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El actor Jesús Castro. RC
Qué ver en Netflix | De qué va Diario de un gigoló

Diario de un gigoló: complementos de lujo

Los chulazos están de moda en la pantalla. Tabletas de chocolate para todos los gustos

Jueves, 15 de septiembre 2022, 02:26

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No sé qué tendrán los chulazos que están de moda en la pantalla. Bueno, sí lo sé, que servidora es público objetivo y también le gustan guapos, jóvenes y apolíneos. El caso es que si 'American Gigolo', el clásico de Paul Schrader, llegó a Filmin a finales de agosto, desde principios de septiembre podemos ver 'Buena suerte, Leo Grande' en Movistar Plus + y 'Diario de un gigolo' en Netflix. Tabletas de chocolate para todos los gustos.

Jesús Castro interpreta a Emanuel, nombre de connotaciones eróticas desde la película de Sylvia Kristel. Emanuel es un muchacho que arrastra un pasado de miseria y dolor del que solo puede salir ejerciendo como chico de compañía (no vayamos a pensar que se dedica a la prostitución por gusto). Trabaja para Minou, la madama que lo acogió de adolescente y que le proporciona asuntos con mujeres maduras, tan ricas y retocadas que la serie oscila entre las fichas de las pacientes de un cirujano plástico y un catálogo de La Perla.

De entre todas las relaciones con sus clientas destaca la que mantiene con Ana, estereotipo de burguesa insatisfecha y madre de Julia, otro cliché, el de la artista adolescente torturada. Para sacarla de su tristeza y aumentar su autoestima, a Ana no se le ocurre otra cosa que pedirle al chulazo que seduzca a su hija (¡!). Pero Emanuel cae rendido ante Julia y «rompe la regla de oro de su profesión: no enamorarse» (¡¡!!). Me van a faltar paréntesis y exclamaciones.

Por si esto no fuera suficiente, a Emanuel lo acusan de un asesinato que no ha cometido. Sí, como a Richard Gere en 'American Gigolo'. Y sí, también conduce un descapotable negro, pero hasta ahí el parecido. Porque no es que Castro no sea Gere, es que ni siquiera enseñando cacha desprende ni una pizca del magnetismo que el norteamericano desplegaba con solo pasearse por las calles de Los Ángeles con la chaqueta de Armani al hombro. Castro tampoco tiene el dulce encanto de Daryl McCormack, el compañero de Emma Thompson en 'Buena suerte, Leo Grande'. Y no es que sus ojos azules, su fachón y sus abdominales dejen indiferente; es que despista ese acento raro que tiene, como de Josema Yuste imitando a María José Cantudo diciendo «Méxicos», y con el que ha de susurrar frases pretendidamente intensas y arrebatadoras al oído de las señoras maduras. Porque eso es lo que se supone que nos gusta.

Con este punto de partida, la serie se convierte en una mezcla de erotismo y suspense en la que se cruzan tramas de menor calado, como problemas de adicciones, celos, luchas por el poder e intrigas farmacéuticas. Amena, tiene fondo y forma de telenovela, que por algo es una coproducción entre Argentina y México para Telemundo.

Por lo demás, 'Diario de un gigoló' es insustancial, como otras tantas producciones que se diseñan para pasar un rato entretenido (que no es poco) y que lo último que pretenden es ofender o molestar: el lado más duro y oscuro de la prostitución masculina se endulza con el entorno de una galería de arte, mansiones lujosas, glamour, lentejuelas y champán, y el sexo se photosophea para que no resulte sórdido, sino atractivo y sofisticado; filtros destinados a convertir a un chulazo en un complemento de lujo, en un bolso caro que colgarnos del brazo. Será para que las señoras no nos asustemos si vemos la realidad.

Está disponible en Netflix.

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