Antonio Orozco
En 'Inevitablemente yo', el músico relata el proceso que le obligó a parar para poder empezar de nuevo
La primera guitarra de Antonio Orozco se llamaba Rosario, como su abuela, y la última se llama Ana, «como mi otra abuela». Entre una guitarra y otra, Orozco recorrió un exitoso camino profesional plagado de tantos viajes, conciertos y obligaciones que, en otoño de 2023, llegó a su límite: tras un concierto en Bruselas, su cuerpo le obligó a parar en seco. Aquello le costó cancelar 111 conciertos, pero también fue el inicio de un proceso de recuperación física y psicológica que le llevó a replantearse algunos aspectos de su vida. De esa etapa nacieron un disco, un documental y el libro 'Inevitablemente yo' (Planeta), que describe como «una canción muy larga» en una conversación en la que se muestra cercano y feliz: «Estoy como en mi 'prime', que dicen los chavalillos. Me parece mentira el momento tan bonito que estoy viviendo».
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-Ahora se tomará el vermú del domingo más relajado.
-Es lo más terapéutico que existe. Si hay algo que echo de menos desde que empecé en esta industria es precisamente eso, poder reunirme con la gente que quiero los domingos a mediodía y tener esa sensación de haber ganado la batalla a la semana. Es la misma sensación que tengo ahora mismo, que miro para atrás y digo: «Lo hemos conseguido».
-Llegó un momento en que no pudo más.
-Es que llevo muchísimo trabajo, muchísimos conciertos: el otro día dieron una cifra y me asusté, porque son más de 3.000. Mira, mi abuela decía: «O te paras o te para el cuerpo». Pues así es. Hace tres años hay un momento en que tengo que parar, y eso me da pie a poder contar esta historia desde ese lado. Y creo que la única diferencia entre las personas que estarán leyendo esta entrevista y yo es que tengo la suerte de poderlo contar.
-Debió de sentir una responsabilidad enorme al tener que parar de golpe y suspender 111 conciertos.
-La decisión es tan importante, e impacta en tantas cosas y en tantas familias de repente que tuve que consultarla varias veces con distintas personas. Se acumularon muchas cosas, como una falta de conciencia del presente y el hecho de estar pensando siempre en lo que viene a continuación. Y también que, para ocuparte de los demás, a veces te desocupas de ti. Yo he aprendido dónde están mis límites, a saber que no puedo hacer 90 conciertos al año ni estar en doce países. Por mi educación, el trabajo siempre intenta ir en esa dirección, pero hay que poner límites.
-También tuvo la suerte de poder parar.
-Claro, porque hay mucha gente que pasa por momentos muy difíciles y no pueden permitirse parar de repente. Pero yo, gracias a la vida y a que había ahorrado un poquito, pude parar para volver a empezar.
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-Se lo comento porque habrá quien piense que es un privilegiado por tener esa posibilidad.
-Es totalmente respetable que cada uno piense lo que quiera. Nadie me obliga ni a componer canciones ni a escribir libros, igual que nadie está obligado ni a escuchar mis canciones ni a leer mis libros. Yo nací en La Florida, un barrio muy humilde de L'Hospitalet (Barcelona). Mis padres han trabajado duramente, mi madre tiene 80 años y sigue trabajando igual que cuando tenía 14 porque piensa que es la forma de educarnos a los demás. Cuando hago lo que hago y digo lo que digo no pretendo demostrar nada. Es una cuestión de supervivencia, y cada uno sobrevive como puede. A mí escribir me ha dado la vida.
-¿No teme mostrarse vulnerable?
-¿Tú crees? Yo creo que no. Cuando me propusieron contar esta historia, pensé: «Si me hubiesen dicho alguna de estas cosas, seguramente algunas las hubiese solucionado mucho antes». Sin pretensión de ser un libro de autoayuda, estoy convencido de que mi historia es la de muchísimas personas que han pasado por situaciones parecidas, pero que tampoco encuentran respuestas a sus preguntas. Las respuestas que hay en este libro no son mías, son de profesionales que tienen un criterio sólido y contrastado, y pueden servirle a mucha gente.
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-Afirma en el libro que está en proceso de dominar el ego. ¿Cómo lo lleva?
-El ego es una cosa que a todo el mundo le afecta de una forma u otra, pero creo que puedo presumir de estar bastante apegado al suelo, probablemente porque las circunstancias de mi vida no me lo han puesto muy fácil. Todas las mañanas intento ser consciente de quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy. Son preguntas fáciles que me hago todos los días.
-De fáciles no tienen nada.
-Para mí sí lo son, porque tengo un hijo de dieciocho años al que hay que explicarle todos los días quién es, hacia dónde va y de dónde viene porque es muy jovencito, porque tiene muchas cosas que hacer y que aprender y porque le ha tocado vivir en una posición que, a lo mejor, no hubiese elegido.
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