El fracaso de Europa y la covid

Que me explique cómo en «una» Unión Europea hay un señor prófugo de la justicia española que vive a cuerpo de rey republicano en la muy razonable Bélgica, precisamente sede de esa «Unión»

Miércoles, 21 de abril 2021, 10:32

Relativo, sí, pero fracaso. Al menos fracaso por el significado intrínseco del nombre que se le dio de Unión Europea, después del de Comunidad (Económica) Europea que, posiblemente, hacía más justicia al fin de la amalgama de países.

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Ciertamente, después de la Primera Guerra Mundial y, sobre todo, después de la Segunda, los países comenzaron a sentir la necesidad de agruparse en estructuras supranacionales para mejorar su convivencia y, sobre todo, fortalecer y tratar de equilibrar sus actividades económicas. Los acuerdos de Bretton Woods, la creación de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y el Tratado de Roma que daría lugar a la Comunidad Económica Europea, rebautizada después del tratado de Maastricht como Comunidad Europea y posteriormente como Unión Europea, reflejan parte de nuestra historia reciente con esos objetivos. Pero los nombres, las intenciones y los propósitos no consiguen lo que no se consigue a nivel individual ni a nivel de los múltiples y casi infinitos gobiernos de tantos países, regiones y comunidades, gobernantes no pocas veces representantes de niveles de incompetencia dignos de marcas olímpicas del muy practicado deporte de «Ineptitud de fondo».

La maquinaria burocrática de la que viven tantos denodados trabajadores de la nada, que adquiere una representación internacional digna de admiración en el caso de la Organización Mundial de la Salud o de la ONU -con la misma capacidad de decisión y de tomar decisiones vinculantes como yo mismo cuando estoy solo- con sucursales hasta en el más recóndito pueblo es un muestrario del fracaso relativo al que nos hemos acostumbrado con pasmosa naturalidad, como al del número de muertos diarios por coronavirus.

El caso de la COVID ha vuelto a ser un buen ejemplo de la incompetencia europea. Fracaso relativo como decía, porque en ausencia del Banco Central Europeo, en España posiblemente estaríamos haciendo cola para conseguir bienes de primera necesidad. Pero empezamos con errores de un contrato con AstraZeneca que, a decir de los expertos, lo podía haber redactado mejor un estudiante de primero de derecho. Pero lo peor ha venido luego. ¿Cómo es posible que un país prohíba la vacunación con AstraZeneca, otro la utilice de 55 años en adelante, otro para mayores de 60, otro sí pone la segunda dosis, otro no, otro vacuna a todo hijo de vecino con esa vacuna, otro según decida cada persona, y así todas las combinaciones posibles? Y mientras tanto la Agencia Europea del Medicamento dice que los riesgos son infinitesimales respecto a las ventajas. Y los gobernantes, grandes expertos epidemiológicos, inmunólogos de reconocido prestigio, deciden en cada región o en cada comunidad (casi en cada comunidad de vecinos) según sus propios criterios; nunca basados en el miedo político a que aparezca algún muerto que lo paseen en las siguientes elecciones. Porque la sociedad se felicita de que 2018 fue un año fantástico por lo que respecta a los muertos en accidentes de tráfico, que «sólo» fueron casi 2.000, y los gobernantes ni si quiera contemplaron prohibir la venta de coches, que estaría mucho más «justificada» que prohibir la vacunación con AstraZeneca. Seguro que fue porque bajamos del récord de 5.517 fiambres por tráfico en 2001 y de aquella tampoco se prohibieron los coches. En 2019 murieron en España 440 personas ahogadas en la playa o el río. Y los gobernantes no prohibieron bañarse, lo que hubiera ahorrado esas muertes. Ahora nos asustan los trombos, 4 cada millón. Si vacunaran a toda la población española con AstraZeneca (50 millones redondeando), a todos los posibles les diera un trombo y todos murieran, morirían menos de la mitad de los que lo harían dándose un inofensivo chapuzón en la playa. La pequeña diferencia es que si prohíben el baño no mueren 440 y si prohíben la vacuna mueren decenas de miles. ¿Se puede ser más tonto sin entrenar para ello? Y si usted o un conocido o una autoridad de las que prohíben ciertas vacunas a algunos (aunque quieran asumir el riesgo) es de los que se pregunta: ¿y si me toca a mí? (o a mis votantes): pregúnteselo al cruzar una acera, al tomar cualquier medicamento, al bañarse en la playa, al hacer un viaje, al comer (2.300 muertos por atragantamiento al año en España), etc. y deje de hacer todo eso para mayor seguridad, y cuando se muera por coronavirus o de hambre que le quede el consuelo de que deja una vacuna para otro y de que ahora se quedó parado, pero, al menos un día, fue usted el espermatozoide más rápido de todos.

Y después que me explique alguien muy despacio como es eso del grave error del Brexit, con el Reino Unido fuera de la UE, pero vacunados más de 40 millones con AstraZeneca y unas cifras de contagiados y muertos que se reducen a ojos vista. Y si lo llego a entender, entonces que me explique cómo en «una» Unión Europea hay un señor prófugo de la justicia española que vive a cuerpo de rey republicano en la muy razonable Bélgica, precisamente sede de esa «Unión».

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