
Secciones
Servicios
Destacamos
En Valdearcos ya solo se escucha a los pájaros y algún ladrido lejano. Hasta los coches de la cercana nacional han dejado de pasar por allí. Sobre unas puertas cerradas a cal y canto aparecen carteles descoloridos para ofrecer información a nadie, porque nadie se baja ni se sube ya al tren en la estación de Santas Martas.
La maleza amenaza con comerse poco a poco el entorno de un imponente edificio en el que sobrevive el cartel del Instituto Geográfico Nacional que nos sitúa a 812,3 metros sobre el nivel medio del Mediterráneo en Alicante. La megafonía recuerda que no nos acerquemos a una línea amarilla imaginaria y que no crucemos las vías, aunque no hay ningún pasajero a cinco minutos de que el único servicio, dirección León, del día haga su entrada en el andén.
Santas Martas es la estación que menos pasajeros registró en 2023 de toda la red ferroviaria de la provincia de León. Los 709 trenes que aquí se detuvieron tan solo tuvieron 67 pasajeros, uno cada cinco días y cada once convoyes que pararon.
En total fueron 1.5119.406 los pasajeros que usaron el tren en alguna de las estaciones de la provincia en un año. Una cifra que devora la capital, con 1.292.959 usuarios de la alta velocidad en los 1.100 trenes que registró. Otras importantes fueron Ponferrada -105.547 viajeros-, seguida de Astorga y Sahagún, que superaron los 30.000, y a más distancia, por encima del millar, estuvieron La Pola, Busdongo, El Burgo Ranero, Grajal de Campos, Veguellina, Brañuelas y Bembibre. En el lado contrario aparecen pueblos importantes para el entramado ferroviario leonés en el pasado y que hoy se han quedado sin pasaje: aquí están los 287 pasajeros de Toral de los Vados, los 255 de Barrientos, los 211 de Quintana de Raneros, los 120 de Villadepalos, los 75 de Nistal y los 67 del mencionado Santas Martas.
«Tren Regional Exprés. Destino: León, con parada en Palanquinos. Vía 1». Anuncia la megafonía a la nada. Con puntualidad hace parada el convoy del que nadie baja y al que nadie espera.
Ese es el día a día de la estación de Santas Martas que dio lugar al pueblo de Valdearcos. Así lo recuerda la alcaldesa Rosana Coello: «Este era un punto importante del movimiento de mercancías y pasajeros; hoy no tenemos ni trenes ni mercancías y nos hemos quedado como tantos pueblos». Este pueblo de Santas Martas carece de territorio comunal precisamente porque surgió a raíz de las vías del tren. «Tuvo cereal, fábrica de traviesas, bares, cines, pescadería, carnicería y de todo», y todo gracias al tren.
Unas vías que alimentaron a un pueblo y que ahora son «un estorbo» para el casi centenar de vecinos que aún residen aquí. La iglesia queda a un lado y el cementerio a otro; el consultorio está al lado contrario de las casas de la estación y para ir a la casa de cultura hay que coger el coche. A ello se suman unos trenes parados durante años que provocan quejas en los vecinos por las dilataciones del material durante el verano.
De lograr una fórmula para cruzar las vías se encargó Joaquín Barrera en su época de pedáneo, hace ya más de dos décadas. Pidió un paso o una pasarela; Renfe envió personal a hacer catas y nada más. Hace memoria para recordar que «en este pueblo era todo la estación» con los viajeros que paraban de camino a Madrid y los que volvían hacia Galicia; también fue fuerte en mercancías con la remolacha que viajaba a la Azucarera Santa Elvira de León. «Yo hace 20 años que no monto en el tren», reconoce ante el desuso de este medio de transporte, y lo hizo para ver el Cultural-Deportivo de la Coruña de Copa del Rey en el año 2002. «Fui con Chucho, que en paz descanse. Teníamos tren para ir por la noche a León y nos volvimos en coche con amigos». Ahora, confiesa, «alguna vez» ve a un pasajero, pero más allá de los vagones abandonados no se ve.
También conoce bien lo que implicó el ferrocarril en Valdearcos su vecinos José Luis Herreros, que sitúa en «hace 40 años» cuando el tren empezó a languidecer y con ello un pueblo que tuvo en el silo un pilar y donde su familia regentó un restaurante que servía cientos de raciones cada día. También recuerda la importancia del frontón donde su padre «traía a los vascos -pelotaris-» y los vecinos de la zona venían «a la jarana». «Cogían el tren desde Palanquinos. El tren era lo más. Y con el Correo la gente marchaba a Villamarco y paraba en todas las estaciones. Pero ahora ya no hay nada».
Por la estación ya solo pasan dos trenes en todo el día, de ida y vuelta, entre León y Valladolid. También lo hace algún mercancías sin parada y otro permanece estacionado en las vías adicionales.
Nardín, ya fallecido, fue el último trabajador de una estación que tuvo tres factores, jefe y guardagujas. Todo eso es ya pasado. El presente son trenes sin parada, una megafonía que lanza advertencias a la nada y maleza creciendo sin control. Y dos regionales exprés que hacen parada pero a los que nadie espera y nadie baja en la estación fantasma de Santas Martas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.