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Un partidario de Joe Biden y Kamala Harris luce una camiseta de la campaña demócrata en una protesta en Washington contra el racismo. ep
Los feudos ya no son lo que eran

Los feudos ya no son lo que eran

El afianzamiento de los bastiones clásicos de los demócratas y su asalto a los republicanos promueven el cambio de inquilino en la Casa Blanca

ivia ugalde

Sábado, 7 de noviembre 2020, 03:27

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Cuatro años de mandato de Donald Trump parecen haber sido suficientes para provocar una metamorfosis en el mapa político estadounidense. Joe Biden y su candidata a la vicepresidencia, Kamala Harris, han expandido el color azul más allá de los límites de sus tradicionales feudos demócratas. Grandes bastiones republicanos como el Estado de Arizona y preciadas joyas del 'Cinturón de Óxido' como Wisconsin y Míchigan se han sacudido el tono rojizo que abrazaron en los comicios de 2016, cuando el discurso populista del actual presidente les encandiló con sus promesas de reactivación económica.

Una de las estampas más nítidas del tsunami azul que ha desatado el exvicepresidente de Obama se observa sobre todo en el conocido como 'Rust Belt' o Cinturón del Óxido, una zona industrial venida a menos que decidió depositar hace cuatro años su confianza en Trump, fruto del desencanto de una clase obrera que observaba cómo sus fábricas cerraban y perdían sus empleos al trasladarse los centros de producción a países con mano de obra barata. Ese otrora sólido bastión demócrata que, sin embargo, llevó a la Casa Blanca al magnate republicano por su promesa de devolverles el esplendor de tiempos pasados, le ha dado ahora la espalda.

LA CLAVES:

  • Discurso xenófobo. Los hispanos castigaron al presidente en Arizona, un Estado afín al Partido Republicano desde 1952

  • Ofendidos por el racismo. Por primera vez en más dedos décadas, Georgia votódemócrata por el empujede los afroamericanos

En el Medio Oeste, aunque Trump logró retener a Ohio e Indiana, nada pudo hacer para evitar que los dieciséis votos electorales de Michigan y los diez de Wisconsin fueran a parar al veterano político demócrata, de 77 años. Si bien es cierto que en ambos estados el voto rural siguió siendo para el bando republicano, el verdadero catalizador de la marea azul estuvo en las grandes zonas urbanas, menos homogéneas y con mayor peso electoral.

Georgia apunta también, sin duda, a ser una de las pérdidas más dolorosas para el jefe de la Casa Blanca ya que desde hace más de dos décadas era un enclave puramente republicano. Solo Bill Clinton logró en 1992 sortear esa impenetrable muralla para hacerse con un triunfo demócrata que no había vuelto a vislumbrarse hasta ahora. Las claves del éxito han estado en la movilización del voto en grandes ciudades como Atlanta, donde solo en la zona metropolitana -la más grande del Estado y con un 51% de población afroamericana- cosechó nada menos que un millón de votos.

La respuesta favorable a los demócratas en Georgia, donde están en juego dieciséis votos electorales, es en gran medida el fruto de las semillas plantadas por la activista Stacey Abrams, que hace dos años peleó por convertirse en gobernadora por las filas demócratas. Aunque no lo consiguió, se granjeó la simpatía de 800.000 personas que decidieron alistarse en el censo y han ejercido por primera vez su derecho al voto, junto a otros tantos afroamericanos que se han sentido ninguneados por Trump al calor de las protestas raciales y el movimiento Black Lives Matter.

Arizona, al igual que Georgia, ha sido otro gran hito inesperado para Biden ya que hacerse con sus once votos electorales era lo más parecido a una quimera en un estado que vota a los republicanos desde 1952, con la única excepción de Bill Clinton en 1996. Pero, ¿qué hizo a este consolidado feudo conservador teñirse de color azul? La respuesta está en el creciente peso de los hispanos, cada vez más interesados por hacerse oír y agraviados por el discurso xenófobo y las políticas migratorias de Trump. Los mexicanos, el grupo mayoritario de esta comunidad, no le perdonan el muro fronterizo y que les haya etiquetado como «violadores» y «delincuentes».

La venganza en Maricopa

Movilizados en el condado de Maricopa (Phoenix), donde se aglutina el 60% del voto de Arizona, los latinos dijeron 'no' a Trump, mientras los hispanos de Florida preservaban, ellos sí, el color rojo en su territorio, espoleados por el discurso del presidente que equiparaba a Biden con el socialismo y el comunismo.

Los mexicanos del suroeste no fueron los únicos ofendidos con el mandatario. Los familiares del fallecido senador John McCain y en especial su viuda, Cindy, lideraron una coalición de republicanos que prefirió votar al partido opositor antes que al suyo propio con tal de desterrar al inquilino de la Casa Blanca tras sus desprecios al recordado héroe de la Guerra de Vietnam.

Al todavía presidente también se le ha ido yendo de las manos Pensilvania, un plato fuerte de la contienda por repartir veinte votos electorales. El Estado natal de Biden, en el que Trump venció hace cuatro años por menos de un punto porcentual, se decanta hacia los demócratas.

El tándem Biden-Harris, además de consolidarse en feudos demócratas como California, Massachusetts y Nueva York, ha llegado también a recortar la brecha en Texas, que lleva grabado el gen republicano en su ADN. Mientras la diferencia de votos pasó del 12% al 9% en las elecciones de 2012 y 2016, el margen se ha estrechado ahora al 6%. Una prueba más de que la marea azul ha recuperado el terreno perdido. Y como ya ha apuntado más de un analista, en bastantes casos no porque crean que Biden es mejor que Trump, sino porque es el menos malo.

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