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Varios jubilados paseando. El Correo
Los jubilados españoles viven más que los europeos, pero con peor salud

Los jubilados españoles viven más que los europeos, pero con peor salud

El sistema sanitario español supera con nota el test de la UE, con las sombras del escaso gasto público, el alto copago y las listas de espera

Jueves, 28 de noviembre 2019, 12:44

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Los españoles viven más años que la media de los europeos, pero su vejez tiene una menor calidad de vida que la de sus socios comunitarios, porque padecen una mayor incidencia de enfermedades crónicas, que además les incapacitan con más frecuencia para realizar algunas labores cotidianas. Así lo indica el informe sobre el Estado de Salud de la UE, que cada dos años elaboran la OCDE y el Observatorio Europeo para los Sistemas de Salud y Políticas con la colaboración de la Comisión Europea.

La esperanza de vida en España se situó en 2017 en 83,4 años, la más alta de Europa. Es 2,5 años mayor que la media de la UE y además crece a un ritmo más rápido que en el resto del continente. Los españoles viven de media 4,1 años más que a comienzos de siglo, cuando la mejora de los europeos en esos tres lustros no pasó de 3,6 años. La razón del fuerte avance de España, según el informe, es la reducción a la mitad de la tasa de mortalidad por dolencias cardiovasculares desde 2000.

La cara negativa es que hasta el 59% de los mayores de 65 años españoles aseguran padecer alguna enfermedad crónica, fundamentalmente infartos, ictus, diabetes, artritis, alzhéimer o parkinson, lo que supone cinco puntos más que la media de la UE. Los jubilados españoles que indican sufrir más de una dolencia permanente son el 24%, frente al 20% de media continental.

En consonancia con lo anterior, uno de cada cinco (el 21%), tres puntos más que la UE, dicen estar incapacitados o tener limitaciones para hacer alguna actividad cotidiana como vestirse, asearse, caminar por la casa, acostarse o ir al inodoro. Esta peor vejez de los españoles se completa con un dato impactante. El 39% de los jubilados confiesa tener síntomas de depresión, nada menos que diez puntos más que la media de sus homólogos europeos (29%).

Los autores del análisis destacan el dato y avisan a las autoridades españolas de que deben prepararse para «una fuerte presión sobre el sistema sanitario y el de cuidados de largo plazo» por esta avalancha de crónicos y dependientes, que será su reto principal y requerirá de una potenciación –que hoy no existe– de la atención primaria, un aumento de recursos y una reordenación más eficiente de los existentes.

No obstante, el chequeo a la salud de los europeos aprueba con nota al sistema sanitario español, al que estos expertos creen uno de los mejores del continente, «por sus buenos resultados, calidad y eficiencia». Resumen que sus pilares son una buena prevención de salud, el protagonismo de una atención primaria pública que llega a toda la población, y unos hospitales eficientes y de gran calidad, de corta estancia y con mucha cirugía ambulatoria.

La eficiencia del sistema la demuestran unas mortalidades tanto por causas evitables –malos hábitos de vida y accidentes– como por causas tratables –enfermedades graves– mucho más bajas que las medias europeas. La primera es de 118 fallecidos por 100.000 habitantes frente a los 161 de la UE, y la segunda de 67, por 93 en la media continental. A ello contribuyen, dicen, unas buenas medidas preventivas, una atención primaria que evita un 33% más de hospitalizaciones innecesarias que en Europa, y datos como que España ha reducido mucho más las muertes tras una hospitalización por infarto agudo, o que tiene una mortalidad inferior tras el diagnóstico de los principales cánceres.

Las sombras son un gasto público sanitario un punto por debajo de la UE; un excesivo gasto de las familias (sobre todo copago farmacéutico), ocho puntos más alto que en Europa; el aumento de las listas de espera por los recortes; la escasez de enfermeras; y el enorme envejecimiento de la plantilla de médicos.

Más de un tercio de las muertes que se producen en España serían evitables, pues se deben a malos hábitos de vida. Son muchas, pero el porcentaje es algo inferior a la media europea. Posiblemente contribuye a ello el fuerte descenso del consumo abusivo de alcohol en España desde principios de siglo. El consumo abusivo afecta hoy al 9% de los adultos, menos de la mitad del 20% de la UE.

Sin embargo, lo que se gana con el alcohol se pierde con el tabaco y, sobre todo, con el sobrepeso y la obesidad. España ha reducido notablemente el número de fumadores habituales desde el 2000, pero aún así el tabaquismo todavía afecta al 22% de los adultos, tres puntos por encima de la media de la UE, y se ha comenzado a dar un repunte entre los adolescentes. Pero el factor de riesgo sanitario más preocupante es la obesidad, porque ha pasado de afectar al 12% de los adultos en 2001 al 17% actual, dos puntos más que en la media del continente, debido al sedentarismo y a la mala alimentación. Al tabaco en España se le atribuyen el 16% de las muertes; a la mala alimentación, el 12%; al alcohol, el 8%; y a la escasa actividad física, el 2%.

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