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Depósito salino del desierto de Atacama (Chile) de donde se extrae el litio que procesa la empresa Rockwood. Iván Alvarado (Reuters)
Litio, el oro blanco de la tecnología

Litio, el oro blanco de la tecnología

Se desploma el precio del mineral, pero las baterías siguen consumiendo este rey blanco

José Antonio González

Martes, 10 de septiembre 2019, 06:57

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Históricamente el litio se ha usado en forma de sales para tratar enfermedades psiquiátricas. La llegada de los smartphones y, especialmente, los coches eléctricos han disparado la extracción y consumo de este material al que ya han apodado el nuevo oro blanco.

En febrero de 2011, la cotización del litio alcanzó su máximo histórico en 157,11 puntos. Tras muchos meses por encima de la barrera psicológica de los 100 enteros, la cotización cae a los 94,95. Por su parte, la tonelada de litio ha caído por debajo de los 10.000 dólares.

Este deseado mineral se ha convertido en un negocio para los estados, especialmente, latinoamericanos y asiáticos. En el límite de Argentina, Bolivia y Chile se concentra más del 85% de las reservas de este oro blanco.

El triángulo del litio incluyen el Salar del Hombre Muerto y Salar de Antofalla y el Salar de Arizaro (Argentina), y el Salar de Atacama (Chile), y el Salar de Uyuni en Bolivia. Esta gran mina abastece a LG, a Toyota, Mitsubishi y a países como Alemana, Estados Unidos, Rusia o Reino Unido.

Hoy en día, la mayoría de baterías que alimentan a los smartphones más vendidos en las tiendas son conocidas como pilas de iones de litio. Estas tienen como principal característica usar unas sales de litio como nexo de unión entre el polo positivo (ánodo) hasta el negativo (cátodo).

Además, los fabricantes de dispositivos electrónicos hacen uso de baterías de polímeros de litio, que se acoplan en productos no tan rectangulares. Las baterías de litio llegan a aguantar hasta 1.000 ciclos de carga y destacan por su ligereza.

Sin alternativa

De momento, las baterías de litio reinan en el mercado de smartphones y también de vehículos eléctricos. Desde hace tres años, Tesla trabaja en la creación de una nueva batería que revolucione el mercado al ser capaz de aguantar tres veces más ciclos de carga y descarga por lo que podría aguantar más de un millón de kilómetros.

La fórmula secreta ideada por Jeff Dahn, jefe del grupo de investigación de baterías de Tesla, consiste en añadir a las actuales pilas de ion de litio una serie de aditivos para alargar la vida útil de estas y así eliminar el cobalto.

A la vez que el litio rebaja su precio, el cobalto vuelve a retomar la senda alcista en los mercados de materias primas. Actualmente se encuentra en los 35.500 puntos básicos, aunque lejos de los máximos históricos de marzo de 2018.

Los cálculos actuales de los ingenieros de Tesla apuntan a que se puede reducir el coste bajando bajar de los 100 dólares el kWh al menos a corto plazo. La caída del precio del litio tiene dos explicaciones: Las ventas de vehículos eléctricos e híbridos enchufables en el mundo caen por primera vez en el siglo XXI y por la apertura de nuevas minas en Australia.

Producción delicada

La fabricación de una batería de litio es complicada y delicada por su seguridad durante su uso. La mayoría de fabricantes trabajan con un lingote de litio de unos cinco kilogramos de peso que es prensado para crear una lámina fina.

Tras volver a ser prensada y reducir aún más su grosor, esta plancha se enrolla y se le añaden una serie de capas en un horno de vacío. Tras probar sus voltaje y grosor en una serie de pruebas de calidad, estas ya están disponibles para su ensamblaje o venta.

Dependiendo de la productora y del destino final, su coste varía. Según datos de Tech Insights, la batería del Galaxy S10 de Samsung cuesta 10,5 dólares la unidad.

Desde junio de 2018, cuando una tonelada de hidróxido de litio asiático superaba los 20.000 dólares, los precios han bajado un año después hasta los 14.000. La caída ha sido mucho más acusada para el carbonato de litio del mercado sudamericano. Lo que supone una caída del 30%.

Negocio del reciclaje

A esta caída se suma el interés de las marcas por respetar el medioambiente. El pasado mes de mayo, Cristoph Buchal, profesor de física en la Universidad de Colonia (Alemania), publicó un informe en el que señalaba que los vehículos eléctricos contaminan entre un 11 % y un 28% más que los de gasoil. Ello se debe principalmente a las baterías de estos coches, fabricadas a partir de litio, cobalto y manganeso, y en el proceso de su producción, en el que se gasta un alto consumo de energía.

La automovilística alemana Audi se ha unido a la tecnológica Umicore para reciclar sus baterías. Esta compañía belga destaca por su robusta unidad negocio centrada en el reciclaje de baterías recargables de portátiles, teléfonos móviles y vehículos eléctricos híbridos.

Ambas compañías esperan reciclar hasta el 95% de los componentes de los últimos vehículos enchufadles especialmente la batería. Así, el cobalto, el níquel y el cobre tendrían una segunda vida para esta alianza empresarial.

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