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Un sandwich de fresa, kiwi, piña y melocotón. Pío García
Tokio 2020: Hambre
Tokio 2020

Hambre

Tokio Blues ·

Lo que peor llevo de estas dos semanas en Tokio es que cuando llamo a casa invariablemente me preguntan por la comida japonesa, pero no sé qué responder

Pío García

Enviado especial a Tokio

Viernes, 6 de agosto 2021, 16:41

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Lo que peor llevo de estas dos semanas en Tokio es que cuando llamo a casa invariablemente me preguntan por la comida japonesa. No sé qué responder. Del sorprendente hecho de que aún estemos vivos se desprende que algo hemos tenido que comer, pero no sabría decir cuándo ni cuánto. Tampoco qué. Acumulo recibos con extraños símbolos y siento un placer retorcido al pensar en la ola de suicidios que van a provocar en el departamento de administración cuando los pase.

Durante los días de cuarentena nos alimentábamos de lo que pillábamos en unas tiendas que están abiertas 24 horas del día. Tienen un poco de todo, desde revistas a cortauñas, pero también hay bandejitas de sushi, triangulitos de arroz, ensaladas de algas... Yo le he dado mucho al alga, aunque un par de veces tuve que ir al McDonalds en busca de grasas saturadas porque con el plancton no me alcanzaba y el ombligo se me estaba juntando con la espalda. Una noche incluso sentí una punzada de hambre física, un hambre acuciante, de posguerra, cuando pasamos al lado de una tabernita y me llegó un aroma a fritura de pescado que despertó todas mis papilas de golpe. Me quedé un rato haciendo fotos, pero en el fondo estaba esnifando el humillo. No nos metimos porque vimos en la terraza a unos periodistas marroquíes que habían decretado la abolición de las mascarillas y se estaban dando con voluptuosidad al fumeteo y a la conversación a gritos.

Entre los menús del centro de prensa, mi favorito es la anguila al grill, con su arroz y sus cosas inidentificadas. Sin embargo, resulta complicado conseguir fruta. La venden a poquitos. En el supermercado veo plátanos envueltos individualmente y botes minúsculos con tres melancólicos trocitos de pera o de sandía. El otro día llegué muy tarde al hotel y me metí en una tienda a ver si pillaba algo de fruta porque calculaba ya me tenía que estar rondando el escorbuto. Sí había. Era un sandwich de fresa, kiwi, piña y melocotón. Esto al marido de la Pedroche no se le había ocurrido todavía y ahí lo dejo, para que tome ideas. Yo le hice una foto y me cogí un ensalada de filamentos. Le tengo demasiado respeto a la fresa, a la piña y al melocotón. Incluso al kiwi.

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