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Una investigadora mira por el microscopio en el laboratorio. Archivo
Cada vez es menos probable que la innovación científica impulse el conocimiento en nuevas direcciones
Ciencia | Investigación

Cada vez es menos probable que la innovación científica impulse el conocimiento en nuevas direcciones

Es la conclusión a la que ha llegado un estudio de la universidad de Minessota que ha analizado los patrones de citas de 45 millones de artículos y de cerca de 4 millones de patentes

Miércoles, 4 de enero 2023, 17:03

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En las últimas décadas hemos sido testigos de un gran aumento en el volumen de nuevos conocimientos científicos y tecnológicos. Novedosos medicamentos contra distintas enfermedades, vacunas, grandes descubrimientos astronómicos, importantes logros en física de partículas o computación cuántica… Sin embargo, al contrario de lo que cabría esperar, un macroanálisis publicado este miércoles en la revista Nature, realizado por investigadores estadounidenses, sugiere que el progreso se está desacelerando en todos los campos de estudio.

Los autores, el profesor asociado Russell Funk, de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos); el estudiante de doctorado Michael Park y la profesora Erin Leahey, de la Universidad de Arizona (EE UU) han examinado evolución de la disrupción (el cambio radical en las bases del conocimiento y la innovación científica) de la ciencia y la tecnología a partir de los datos de 45 millones de artículos y cuatro millones de patentes, publicados en los últimos 60 años. La herramienta utilizada para ello, llamada índice CD, mide cómo dichos documentos cambian las interrelaciones en las citaciones entre artículos. Como resultado, los investigadores concluyen que cada vez es menos probable que los avances científicos y tecnológicos rompan con el pasado e impulsen el conocimiento hacia nuevas direcciones, siendo más frecuente que consoliden o desarrollen más en profundidad trabajos anteriores.

Según los resultados obtenidos, «los artículos, las patentes e incluso las solicitudes de subvenciones se han vuelto menos novedosas en comparación con trabajos del pasado, y cada vez es menos probable que los científicos conecten áreas distintas del conocimiento, lo cual es clave para la innovación», sostienen en su estudio. Además, destacan que «la brecha entre el año del descubrimiento y la entrega del Premio Nobel también ha aumentado, lo que sugiere que las contribuciones de hoy no están a la altura del pasado».

Impacto en todas las disciplinas

Para su estudio, los autores se basaron en las teorías fundamentales que suponen un cambio científico y tecnológico, entre las que distinguen dos tipos. Por un lado, las contribuciones que mejoran los flujos de conocimiento existentes y, por otro, las que interrumpen el conocimiento existente, haciéndolo obsoleto e impulsando la ciencia y la tecnología en nuevas direcciones. En todas las disciplinas, los autores encontraron una disminución en la disrupción de los nuevos descubrimientos e invenciones.

Para los artículos, la disminución en el puntaje de «disruptividad» entre 1945 y 2010 varía de 91.9% para las ciencias sociales a 100% para las ciencias físicas. Para las patentes, la disminución entre 1980 y 2010 va del 78,7% para computadoras y comunicaciones al 91,5% para medicamentos y medicina.

Una teoría para explicar la tendencia actual contempla la posibilidad de que todos los avances de las innovaciones disruptivas ya se hayan producido. «Un ecosistema científico saludable es aquel en el que hay una combinación de descubrimientos disruptivos y mejoras consolidadas, pero la naturaleza de la investigación está cambiando», dijo Funk. Otro argumento es la creciente carga de conocimiento que los científicos deben aprender, lo que los obliga a invertir más tiempo en formación en lugar de en ampliar los límites de la ciencia. Además, los académicos a veces se enfrentan a una cultura de investigación de «publicar o perecer», en la que su éxito se basa en la cantidad de artículos que publican o patentes que desarrollan, frente a la calidad o la disrupción de estos.

Motivo de preocupación

«Gran parte de la innovación proviene de probar cosas nuevas o tomar ideas de diferentes campos y ver qué sucede», considera Park, «pero si lo que preocupa es publicar un artículo tras otro lo más rápido posible, eso deja mucho menos tiempo para leer en profundidad y pensar en algunos de los grandes problemas que podrían conducir a estos avances disruptivos». Por ello, con estos hallazgos los investigadores sugieren que las agencias federales podrían implementar cambios en la financiación de la investigación para apoyar mejor las carreras a largo plazo de los académicos.

Estas tendencias están llamando cada vez más la atención de los políticos y suponen un motivo de gran preocupación, pues representan amenazas sustanciales para el crecimiento económico, la salud y el bienestar humanos y la seguridad nacional, junto con los esfuerzos globales para combatir grandes desafíos, como el cambio climático o la pandemia por Covid-19. Por ello, los autores sostienen que comprender mejor las causas de la disminución de la ciencia y la tecnología disruptivas permitirá replantear las estrategias de la producción científica en el futuro.

A pesar de todo, destacan que estos resultados no significan que haya menos avances tecnológicos por descubrir. «Existe una gran necesidad de innovación para encontrar respuestas a los desafíos más apremiantes de la actualidad, desde el cambio climático hasta la exploración espacial», declara Funk. «Está claro que todavía hay grandes oportunidades para que sucedan innovaciones disruptivas y para hacer mejoras para la humanidad».

Atributos necesarios para lograr la disrupción

Luis Sanz Menéndez, profesor de investigación en el CSIC en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos (IPP), que no ha participado en el estudio, ha señalado en declaraciones recogidas por el Science media Center que «el declive de los valores agregados de disrupción para el conjunto de la ciencia no significa que no haya habido trabajos concretos altamente disruptivos en los últimos años, simplemente que su peso en la población es menor».

Igualmente, declara que, «aunque este estudio pone el foco en los científicos individuales (a través de los artículos o las patentes), que un país contribuya a la ciencia disruptiva requiere no solo de científicos con talento individual, sino, sobre todo, de la existencia de contextos organizativos en los que se puedan integrar los atributos necesarios para impulsar trabajos disruptivos, actualmente concentrados en un pequeño conjunto de instituciones mundiales. Esos atributos, aún escasos entre las instituciones españolas, son, por ejemplo, un alto grado de flexibilidad organizativa, interdisciplinariedad, diversidad interna, financiación estable con capacidad de desarrollar proyectos a medio plazo y buenas condiciones de trabajo para la atracción del talento, entre otros».

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