León toma Zamora y Viriato les expulsa del Ruta
Centenares de aficionados culturalistas tomaron la ciudad del Duero trece meses después de la última salida con el equipo y llenan de color las calles antes de recibir un nuevo batacazo de sus jugadores
Trece meses después de la última salida, de la última vez que el culturalismo pudo acompañar a su equipo, la afición leonesa -la que vistió de blanco en el Ruta de la Plata- volvió a demostrar que está muy por encima de su equipo.
León tomó Zamora en un domingo que invitó a la conquista de la plaza Mayor, de la zona de Lobos y a recorrer la plaza de Viriato, quien vigiló desde su pedastal para que al otro lado del Duero la batalla se quedara en casa.
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El blanco y magenta fue imponiéndose durante el día, ahogando el pesimismo del pasado fin de semana entre vinos de la DO Toro, unas buenas cañas y disfrutando de los buenos productos que garantiza una visita a esta capital que tiene mucho de leonesa y muy poco de castellana.
Las horas pasaban y los nervios coincidían con el calor de un termómetro en ascenso y unas gargantas culturalistas que se habían ido poniendo a tono durante la jornada, a pesar de la mascarilla.
Las seis de la tarde se acercaban a los relojes. Era como aquella noche en la que todos pensamos, la que nos permita volver a salir de fiesta y sin toques de queda; era momento de regresar al campo, a ejercer como visitante y a arropar a un equipo al que ya se le había olvidado el 0-3 en el Reino. Era turno de Ruta, de derbi regional y de hablar en el campo, al igual que lo hizo un 28 de abril el pueblo de León por primera vez para dar origen al parlamentarismo.
Un inicio que apaga el alma
El «ale, ale…» se dejaba sentir en el Ruta de la Plata con la salida del equipo. La afición agitó sus bufandas como en las grandes tardes, pero los del césped no estaban por la labor de dar reciprocidad a su esforzada afición. Apenas 90 segundos tardó en salir de la nube de optimismo el culturalismo y darse cuenta de que ellos habían sido más intensos entre terrazas en las horas previas a lo que iban a aportar los suyos en el feudo rojiblanco. Gol de Agustín. Y a los cinco minutos, otro más. 2-0. Y, ¿ahora quién anima?
Viriato había golpeado primero, y lo había hecho por dos veces. Pero ahí salieron los cazurros, que no se amilanaron; soñaron con el golazo de Castañeda; pero, otros 90 segundos, penalti. Gol de Dani. 3-1.
No iba a ser la vuelta soñada a un desplazamiento. Viriato fue capaz de defender Zamora de los romanos y la Legio VII no iba a poder tampoco, y menos cuando no contaban con sus 11 hombres sobre el césped y un comandante, Idiákez, que estaba más inmerso en el frente de las vascongadas.
Bravo da esperanzas
Y aún hubo tiempo a creer en que todo iba a merecer la pena: el gol de Bravo, a 15 minutos del final, dio la última baza a la estrategia leonesa. Palmas y gritos por parte de los zamoranos; aún más alto chillaban los leoneses tratando de dar el último aliento a los suyos. Pero no pudo ser.
El culturalismo volvía a quedarse muy por encima de su equipo. Les ganó en intensidad, en ambición y en sentimiento a unos colores. Las cabezas gachas, con el fin de la batalla, tardarán en levantarse. Tardarán en levantarse unos días, siempre antes del próximo domingo, donde ellos sí, una vez más, volverán a tomar armas para acompañar a la Cultural, esta vez en el Reino de León, y levantar un fortín en el Bernesga para que ni Viriato ni algún salmantino rebelde se atreva a tumbar de nuevo al equipo leonés.