado estival, ponen a disposición del Ministerio diez aeronaves de alarma, ante la imposibilidad de que sean más por temas de mantenimiento.
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La distribución del 43 Grupo
Desde junio hasta octubre, ambos incluidos, los mecánicos y pilotos especializados pasan a repartirse por el país en ocho bases -Santiago de Compostela, en Salamanca, Zaragoza, Torrejón, Albacete, Badajoz, Málaga y Mallorca-.
Aunque durante el día pueden aterrizar y repostar en otras bases aéreas como ha sido el caso de la de la Virgen del camino en estos días ante la cercanía de los incendios, por las noches, a expensas de algún caso extremo que así lo requiera, «volvemos a nuestras bases para que nuestro personal de tierra, que es un mecánico de tierra y un auxiliar de tropa, lleve el mantenimiento del avión».
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«Su labor también es muy importante, ellos muchas noches se las han pasado solucionando averías para que al día siguiente pudieran estar operativos», admite el teniente.
Con la salida del sol, los Canadair CL-215-T y CL-415 arrancan sus motores y proceden a actuar «donde nos necesitan y cuando nos requieren», necesitando únicamente que «nos llamen, nos den las coordinadas del incendio, la frecuencia de radio y nosotros ya, como una emergencia real que es, salimos lo antes posible».
En lo relacionado con la labor durante el operativo, los dos pilotos y el mecánico de vuelo de cada aeronave se mantienen en contacto «con un coordinador que o bien está en otra aeronave sobrevolando o en un puesto de mando en tierra», con el que se coordinan a la hora de actuar.
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No existe un nivel específico de peligrosidad requerido para su actuación, en muchos casos depende de «como estén los otros medios de los que disponen para trabajar», aunque Pereira admite que «en los incendios de nivel 2 seguro que nos sacan».
Los turnos de trabajo
En cuanto a las horas de trabajo, por normativa, cuentan con un máximo de «nueve horas diarias de vuelo de extinción» y un límite de «cien horas en 28 días», una cifra que es difícil de alcanzar y, de hecho, el piloto leonés reconoce que «ninguno hemos llegado aún a esas horas este mes».
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Aun así, en caso de alcanzar esas horas, «siempre hay pilotos y mecánicos disponibles para cubrir la alarma de quien se fuera acercando a dicho límite», lo que supone que no haya riesgo alguno de perder aeronaves en labores de extinción por ausencia de tripulación.
Su turno de trabajo diario se reparte en dos vuelos de cuatro horas y media, con una parada intermedia para repostar, que se puede realizar en las bases aéreas cercanas al incendio para la comodidad de las aeronaves.
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Condiciones de vuelo
Tras la puesta de sol, las aeronaves no pueden seguir realizando labores de extinción porque «el tipo de vuelto no lo permite», explica el piloto. «Todos los aviones vuelan por la noche porque van de un aeropuerto a otro y está todo el tráfico aéreo controlado, pero nosotros es un tipo de vuelo totalmente diferente. Despegamos de un aeropuerto, pero tenemos que recargar agua en un pantano o en un río o en el mar y no hay visibilidad, puedes haber cables de tensión o árboles. Necesitas luz para aterrizar en el pantano a coger agua».
Durante el día, existen condiciones extremas en las que no pueden llevar a cabo su servicio, como en casos extremos de «humo o si hay turbulencias muy severas, aunque que yo sepa este año no se ha dado esa situación ninguna vez» porque, durante todo el año, tienen «entrenamientos durante todo el año para poder actuar en casi cualquier condición».
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«En Ourense y el noroeste de León era todo humo, visibilidad muy escasa, pero con entrenamiento y mucha precaución hemos podido actuar. Si hay humo muy denso no nos metemos, pero de momento sí estamos operando», reconoce el teniente.
La labor del 43 Grupo, en números
Para alcanzar la dimensión de la labor realizada por el 43 Grupo durante una jornada, Pereira cuantifica en «más de veinte o treinta» las descargas que se pueden hacer en un día, siempre dependiendo de «la cercanía del incendio a la zona de recarga». «Por ejemplo, el pasado miércoles se volaron 62 horas y hubo más de 160 descargas entre todos los aviones. Y en el año llevan más de 1400 horas de extinción y más de 4000 descargas», asiente.
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Por último, en cuanto a la diferencia entre que se declare o no el nivel 3 de emergencia nacional, algo muy discutido en estas semanas, Miguel Ángel confiesa que «a nosotros no nos cambia nada».
«A nosotros nos activan, actuamos y hacemos el mayor esfuerzo por sacar adelante la operación y ayudar a la gente con todas las consecuencias que están teniendo, que es desolador. Siempre tratamos de ayudar y seguiremos poniendo nuestra vida y nuestro esfuerzo a su servicio. El nivel de emergencia no implica nada. Siempre vamos a actuar del mejor modo posible», concluye.
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