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Imagen de la 'puerta secreta' que da entrada a la celda de Quevedo en San Marcos.

La celda de Quevedo

San Marcos esconde en el trascoro de su iglesia y tras un pasadizo casi secreto una de las estancias en la que Francisco de Quevedo pudo pasar su cautiverio

J.C.

León

Jueves, 14 de diciembre 2017, 19:55

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"A 7 de diciembre, víspera de la Concepción de Nuestra Señora, a las diez y media de la noche fui traído en el rigor del invierno sin capa y sin camisa, de sesenta y un años, a este convento Real de San Marcos, donde he estado todo este tiempo en rigurosísima prisión, enfermo con tres heridas, que con los fríos y la vecindad de un río que tengo a la cabecera, se me han cancerado y por falta de cirujano, no sin piedad me las han visto cauterizar con mis manos; tan pobre que de limosna me han abrigado y entretenido la vida. El horror de mis trabajos a todos ha espantado".

De este modo, de puño y letra, con tinta y pergamino, Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, narraba su cautiverio en lo que hoy es el Hostal de San Marcos.

Los recuerdos de aquella estancia, que le marcaron de por vida, deja en el aire un buen número de interrogantes sobre la ubicación en la que se encontraba su celda.

Existe constancia escrita de que el ilustre literato pudo pasar por dos estancias durante el tiempo en el que estuvo preso en el mismo lugar donde hoy se encuentra el 'buque insignia' de la cadena Paradores.

Quevedo, cautivo desde diciembre de 1639 hasta junio de 1643, narra en uno de sus textos recogidos en 'La torre y la cárcel de Quevedo en San Marcos de León. Apuntes histórico-descriptivos, por F. Fita, S.J.' su permanencia en una estancia casi bajo tierra. Aquella situación, sin embargo, pudo ser circunstancial, ya que del mismo modo existe constancia de que salvadas las primeras semanas de encarcelamiento su estancia fue menos rigurosa que en un primer momento.

Para Miguel García, responsable del personal de atención al público en el Hostal de San Marcos durante más de tres décadas e inagotable estudioso de la historia del edificio y de la vida de Quevedo, no hay duda de que Quevedo pasó una gran parte de su cautiverio en lo que hoy es el trascoro de la iglesia de San Marcos.

Este inmueble (datado en 1544) y más en concreto su torre norte, se mantuvo en pie durante el proceso de construcción de San Marcos, para el que se precisó tirar abajo el edificio entonces principal.

Miguel García defiende con vehemencia que la estacia 'principal' de Quevedo durante su periodo de prisión es la que en contadas ocasiones y sólo a privilegiados clientes ha mostrado durante su etapa como trabajador de Paradores.

"A 20 peldaños de donde cantan los monjes y con un río por cabecera", decía Quevedo. "Estudiando la vida de Quevedo uno percibe que él era muy dado a las exageraciones y un personaje como él no pudo estar cautivo en unas condiciones tan extremas como las que se ha dicho", sentenciaba Miguel García en el transcurso de una entrevista con leonoticias.

A esos 20 peldaños y con el río por cabecera se llega a una estancia que parece casi secreta y a la que es necesario acceder sorteando dos puertas que chirrían con escándalo cuando son abiertas.

"Muy pocos han venido hasta aquí, aunque yo siempre he defendido que esta estancia debería abrirse al público", argumenta. Un pasillo de diez metros, encajonado entre el muro del trascoro y el muro exterior de la iglesia de San Marcos, da acceso a una escalera "única por su elaboración, de una sola pieza".

En medio se puede encontrar una celda utilizada durante la Guerra Civil, y en la que se pueden leer algunas inscripciones dejadas por quienes la ocuparon. Es el paso previo a un encuentro que al propio personal de Paradores "pone la carne de gallina".

Casi escondida, disimulada por el coro de la iglesia, permanece la estancia donde Quevedo habría visto pasar una buena parte de su cautiverio, con una diminuta ventana que permitía la entrada de aire fresco y desde la que en un mismo día -según dejó escrito- se podía perdibir "el paso de las cuatro estaciones del año".

La celda de Quevedo pasa por ser uno de los secretos mejor guardados de este emblemático Hostal de San Marcos. Para Miguel García la certeza de que este lugar es el punto exacto en el que Quevedo pasó un buen número de meses de su cautiverio no ofrece duda. "Un estudioso vino al Hostal en una ocasión argumentando lo contrario y por prudencia nada le dije, pero sus argumentos eran mucho más débiles que los que yo conocía", comentaba entonces.

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