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Rocío Gómez, psiquiatra del Hospital de León habla sobre pacientes que padecen episodios psicóticos y afectivos. María Fernández

El consumo de tranquilizantes se dispara en León: «Las benzo son veneno para el cerebro»

Rocío Gómez, psiquiatra del Hospital de León, señala que la pandemia y sus consecuencias económicas han multiplicado las consultas: «Somos una generación con menos herramientas para enfrentar la frustración»

Sábado, 28 de enero 2023, 09:19

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El consumo de tranquilizantes sigue creciendo en España. De acuerdo con la última encuesta sobre alcohol y otras drogas (Edades), uno de cada diez españoles consumieron algún tipo de estas píldoras en el último mes. Es decir, unos tres millones de personas en nuestro país recurren a este tipo de medicamentos (con y sin receta) al menos una vez cada 30 días. Una cifra que se ha triplicado desde el año 2005, cuando comenzó a registrarse el consumo.

Y es que la tendencia es a nivel general, de forma que la provincia de León también lleva años registrando un incremento en el consumo de ansiolíticos, bezodiacepinas o hipnóticos. En definitiva, un tipo de droga, casi siempre asociada a la prescripción médica, que se ha convertido en un compañero de viada de una parte muy importante de los leoneses. Suponiendo que se pudiese extrapolar ese 10% registrado a nivel nacional, cerca de 45.000 leoneses consumirían tranquilizantes al menos una vez al mes.

Rocío Gómez

«Se ha hablado de olas de covid, pero no de psiquiatría. Y en León las hemos tenido»

Psiquiatra del Hospital de León

La estadística puede resultar un tanto chocante, pero las causas de este elevado incremento se deben a un deterioro general de la salud mental de nuestra población, cuya explicación es de carácter multifactorial pero que tiene «en la crisis económica y en las consecuencias derivadas de la pandemia sus principales causas», de acuerdo con la experiencia de Rocío Gómez, psiquiatra del Hospital de León.

El confinamiento fue un antes y después en el área de salud mental del Hospital de León. Si ya llevaban varios años sobresaturados, desde la llegada del covid la situación explotó: «se ha hablado de las olas de covid, pero no las olas de psiquiatría. Desde la llegada de la pandemia, todos nuestros pacientes han empeorado».

Las situaciones de estrés derivadas del confinamiento, así como de la crisis económica consecuencia del mismo, ha puesto al límite a la población leonesa, provocando que personas que «nunca antes habían necesitado acudir al psiquiatra, se hayan visto obligadas a recurrir a este servicio». A juicio de la facultativa, esto se debe que «el elevado nivel de estrés que ha llevado a muchas personas a sentirse ahogados», cayendo en episodios de ansiedad.

Rocío Gómez

«No todas las depresiones necesitan fármacos»

Psiquiatra del Hospital de León

¿Y qué es lo más efectivo contra la ansiedad? Las benzodiacepinas. O dicho de otra manera, los tranquilizantes. «Es muy fácil recetar estos fármacos porque te quitan la ansiedad de forma inmediata, aunque es cierto que no es lo ideal para enfrentar este tipo de patologías».

En este sentido, Gómez destaca que a la hora de enfrentar un diagnóstico psiquiátrico hay que diferenciar cuando se trata de «patologías endógenas» y cuándo son «patologías más adaptativas». Las primeras sí que suelen requerir un tratamiento farmacológico, mientras que las segundas pueden ser abordadas a través de la terapia psicológica.

Precisamente, Rocío Gómez incide en que una de las formas de rebajar el consumo de tranquilizantes es «no psiquiatrizar todo tipo de patologías, muchas de ellas pueden tratarse desde la consulta del psicólogo y no es necesario que meta las manos un psiquiatra». Y matiza: «Por ejemplo, no toda depresión necesita de fármacos directamente, pero a veces esto es como cuando vas al médico de cabecera por una gripe, que si no te da antibióticos piensas que no es un buen médico».

Rocío Gómez

«Retirar todas las pastillas puede llegar a ser terrorífico para algunos pacientes»

Psiquiatra del Hospital de León

Gómez, especializada en pacientes que padecen episodios psicóticos y afectivos, señala que dentro de los fármacos aquí tratados «hay dos tipos: los que son vitaminas para el cerebro y aquellos que son como 'veneno'; bueno, pues las benzodiacepinas para mí son 'veneno'». Una definición que puede sonar mal, pero que la doctora sustenta en que el uso de este tipo de tranquilizantes «a largo plazo van a producir problemas de atención, concentración y memoria».

De hecho, la psiquiatra reconoce que estas son algunas de las razones por las que todos sus compañeros abogan por «retirar toda benzodiacepina en el tratamiento de este tipo de patologías», pero a su juicio esto sería «un poco terrorífico» porque en tratamientos contra la depresión algunas pastillas tardan en actuar hasta tres semanas, por lo que «un paciente deprimido estaría tres semanas sin ninguna ayuda para poder aliviar su angustia».

Pero lo que se receta para que sea una muleta en la que ayudarse y complementar dicho tratamiento con otros métodos como la terapia depende también de la responsabilidad del paciente, que muchas veces es puesta a prueba debido al estado clínico en el que se encuentran los enfermos: «Los pacientes saben que si se toman la pastilla, se tranquilizan y muchas veces tienden a consumir demasiadas píldoras y ello puede conllevar a la adicción».

Rocío Gómez

«Estamos criando niños que no sabrán combatir la frustración»

Psiquiatra del Hospital de León

Curiosamente, la doctora Gómez no duda en relacionar esta mayor dependencia a la medicación, o incluso a la necesidad de acudir a un psiquiatra o un psicólogo, con el hecho de que se ha producido un «cambio generacional en nuestra sociedad». «Antiguamente, la gente era muy religiosa; nos ayudaba muchísimo habalr con el sacerdote para enfrentarnos a problemas tanto livianos como complicados. Ahora, estamos en una generación donde, de alguna manera, si no crees en nada te encuentras sin nada y encontramos más dificultades para tolerar las frustraciones», abunda la psiquiatra del Hospital de León.

Asimismo, Gómez insiste en esta idea y considera que este hecho se está llevando al paroxismo con los niños: «Vemos a los niños que en cuanto abren la boca tienen todo lo que quieren. Estamos generando adultos incompetentes que no tendrán herramientas para combatir la frustración en un futuro».

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