La leonesa Concha Reguera, que lleva ligada al arte de la restauración de vidrieras desde los años 90, posa en la Catedral de León. Sandra Santos

El arte de conservar el arte

Como cada 27 de enero, hoy se celebra el Día Internacional del Conservador Restaurador, profesionales que casi no dejan huella en sus trabajos pero gracias a su labor podemos contemplar en su máximo esplendor las más famosas obras de arte | «Tenemos que pasar totalmente desapercibidos porque lo importante es la obra, no tú», detalla la leonesa Concha Reguera, restauradora de vidrieras

Viernes, 27 de enero 2023, 08:13

El arte de conservar el arte. Pasan desapercibidos, su trabajo no sale en los libros de texto pero sin ellos la historia sería mucho menos comprensible. Son restauradores, casi no dejan huella en sus trabajos pero gracias a su labor podemos contemplar en su máximo esplendor las más famosas obras de arte. Como cada 27 de enero, hoy se celebra el Día Internacional del Conservador Restaurador.

Publicidad

Se encargan de transmitir el legado que nos han dejado nuestros antepasados . «Los restauradores tenemos una máxima que dice: 'tanto como sea necesario tampoco como sea posible', es decir, un restaurador tiene que saber mucho, pero tiene que reflejarlo técnicamente, no tiene que dejar su impronta como puede ser un pintor o un escultor. En el caso del restaurador tiene que pasar totalmente desapercibido porque lo importante es la obra, no eres tú; es decir, es para personas muy poco egoístas», explica Concha Reguera, restauradora de vidrieras.

Ver fotos

Imagen. Concha Reguera, restauradora de vidrieras..

Arte desconocido

Esta leonesa lleva desde los años 90 ligada a este material que asegura que «engancha» pero a pesar de su belleza no deja de ser un arte desconocido. «La vidriera es un arte muy importante pero bastante desconocido con lo cual te supone un esfuerzo encontrar cosas. Entonces no te queda más remedio que un poco por tu cuenta ir buscando», reconoce esta artista.

Se encarga de restaurar vidrieras pero eso implica mucho más. «El conocimiento del conservador restaurador debe ser muy exhaustivo y eso implica adquirir una disciplina multidisciplinar. Hay que ser un buen historiador, tienes que saber de qué época es esa pieza que vas a tratar; tienes que ser un buen artista para poder trabajar sobre ella y además ser un buen documentalista», apunta Reguera.

Teorías sobre la restauración

Existen tres teorías sobre la restauración. La primera es la de Eugène Viollet-le-Duc que «hoy en día no sería correcta» con esta práctica había que volver la obra a como estaba en sus inicios. Otra de las teorías es la de las ruinas y es «mira se estropeó, pues se estropeó, se deja así y se acabó el asunto, haberlo cuidado más».

Publicidad

La tercera, que es la que se está llevando a cabo en este momento, es una mezcla de las dos. «Se habla siempre primero de conservación, porque lo más importante es conservar la parte que haya antigua y restaurar lo que se pueda para que no pierda», detalla Concha Reguera.

Catedral de León

La Catedral de León no se entendería sin las restauraciones que se han llevado a cabo. Una de las más importantes la llevaba a cabo a principios del siglo XX bajo la teoría de Viollet-le-Duc.

Por aquel entonces se formaron unos cuantos talleres de vidrieras cómo el de Alberto González o el Guillermo Alonso Bolinaga. «Las vidrieras estaban desmontadas y metidas en cajas guardadas en la Torre Norte de la Catedral. Fue un trabajo de puzzle exhaustivo, las vidrieras históricas que había en esa época podían ser unos 800 metros cuadrados, hoy en día hay más de 1800 metros cuadrados, entonces se rehicieron también vidrieras nuevas», afirma esta restauradora.

Publicidad

Auge y decadencia

En los años 50 este arte adquirió un gran esplendor al dar el salto a la obra civil. Tener una vidriera en casa era un signo de estatus, de darle calidad a la vivienda.

Por desgracia hoy en día esta técnica no pasa por su mejor momento. «La modernidad y que las cosas van cambiando pueden ser las causas pero estas cosas son un poco cíclicas y, posiblemente, vuelva a venir. Ahora está bastante decaída porque no es un trabajo barato, es una tarea muy laborioso ya en vidriera nueva pero en conservación y restauración mucho más», declara Reguera.

El olvido es el peor mal que tiene la historia, un mal que se combate con el trabajo de los restauradores, cada vez que estos profesionales ejercen su arte vuelve a brillar la herencia de nuestros antepasados.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad