Roberto Verino, el modista del alma
Puntadas con hilo ·
El gallego recibe el Premio de Honor de la Academia de la Moda en reconocimiento a su compromiso con la industria españolaLa primera prenda que confeccionó Roberto Verino fue una chaqueta de piel. «La recuerdo como si la tuviera delante», afirma el modista antes de añadir que «tenía imperfecciones, sí, pero también una voluntad inmensa de hacer algo con sentido». Una coherencia por la que el diseñador, más de cuatro décadas después de dar forma a su primera pieza, ha recibido el Premio de Honor de la Academia de la Moda Española.
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«Me siento honrado, pero sobre todo agradecido. Agradecido por poder seguir haciendo lo que me apasiona después de tantos años y por sentir que este trabajo, hecho con alma y dedicación, ha calado en tantas personas», declaró Verino durante la entrega de premios en el Teatro Fernán Gómez de Madrid. Con más de cuatro décadas de recorrido, el gallego ha sido uno de los grandes impulsores del sector de la moda en España, tanto a nivel creativo como institucional. Fundador de la antigua Pasarela Cibeles y de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME), ha acompañado desde dentro los grandes hitos de la industria nacional.
En activo desde 1982 al frente de su firma, la propuesta de Verino se ha consolidado como sinónimo de elegancia atemporal y diseño emocional. «Recibo este premio con ilusión porque me reafirma en la idea de que se puede hacer moda desde la sencillez, sin disfrazar la belleza, que se puede crear desde el compromiso y que se debe conseguir disfrutar de la moda y no sufrirla», en un claro guiño a las mujeres, su principal fuente de inspiración. «Son las referentes de nuestra sociedad y tenemos que seguir poniendo en valor su papel crucial en los momentos que vivimos como impulsoras de muchos de los grandes cambios que estamos presenciando», suele repetir el modista.
Tampoco se olvidó de «los artesanos, de todos los que han trabajado a mi lado creyendo en esta forma de hacer las cosas con alma», a los que Verino considera los «verdaderos guardianes de la belleza». Y si algunos de ellos pueden seguir dando puntadas o creando tejidos es porque Verino tuvo la valentía de dejar París, donde se quedó prendado del oficio mientras estudiaba Bellas Artes, para comenzar el negocio en su tierra, la localidad orensana de Verín. De ahí su apellido 'artístico'. El del DNI, Mariño, es bien conocido en un entorno rural que, hasta entonces, no tenía tradición en la industria textil. «Una locura» con la que romper con la triste costumbre de tener que abandonar la región en busca de un futuro profesional. No solo generó trabajo. Creó un entorno que resulta gratificante porque ellos «son su motor de energía».
Y es que Roberto Verino, a sus 80 años y con reconocimientos como la Aguja de Oro (1992) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2008), sabe que tenía más papeletas para perder que para salir airoso, pero aun así siguió adelante con su proyecto; por eso a su yo de aquel entonces, el recién llegado de la ciudad de la luz, le diría: «Confía. Vas a cometer errores, pero todos te enseñarán algo valioso. No pierdas la esencia, ni siquiera cuando todo a tu alrededor te empuje a cambiar. Escucha más al corazón que al mercado. Y recuerda que lo importante no es la moda que haces, sino cómo haces sentir a las personas que la llevan».
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