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«Otro día despeinado, y van...», escribe Ozzy como pie de esta foto en su libro. La imagen sirvió como promoción de 'Bark at the Moon'. Ozzy Osbourne

La disparatada vida de Ozzy, que propuso su epitafio: «Decapitó a un murciélago de un mordisco»

Abrir cualquier página de las memorias del líder de Black Sabbath es encontrar un destello del personaje divertido que era y que se esforzó en cultivar. Eso sí, con sus sombras

Isabel Ibáñez

Miércoles, 23 de julio 2025, 19:44

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Escribió su libro de memorias, 'I am Ozzy (confieso que he bebido), en 2009, posiblemente con la idea de que no le quedaba mucho por delante. En la solapa, hay un fragmento escrito por él mismo a modo de resumen de lo que uno puede encontrar dentro que resulta entrañable leído un día después de su muerte: «La gente me pregunta cómo es posible que siga vivo y no sé qué responder. Si de niño me hubieran puesto contra un muro junto a mis amigos del barrio y nos hubiesen preguntado quién de nosotros iba a alcanzar los sesenta, tener cinco hijos, cuatro nietos y una mansión a cada lado del Atlántico, no hubiera dado un duro por mí, ni de coña». Si hasta le salió bien la despedida en forma de concierto que le organizaron familia y amigos el pasado día 5, solo 17 días antes de su muerte. Los mismos que transcurrieron, por cierto, entre el último show que dio su gran amigo Lemmy Kilmister (Motörhead) y su muerte, en 2015.

Uno de los hombres más disparatados que han pisado el planeta, con una vida llena de excesos, locuras y despropósitos, de enormes aciertos y graves errores, parece haber cumplido con eso que se espera de un digno miembro de la sociedad. Ozzy tuvo hijos y escribió unas de las memorias más divertidas del rock, de la música en general, más bien de cualquier biografía que se precie: «Cada día de mi existencia ha sido un acontecimiento», avisa. Totalmente cierto; se puede abrir el libro por cualquier página que no defrauda. En cuanto a plantar un árbol... quién sabe, puede que lo hiciera, pues se atrevió con todo de largo, incluso esnifarse una fila de hormigas en una estrambótica demostración con los Mötley Crüe para ver quién era el más drogota.

«Me entregué durantre tres décadas al cultivo de la politoxicomanía con combinaciones mortíferas de drogas y alcohol. Me han detenido por asesinato frustrado. He sobrevivido al choque de un avión con mi furgoneta, a sobredosis suicidas y un largo menú de enfermedades venéreas, pero estuve a punto de perder la vida pilotando un quad, que pasó sobre un bache a la trepidante velocidad de 3 km/hora. He cometido fechorías, y siempre me atrajo el lado oscuro, pero no soy un demonio. En realidad soy un chico de familia obrera que dejó su trabajo para irse de juerga».

Cárcel y primeros trabajos

Pasó tres meses encerrado porque su padre no quiso pagar la multa por haber robado unas camisas (ya había sustraído una tele y ropa de bebé que luego vendía). «Te hace falta una puta lección», le dijo el progenitor. Había tenido la precaución de ponerse guantes, pero tenían un agujero en el pulgar, así que dejó huellas por toda la tienda. «'Con que guantes sin pulgares, ¿eh?', dijo el poli mientras me ponía las esposas. 'Desde luego Einstein no eres'. Si os soy sincero, casi me cago en los pantalones cuando me dijeron que iba a la cárcel. 'Les vas a encantar a los del bloque H –me susurró un guarda– Disfruta de las duchas, guapetón'. No tenía ni idea de a qué se refería. Pero me enteré muy rápido».

Pasó su juventud de trabajo en trabajo. Bromea con que su primer curro en el mundo de la música fue el de afinador de bocinas de coche: «Salías de aquel puto sitio con un pitido tan fuerte en las orejas que no te oías ni para pensar». Lo dejó y llegó lo de vaciador de estómagos de oveja. «Estuve cuatro semanas largas vomitando cada hora». Hubo más, a cada cual con un resultado peor, y acababa abandonando todos. Entonces pensó que lo suyo era montar una banda.

Los otros de Black Sabbath

Primero llegó el bajista y compositor, Geezer Butler, que apareció en su puerta en respuesta a un cartel que había colgado Ozzy para buscar banda. «Parecía una mezcla entre Guy Fawkes y Jesús de Nazareth. ¿Y eso no serían...? Jódete y baila, pues sí, llevaba puestos unos pantalones de terciopelo». Recuerda también el primer contacto con el guitarrista, Tony Iommi, y la recurrente anécdota de cuando este, que trabajaba en un taller, se cortó las puntas de los dedos índice y anular de la mano derecha (siendo zurdo, la que usaba para recorrer el mástil): «Me dan escalofríos de pensar en ello, con toda la sangre y los aullidos y y todo el mundo buscando los cachos de dedo por el suelo. Con una botella derretida de Fairy se fabricó dos dedales para los dedos mutilados, los lijó hasta que tuvieron el tamaño de las yemas y los pegó con trocitos de cuero».

Primera vez dando miedo

Viendo que cada vez que ponían una de terror en los cines se llenaban las salas, pensaron en hacer música 'que diera miedo'. «A Tony se le ocurrió un riff escalofriante. Yo ululé la letra por encima y el resultado fue alucinante. (...) No recuerdo dónde tocamos 'Black Sabbath' por primera vez, pero sí que todas las chicas salieron espantadas. 'Oídme, en una banda se está para follar, no para que las chicas salgan corriendo, no?', me quejé. 'Ya se acostumbrarán', me dijo Geezer».

Hay anécdotas sobre cómo los relacionaban con el satanismo: «Pirados maquillados de blanco con capas negras se nos acercaban tras los conciertos y nos invitaban a misas negras en el cementerio. Yo les decía: 'Mira tío, no me interesa el espiritismo, solo lo espirituoso: el whisky, el vodka y la ginebra».

Drogas, maltrato y un despido

Así describe su rutina: «Cada día fumaba maría, bebía, esnifaba unas rayitas de coca, probaba speed, barbitúricos o jarabe para la tos, me metía ácido, de todo. La mitad de las veces no sabía ni qué día de la semana era». En aquella época estaba casado con su primera mujer, Thelma, que sufrió sus engaños y sus constantes borracheras, un maltrato del que se arrepiente: «Le pegué, y es probablemente lo peor que he hecho en mi vida». Con ella tuvo dos hijos. «Lo más triste es que no fui consciente de lo repulsivo que había sido mi comportamiento hasta que me hice abstemio. Pero ahora lo sé, creedme». Otro momento agridulce, cuando el grupo decidió echarle en 1979: «Tony me consideraba un perdedor, un borracho, un drogata y una rémora».

El 'amante' de las aves

Ya en la segunda segunda parte de las memorias, la de su etapa en solitario, cuenta cómo conoció a Sharon, la mujer que se ha ocupado de él y de su carrera desde los primeros 80 hasta el final. Aunque tuviera algunas ideas cuestionables... En una ocasión preparó una reunión con los directivos de CBS y le dio a Ozzy unas palomas para que las hiciera volar, como para demostrar que era un tío pacífico, pero en medio de su borrachera se hartó de esperar a que Sharon le hiciera la señal: «Saqué una, abrí la boca de par en par, mordí y escupí. La cabeza de la paloma aterrizó en el regazo de la relaciones públicas junto con un chorrazo de sangre. Estaba tan borracho que todo me sabía a Cointreau y a plumas. Y algo a pico también». Sharon no le echó la bronca y eso asombró a Ozzy: «A la prensa esto le va a parecer la hostia», dijo ella con la visión empresarial que la caracteriza.

Los espectáculos en sus conciertos eran tan brutales que la gente iba a verles con cabezas de vaca, gatos muertos, lagartos, cosas de broma como arañas de plástico... Así que cuando le llegó un murciélago se lo metió en la boca: «E hice lo que siempre hacía con los juguetes de goma en el escenario. Ñam. De inmediato noté que algo iba mal, muy mal. Para empezar la boca se me llenó de un líquido pegajoso y cálido con el peor regusto que os podáis imaginar. Y la cabeza se movió dentro de la boca. 'No me jodas', pensé y la escupí». Pasó semanas poniéndose inyecciones antirrábicas cada noche. «Al día siguiente apareció en casi todos los telediarios del planeta».

Entierro, no incineración, y epitafio

A partir de ahí, habla de tocar fondo, de rehabilitaciones, recaídas, de su participación en el reality 'The Osbournes', de cómo conoció a la reina y a Paul McCartney, «el más especial de todos». Incluso de su final. «No quiero que me incineren, quiero que me entierren en un jardín y que planten un árbol encima de mi cabeza. Preferentemente un manzano, para que los chicos puedan hacer sidra y pillarse un buen ciego». Parece que sí plantará un árbol Ozzy, que propuso su epitafio: «Si cierro lo ojos puedo incluso verlo: Ozzy Osbourne, nacido en 1948 y muerto (cuando sea). Decapitó a un murciélago de un mordisco».

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