Durante años tuve desasosiego pensando que me sacarían de la política. Ahora, viendo el panorama y la calidad del paisanaje que se entretiene con las cosas públicas, tengo pesadillas en las que un monstruo malvado me obligaría a volver a ella. Me despierto sobresaltado para volver a una realidad más tranquila y me encuentro en medio de una pandemia y una crisis económica que hacen palidecer a la pesadilla. Y entonces me doy cuenta de que no es un mal sueño, sino una ensoñación; vamos, si alguno de ustedes ha tenido el infortunio de ser educado con la LOE, que soñaba despierto. Pero, no; no es un mal sueño, sino que en nuestro León los contagios aumentan, los muertos siguen y las hospitalizaciones continúan; negocios que aguantaron sucesión de generaciones, guerras, crisis y adversidades echan la trapa. Los signos de vida humana parecen reducirse en los noticiarios al parte de guerra de los caídos por coronavirus y a las secuelas postraumáticas de su arrastre económico en forma de ERTES y negocios cerrados. Para eso, mejor volverse a dormir y soñar con algo más alegre. Pero tal como están las noticias, está uno que lo somatiza todo y en lugar de soñar que gano en un concurso de tartas terminaría soñando que me meten en un reallity de perder peso.
Mientras tanto, un grupo de científicos hacen público que se han encontrado signos de vida en Venus y que la NASA prepara una misión en la que dan ganas de alistarse, aunque solo sea porque entre ir y venir se aclara el ambiente aquí, aun a riesgo de que en Venus también sea obligatorio el uso de mascarilla y desinfectante. Cuando se sabe algo de mitología, siempre Venus antes que Marte. Mira que con esto lo ponen fácil, que si en Venus hay fosfina y España está hecha fosfatina, que si allí hay un hábitat para microbios y aquí cerebros de microbio rigen nuestros destinos, que si la fosfina se crea por la degradación de la materia orgánica y aquí ya está todo degradado, que si los 400 grados de Venus funden el plomo y aquí ya tenemos todos los plomos fundidos. Veo hoy en Leonoticias que León frena la curva y con tanta curva ya no sé en cuál estamos, porque todo me parece más que curva, espiral.
Vivimos un tiempo en el que cualquier noticia que pudiera ser medianamente buena aparece tapada por otras muchas descorazonadoras. Como si ustedes se pusieran en una fotografía detrás de mí. Que avanzan las obras de la estación (ay, cuando en otros tiempos el retraso costaba titulares y protestas y ahora ni se tiene en cuenta, en qué momento de abandono feliz viven ahora los políticos leoneses del mismo partido del gobierno), pues una bella estación para menos trenes. Lo del servicio público quedó para cuando vuelva a gobernar la derecha y haya que volver a convocar manifestaciones por el aislamiento ferroviario y el desierto de infraestructuras. De momento, bajo la triste y pobre excusa del coronavirus, quitan servicios de tren y no pasa nada, que viajar es fuente de riesgo. Además, ya se sabe que el ferrocarril es instrumento de dominación autonómica donde los haya, que si por carretera se va por otro lado, por qué para ir a Madrid en tren hay que pasar por Valladolid. Una razón más para preferir ir a Venus que más cerca.
Si los signos de vida en Venus son de microbios, tampoco nos vamos a poner muy exigentes reclamando signos de vida inteligente en el Congreso o en la Moncloa, que es agravio comparativo insostenible con la adhesión inquebrantable al querido líder de cada partido político hoy día. Bueno, fluctúa entre la adhesión al gran timonel, al amado líder o al gran líder, según las siglas, lo que da una gran versatilidad a los partidos españoles. Buscar ahí evidencias de utilidad colapsaría infructuosamente a todos los rastreadores de la UME y del séptimo de caballería. Lo que me preocupa es la vida en León, que uno es más de terruño e intrahistoria. De acuerdo, no siempre vida inteligente, pero sí más pasional. Y tecnológica: parece que habrá antena para que en Peñalba haya teléfono -esto sí que es entrar en el futuro, telefonía al llegar la tercera década del siglo XXI, si es que no me extraña que podamos ir a Venus- y que la gestión de los cultivos en el campo leonés se va a hacer con una nueva app en el teléfono; se acabó para el agricultor subirse al tractor, que a partir de ahora se encarga el aparatillo del madrugón y la siembra por drones; esto sí que es desacoplamiento.
Vamos, que tal como está el panorama in questo giorno di metà settembre, como dice la canción, el regalo más grande es que sigue la vida abriéndose paso entre tantas dificultades. Inevitables unas, las de la enfermedad, perfectamente prescindibles otras, las de su nefasta gestión. Hay signos de vida en Venus y pulsión por la vida en León; por una que no nos arrebate la incompetencia de quienes nos gobiernan con la vista puesta en su propia perduración en el momio y no en el servicio a quienes los hemos elegido. Mientras una sonda vaya camino de Venus, veremos si por fin hay telefonía móvil en todos los pueblos de León, si los agricultores siguen teniendo PAC que repartir, si la estación se termina con la puntualidad de Burkina Faso en lugar de la de Suiza, si el número de trenes que por ella circula responde a las necesidades de movilidad real de los leoneses y no de los de otras regiones, si el reparto de mascarillas se pudiera sustituir por el de libros, si el poema por las quinientas que no están de los lunes sin sol deja de usar el tiempo presente y queda como una angustia del pasado, si se recupera el empleo en nuestra provincia que impida que nuestros hijos miren siempre hacia fuera, si la gente sube a los castillos para recordar su historia en lugar de para mamarse y caerse en pleno botellón, si… en fin, si algunas de esas cosas buenas pasan antes en León que en Venus.