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David Rodríguez, alma mater de Fundación Pegasus.
¿Quién no quiere ser un Pegasus?

¿Quién no quiere ser un Pegasus?

La Fundación Pegasus, creada por David Rodríguez, utiliza el deporte y las terapias para «eliminar esa imagen negativa que la sociedad tiene de lo que es la discapacidad» y demostrar que «lo mío no es normal pero lo tuyo tampoco»

Javier Varela

Madrid

Martes, 3 de diciembre 2019

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David Rodríguez es un deportista profesional con diparesia espástica, un tipo de parálisis cerebral que afecta al control de los músculos y la coordinación motora y provoca que el tono muscular en reposo esté mucho más rígido de lo normal. Pero eso para él no es un problema: «La sociedad me ha dicho que tengo una discapacidad y mi forma de verla no tiene nada que ver a cómo la ve la sociedad», dice con una sonrisa. Esa forma de entender la vida, su discapacidad y su «experiencia» le hizo crear la Fundación Pegasus para «eliminamos esa imagen negativa que la sociedad tiene de lo que es la discapacidad y luchar por la inclusión de las personas de este colectivo», señala en el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

Desde la Fundación Pegasus «quitamos el concepto negativo de la que tenían discapacidad para dar hueco a la diferencia», añade David Rodríguez que aclara el porqué del nombre: «Pegasus es un caballo que tiene alas y por eso es diferente y mola». Un nombre y una imagen fuera de lo normal cuando se trata de una fundación vinculada con la discapacidad. «Buscaba romper con los tópicos nombres que no te invitan a formar parte de ellos y queríamos crear una marca con la que todo el mundo se identificase y que te invitara a querer formarte de ella. Queremos que la gente diga, '¡eh!, que yo soy Pegasus'», desvela con un punto canalla.

«Queríamos crear una marca con la que todo el mundo se identificase y que te invitara a querer formarte de ella. Queremos que la gente diga, '¡eh!, que yo soy Pegasus'»

Un ejemplo de lo que David y las 10 personas que trabajan en la Fundación quieren inculcar a todo el que se acerca a ellos. «Quitamos el concepto negativo que tiene la discapacidad para dar hueco a la diferencia, porque la mayor discapacidad que yo he tenido y que todos tenemos son los miedos», dice en primera persona tras haber sumado experiencias vitales desde la infancia. De hecho, la mejor forma de integración de las personas con discapacidad en la sociedad es asumir que «todos somos diferentes y hay que unir las diferencias para crear un cambio social», matiza. «Lo mío no es normal pero lo tuyo tampoco», dice a modo de 'leitmotiv'.

Imagen principal - ¿Quién no quiere ser un Pegasus?
Imagen secundaria 1 - ¿Quién no quiere ser un Pegasus?
Imagen secundaria 2 - ¿Quién no quiere ser un Pegasus?

Un lema bajo el que trabaja Pegasus con el objetivo de demostrar que con la beneficencia no se puede lograr a igualad, «porque cuando trabajas con el necesitado hay una posición de superioridad y otra de inferioridad y no trabajas de igual a igual». Una situación que siempre se encarga de denunciar el alma mater de la Fundación Pegasus, porque cuando «lo social y la discapacidad se ha convertido en un negocio en esta sociedad y queremos romper con ello. Hay gente que se aprovecha de las discapacidades». Por ello en la fundación trabajan para cubrir distintas áreas y proyectos como 'inclusive sport' con el que acabar con la exclusión social que hay en el deporte para las personas con discapacidad. «Adaptamos las clases a sus necesidades y es un proyecto educativo que utiliza el deporte y la inteligencia emocional para normalizar esas diferencias», añade.

Terapias para desarrollarse

También uenta con el proyecto 'terapia para todos', con el que se ofrecen terapias neurológicas como son el fisio, el logopeda o el psicólogo «a un coste más barato y de calidad». Es una manera de meter al niño en un proceso de normalización como bien sabe David que recuerda que se pasó 24 años trabajando la marcha para poder andar recto «cuando nunca voy a andar recto y no pasa nada». «El objetivo de estas terapias es que con las capacidad físicas y cognitivas de cada uno, le enseñemos a ser feliz y a desarrollarse como persona».

Además, mediante charlas, conferencias, ponencias y las redes sociales, David intenta transmitir esa forma de pensar y de ver la vida bajo el título 'lo mío no es normal pero lo tuyo tampoco' en las que intenta transmitir cómo desde la discapacidad ha conectado con la vida y le ha hecho ser la persona que es. «Aunque la sociedad nos diga que la discapacidad es una limitación, simplemente es una diferencia, tú decides si lo haces malo o lo haces positivo. Para mí la discapacidad es una oportunidad de evolucionar y ser mejor persona», asegura. Y para que la fundación Pegasus se financie y siga creciendo, han creado una marca de ropa llamada Bolder (el másaudaz) con mensajes positivos. «La clave es sonreír. Nunca hay que perder la sonrisa, porque nunca sabes quién se puede enamorar de ella». ¿Quién no quiere ser un Pegasus?

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