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Entrada al centro, a escasos kilometros de Puebla de Sanabria.
Un centro especialmente visitado

Un centro especialmente visitado

Susana Escribano

Viernes, 24 de junio 2016, 21:15

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La Sierra de la Culebra es el territorio protegido con más lobos de toda Europa y, a la par, el que en proporción sufre menos conflictos con los ganaderos, pese a esa salud lobera que se ha convertido en un activo económico para esta comarca zamorana.

El Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León, que abrió sus puertas el año pasado en Robledo, a tiro de piedra de Puebla de Sanabria, aspira a capitalizar la atracción que ejerce este cánido, un fórmula 1 de los depredadores, entre el público. Más de 16.000 visitantes han descubierto los pormenores de la vida del lobo a través de esas instalaciones, que además del espacio expositivo y de ofrecer la posibilidad de ver de cerca ejemplares de esta especie legendaria, acoge talleres y seminarios especializados y es un espacio de referencia para la recuperación de lobos salvajes heridos, enfermos o decomisados por la Administración.

Diez trabajadores, entre los monitores y los integrantes del equipo de manejo de los lobos, atienden a los visitantes y a los inquilinos de un centro cuyas instalaciones se camuflan con el entorno. La visita permite un recorrido cultural, natural, biológico y etnográfico sobre esta especie y su relación con los humanos. En especial, con los pastores. «Los ganaderos de la zona están acostumbrados a esta vecindad y manejan su ganado de forma que se defienda del lobo», explican en el centro, en el que una proyección audiovisual sienta al visitantes en torno a un fuego nocturno en el que paisanos de la zona, relatan sus vivencias y sus encuentros con el lobo.

Una réplica de un laboratorio de hace unos cuarenta años, cuando la sociedad empezó a dejar de ver al lobo como una alimaña a extinguir, completa una exposición que muestra la situación actual de la especie, las construcciones-trampa o artilugios como las carlancas o carrancas, collares de púas que protegían el cuello de los mastines.

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