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«Le pregunté Gabi dónde estás. Me dijo venid a por mí, me han dado, me estoy desangrado, me voy a desmayar»

«Le pregunté Gabi dónde estás. Me dijo venid a por mí, me han dado, me estoy desangrado, me voy a desmayar»

Uno de los supervivientes del ataque a la embajada de Kabul relata cómo el leonés Isidro Gabino salió a buscar al subinspector Jorge García: «Anduvo tres pasos y empezó a recibir fuego. Lo oí caer. Sabíamos que como saliéramos, nos mataban» | Asegura que los atacantes se movían con absoluta facilidad, conocían el edificio

leonoticias

Domingo, 18 de diciembre 2016, 12:13

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Estoy en la rueda delantera izquierda del vehículo. Néstor, venid a recogerme, me han dado, me estoy desangrando. Me voy a desmayar. Fueron las últimas palabras de que Isidro Gabino San Martín Hernández, el agente leonés fallecido en la tarde del 11 de diciembre del 2015 en un atentado terrorista en la embajada de Kabul, y que este domingo hace público El Mundo.

Es la agónica conversación tras el estallido de un coche bomba conducido por un talibán suicida. Ocho horas antes Francia había alertado a la delegación española de la alta posibilidad de que se produjera un ataque de este tipo. Sin embargo nadie lo leyó y el resultado fue la muerte de dos agentes españoles.

La familia de Gabi, como le conocían cariñosamente, inició una batalla legal para arrojar luz sobre lo ocurrido. Ahora el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz ha acordado seguir investigando como homicidio imprudente el atentado tras la querella dirigida contra el embajador y el segundo embajador de España en Afganistán, Emilio Pérez de Agreda y Oriol Solá.

Una puerta a la esperanza para los familiares de Gabi que claman justicia. Estefanía Vera aplaude la decisión del juez y recuerda que los culpables no son sólo los que cogen el arma. Este domingo se hace público el relato de los nueve policías que sobrevivieron durante esa trágica jornada.

Desgarrador el relato de uno de los agentes, el mismo que acompañó a Gabi cuando decidió ir en rescata del subinspector Jorge García Tudela, el otro agente fallecido, al que recuerda pegando tiros. Nos dimos cuenta de que están entrando, de que el subinspector está disparando y yo mismo cierro la puerta de seguridad. Luego recuerda que al poco aparecieron Isidro Gabino y el compañero Santiago con personal de seguridad y un chaval que se dedicaba a hacer obras en la embajada.

Oíamos perfectamente cómo subían los talibanes a la terraza. Isidro Gabino en un alarde de arrojo decidió ir a por Jorge. "Hay que ir a por el subi. No sabemos si está vivo o muerto", decía. Me lie la manta a la cabeza y le dije: "Tú solo no te vas". Intentábamos solventar la situación. Nos acompañaba el panshir pero desapareció y nos dejó solos.

«Como saliéramos, nos mataban»

Salieron a un patio. Se iban dando cobertura, primero en la pared, luego tras el vehículo del embajador. Hasta que Gabi le dice Néstor, cúbreme que voy a salir". Anduvo tres o cuatro metros y empezó a recibir fuego del fondo, de la puerta de la embajada, desde el suelo. Vi dos fogonazos. Lo oí caer. Oí cómo algún impacto le daba, no sé exactamente dónde. Empezamos a recibir tiros de todos los sitios y salí corriendo de allí como alma que lleva el diablo porque si me quedaba allí me mataban.

En ese momento, su compañero salió corriendo sin embargo tras la explosión de una granada buscó refugio en el subterráneo donde relata lo ocurrido que Gabi. Seguía con vida. "Gabi, ¿dónde estás?...". Me respondió con una total calma y tranquilidad, como si estuviéramos tomándonos una cerveza. Me llegó a decir en tono de amistad: "Venid por mí, cabrones, venid por mí".

Intentó salir a por él. Pero era consciente de que les mataría. El compañero se quedó allí, con toda la impotencia y la rabia que se puede sentir por una persona a la que quieres y aprecias como compañero y no puedes hacer nada.

Totalmente vendidos

Posteriormente, se metieron en el búnker y vivieron 12 horas de angustia total. Hoy creo que se trató de un ataque premeditado contra embajada española, se movían con una facilidad tremenda. Uno no entra en un edificio a oscuras y se mueve con tanta soltura si no sabe dónde está todo al milímetro. Hubo habitaciones de compañeros en las que no entraron porque sabían que no estaban.

Además remarca que la embajada no pasó los protocolos de seguridad, sólo se cambiaron de sitio unas cámaras de seguridad, y asegura sentirse completamente vendidos en una zona en la que no teníamos que estar y en un sitio del que no se podía esperar nada bueno.

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