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Paco Díez. H. Sastre
Paco Díez, músico y folclorista: «Poco o nada saben los jóvenes de sacrificio, entendido como esfuerzo»

Paco Díez, músico y folclorista: «Poco o nada saben los jóvenes de sacrificio, entendido como esfuerzo»

Díez es el mayor y mejor experto ibérico de la música judeo española

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 2 de marzo 2019

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He aquí el mayor y mejor experto ibérico de la música judeo española. Con 17 discos y camino de los tres mil conciertos a sus espaldas, Paco Díez, fundador y director de La Bazanca, y junto a su mujer, creador del Aula Museo Paco Díez. Un espacio cultural privado e independiente para la difusión de los instrumentos tradicionales de España y Portugal. Y todo, en el medio rural, en la localidad vallisoletana de Mucientes.

–Un aula museo privada e independiente... ¡Jure que no estoy soñando!

–No, no está soñando. Está usted en un proyecto privado de dos apasionados, mi mujer y yo, a través del cual quisimos canalizar nuestras ganas y deseos de didáctica respecto a enseñar nuestra cultura tradicional y, en este caso, nuestros instrumentos musicales tradicionales. No solo de Castilla y León, sino de toda la Península Ibérica.

–Es un museo porque se muestran cosas. Pero, ¿y la faceta de aula? ¿A quién enseñan?

–Es un museo donde los instrumentos no están solo puestos bonitos. Es un museo vivo.

«Puedo vivir de amar la música, y de hacerla por ser un artesano de lo que hago»

–¿Vivo?

–Claro: todos los instrumentos suenan.

–¿Hay museos no vivos?

–En muchos museos desgraciadamente ves cosas, accedes a una pantalla, das a un número con el instrumento que te ha llamado la atención para ver como suena. Pero en un aparato, no en vivo.

–Si esto es un aula, ¿a quién suple en la labor docente?

–Nuestra pretensión no es suplir a nadie, aunque somos conscientes de que sería una muy buena iniciativa que la temática de enseñanza escolar, sobre todo en Infantil y Primaria, se tomara un poco en serio, al menos, la posibilidad de ampliar las horas de música y que se diera la importancia debida al fundamento de la Organología Musical, a la ciencia que estudia los instrumentos.

«Llevo dos millones y medio de kilómetros de coche y de avión... ¡ni sé!»

–¿No se le da importancia ahora?

–Se enseñan los instrumentos de la orquesta clásica, de la sinfónica, pero no se enseñan a sus tatarabuelos y tatarabuelas.

–En un mundo tan tecnológico, llevamos años con las Humanidades cotizando a la baja. ¿Pide usted una utopía?

–¡Soy un quijote!

–Está considerado usted en el mundo como el mayor experto español en música sefardí. ¿Qué hace en un pueblo de Valladolid?

–(Ríe). Esa es una buena pregunta. Estoy disfrutando de mi tierra, de la luz, del viento, del agua cuando viene, de las heladas... Siento esta tierra y ojalá esta tierra me hubiera sentido a mí en mayor medida también. Pero habiendo nacido en el medio rural, en casa de labradores, en Piñel de Abajo, conozco esta mentalidad y no me extraña nada.Pero claro, cuando vas por el mundo, en muchos lugares, el más reciente en Japón, en octubre, donde fui tratado de una manera increíble, no solo por japoneses, sino también por hispanistas, porque el ladino ha sido considerado por la Real Academia como una parte inherente e importante de la lengua castellana...

­–¿Le tratan mejor en Japón?

–Allí, en Japón, en un congreso reciente, rodeado de grandes hispanistas que por mis estudios anteriores de Filología he conocido, uno se pregunta: ¿Qué hace aquí un chico de Piñel?

«'¿Qué hace aquí un chico de Piñel?', me pregunté un día en Japón rodeado de grandes hispanistas»

–¿Qué hacía allí un chico de Piñel?

–Al final te das cuenta de que gracias a la música, que es algo maravilloso, y de que he tenido ese don que he podido desarrollar y que lo disfruto, ha sido posible llegar a donde creo que estoy que es, muy sencillamente, en la posesión de un privilegio: hacer lo que me gusta y con lo que me gano dignamente la vida.

–Ha vivido en la Bretaña francesa dos años. Recientemente ha estado en EE UU, en Seattle, como profesor invitado de Organología Tradicional en la Escuela de Música de la Universidad de Washington. ¿Y acaba regresando a Mucientes?

–Sí.

–¡Pero si ha visto mucho mundo! ¿Por qué vuelve al pueblo?

–Viajo, veo mundo y lo que nos queda... Hemos apostado por este museo, queremos que funcione, aunque es muy complicado por que no deja de ser una iniciativa privada. Y volveré a Seattle en otoño. Pero mi problema es que no puedo abandonar el museo ni las programaciones que hago, ni otras obligaciones puntuales que tengo cada año con mis propuestas. Si no, yo estaría ahora mismo trabajando en la Universidad de Washington de año en año. Ahora quieren que vaya a enseñarles a tocar objetos domésticos.

–¡¿Objetos domésticos?! ¿Cuáles?

–La sartén, el calderillo, el cántaro, el almirez, las cucharas, la tapadera de la cacerola, la mesa, la silla...

–¿Tocan con eso en EE UU?

–Todo lo que se ha utilizado antaño, que aquí no lo damos importancia, allí... Pero además, por virtuosos, que tocan trompeta, como uno que venía de Australia, o un guitarrista increíble de la Isla de Saipan, arriba de Papúa-Nueva Guinea, otro de Islandia... Virtuosos que están allí formándose. Una gente deliciosa, que aprecia lo que haces.

–Vamos, que lo de 'Spain is different', no. ¡Los que son diferentes son los norteamericanos!

–Completamente. (Vuelve a reir).

–Oiga, ¿cómo surgió en usted el interés por la música judeo española? Porque cuando usted era universitario lo que se llevaba era la canción protesta, los cantautores, movidos por la apertura política que se vivía.

–Cayeron en mis manos unas grabaciones en cassette de intérpretes, que no eran precisamente originarios de la cultura sefardí o judeo española y con el grupo La Bazanca decidimos grabar, tras caer en nuestras manos un cancionero de Isaac Levy, que es uno de los mayores recopiladores de la música y la cultura sefardí, de origen turco, de Smirna. Y me llamó la atención.

–¿Así de sencillo? ¿Un flechazo?

–Mi madre cantaba siempre canciones tradicionales y siempre determinadas sonoridades se me quedaban en el oído.Me di cuenta de que no estaba tan lejos de nuestra música tradicional, de la música castellana que empezaba a conocer entonces y, en cierto modo, a controlar un poco con los miembros de mi grupo. Ahí decidimos grabar nuestro primer disco.Creo que fuimos La Bazanca el primer grupo que grabó en España música sefardí, en 1983, canciones sefardíes.

–¿Y de ahí hasta ahora?

–Llegamos hasta 1992, pensando que por ser el V Centenario del Descubrimiento podríamos tener un papel importante en algunos conciertos...

–¿...Y?

–¡Pues no! Aparecieron 'grandes difusores' de la cultura sefardí, de los que nadie había oído hablar, y se llevaron la pasta. Se la siguen llevando y así estamos. Entonces decidí que mantener un grupo de siete miembros era insostenible. ¡Hicimos un concierto en 1982, uno! Y éramos los más baratos... Entraron a saco los que estaban en Madrid, con el gobierno y sus acólitos. El partido da lo mismo el que fuere, porque ya sabemos que no hay diferencia, y decidí seguir adelante yo solo.

–¡Por medio mundo!

–He viajado mucho, he conocido a gente importantísima, me he sentido tratado por ellos increíblemente y me siento parte integrante de dicha cultura. Una cultura a la que le quedan quince años.

–Pero eso sería terrible...

–Hablo de cultura viva porque van a morir los últimos ladinoparlantes. Los jóvenes ya no están en esa cultura, están en la globalización, como los nuestros, y quitando en algunas universidades, donde se va a estudiar el ladino como el latín o el griego...

–Es decir, lenguas muertas.

–Sí, porque el ladino ahora mismo está en franco retroceso.

–¿Nadie va a poder evitar el drama de que muera el ladino?

–No, porque ninguno va a poder hablar ladino como lengua vernácula, quitando unos pocos románticos, que también conozco y con los que tengo muy buena relación. Se enseñará, no se aprenderá de forma natural en el hogar como se hizo hasta ahora.

–'Quien ama la música, ama la vida'. ¿Se mueve por la vida con este lema?

–Completamente. O de 'Donde músico hubiere, cosa mala no existiere'.

–¿De amar la música se puede vivir, comer, vestirse...?

–Yo sí. Pero no solo de amar la música y de hacerla sino de ser un artesano de lo que haces.

–¿Por qué artesano?

–Porque sigo cargando y descargando mi equipo de sonido, sigo conduciendo... Llevo más de dos millones y medio de kilómetros de coche; de avión... no quiero ni contar. Y en breve es el festival Culinaire de Fez. Luego será Israel, México y EE UU. Tendría que estar en Seatle para la V Cumbre de Herencia, donde se juntan todas las comunidades sefardíes y no podré estar porque tengo otras historias aquí. Dentro de esas comunidades y de los que cuentan en la cultura sefardí actual, por fortuna me cuento y me cuentan.

–¿Con su mensaje es posible llegar a la juventud hoy en día?

–No quisiera tener una reflexión de viejo, porque en mi interior me siento joven, pero poco o nada saben los jóvenes en general de lo que es la palabra sacrificio.

–La juventud se internetizó hace mucho; otros estratos de edad están en ello. ¿Cómo va a fijarse alguien en la música tradicional y, en concreto, en la judeo española, si para ejecutarla hay que estudiar, estudiar y estudiar y esforzarse? Los jóvenes lo tienen hoy todo a golpe de clic...

–Sin esfuerzo no hay nada que hacer. Sobre todo porque el golpe de clic del que habla... Si yo hubiera podido disfrutar y tener en mi tiempo esos tutoriales de Internet para poder aprender a tocar un instrumento. Las letras mismas de las canciones, que puedes encontrar diferentes versiones y hacer tu propia versión de un romance o de una canción de cantautor. Incluso puedes recrearla, reelaborarla... Hablo del esfuerzo y el sacrificio entendidos como lo que vi a mis mayores, sin escatimar tiempo, esfuerzo, penurias y cariño. Sin pasión, cariño y esfuerzo no se consigue nada y sobre todo, picando de flor en flor, que es lo que se hace... Cuantas veces me doy cuenta en las redes de que no leen, ¡no leen!

–¿Y eso?

–Pongo a lo mejor una foto de China de 2010 y me dicen, 'Anda qué bien, qué viaje más bonito, que lo disfrutes'. ¡Pero si he puesto China 2010!

–¿Alguna vez se ha sentido como voz que clama en el desierto??

–(Silencio largo, largo) Sí.

–Medalla de plata de la Ligue Universelle du Bien Publique, candidato al Princesa de Asturias 2016, condecorado por las autoridades culturales sefardíes. ¡Y aún no tiene el Premio Castilla yLeón de las Artes!

–Yo he entendido que mi labor tiene que ser larvada, velada. Sé lo que he hecho, sé lo que con salud voy a poder avanzar. Sé que hay mucha gente que me sigue, me satisface cada vez más y, no quiero ser pretencioso con ello, el que mucha gente a la que admiro me llame maestro, con los tiempos que corren. Lo del tiempo..., Como diría François Villón, 'a mi edad los honores'. Después de todos esos viajes, después de los que me quedan...

–¿Es verdad, entonces, que nadie es profeta en su tierra?

–¡Nadie!

–¿Qué se ha hecho mal en España para que esto que usted difunde y protege no esté en los libros de texto de Primaria y Secundaria?

–Pues seguramente no creer en la riqueza y en la importancia de su cultura.

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