Borrar
Mariya Lasitskene, durante su concurso en la final olímpica de altura. DIEGO AZUBEL / EFE
Y el trono cambió de reina

Y el trono cambió de reina

Mariya Lasitskene coge el testigo de mi título en Río'16 tras una final en altura de muchos quilates

Domingo, 8 de agosto 2021, 01:48

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ha sido un año más el que la vida me ha dado para ser la vigente campeona olímpica. Esta prórroga nunca fue deseada, pero una pandemia mundial me dio el privilegio. Ayer era el día, el del cambio, el de disfrutar desde mi sillón de la gran final, la que me daba la oportunidad de pasar el testigo. No os puedo mentir, me hubiese encantado verlo en directo desde la grada, como estaba en mis planes desde el día que me retiré, pero ahora mismo es más fácil viajar al espacio, si tienes mucho dinero, que entrar en el Estadio Olímpico de Tokio.

Desde primera hora he hecho mis deberes, los de conocerlas un poco más, igual que cuando era atleta. De las 14 saltadoras, la media de edad es 26 añitos, la más longeva, la polaca Kamila Licwinko con 35 y la más joven, la que nos ha robado a todos el corazón con su desparpajo y su buen hacer a la hora de saltar, la ucraniana Mahuchikh, con solo 19. Ocho de ellas saben lo que es romper la barrera de los 2 metros, solo una había subido a un podio olímpico, la búlgara Demireva que fue plata en los anteriores de Río de Janeiro, donde estuvieron también ocho atletas. De ellas, seis pasaron a la final, la más numerosa de la historia del olimpismo con 17 atletas y solo una de ellas, la alemana Jungfleisch, fue diploma olímpico junto con la medallista.

Por eso de que ahora yo también voy a ser madre, había dos atletas con ese magnífico privilegio, la jovencísima de Uzbekistán Sadullayeva, que es madre de Rosalía, y la polaca Licwinco, que es mamá de Hanna.

Quiero felicitar a Mariya Lasitskene por la gran competición que ha hecho, por fin la he visto llorar después de un gran campeonato, y sólo ella, con su templanza impertérrita, ha sido capaz de mantener la cordura durante toda la competición. Triple campeona del mundo, campeona de Europa y, ahora, la nueva campeona olímpica. En mis quinielas no estaba como la mejor, pero el podio no me ha defraudado, yo pensaba en otra colocación, pero las tres estaban en él. Llora Mariya, llora y, si te lo permites, también dedícanos una sonrisa de satisfacción. Porque eres muy muy grande y lo has demostrado. Desearte que tu país se comporte con el dopaje de Estado, porque es muy triste no poder coger tu bandera para dar la vuelta de honor.

Qué decir de McDermott, todo en la australiana es disfrute a la hora de saltar y así lo hemos vivido con ella desde casa. Ha mejorado el récord de Australia que ella misma poseía de este año, llevándolo hasta 2,02 y nos ha hecho soñar hasta el final, con el que posiblemente haya sido el mejor salto de su vida, el último nulo de 2,04. Simplemente, enhorabuena. No sabemos qué escribías entre salto y salto, pero créeme si te digo que ese diario vale una plata olímpica.

La tercera posición, el bronce, era para mi única apuesta por el oro, pero he fallado. Personalmente creo que Yaroslava Mahuchikh se ha dado de bruces con la realidad y ha descubierto lo que es la presión a la hora de competir en una gran cita. Hasta ahora, solo era una jovencísima atleta que se comía el mundo, pero el tiempo nos seguirá demostrando de lo que realmente ella es capaz. Llora, ríe, vuelve a soñar, porque eres medallista olímpica a los 19 años.

Pero no quiero dejarme a ninguna, porque he vivido una de las finales más espectaculares como espectadora desde mi casa, con sentimientos encontrados, con la felicidad de poder pasar el sueño de mi vida a otra saltadora, con la tranquilidad de que está a buen recaudo hasta París, con giros inesperados que nos han mantenido en vilo, echando de menos a Morgan Lake, que no ha podido disputar la final por lesión, con la sensación de que todos los diplomas han sido otorgados por encima de la respetable altura de 1,96.

Quiero felicitar a todas y cada una de mis compañeras que han estado en Tokio, porque llegar allí ya es un logro sólo al alcance de las mejores, porque pasar a la final es un club privado para las elegidas, porque llevarse medalla es un sueño solo para las privilegiadas.

Gracias por hacernos sentir así. Gracias.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios