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Cada Navidad, ha escrito un relato que enviaba a «un puñado de amigos» isabel wagemann/ical
Pablo Andrés Escapa reivindica la magia y la maravilla que envuelve la Navidad en su libro de cuentos 'Herencias del invierno'

Pablo Andrés Escapa reivindica la magia y la maravilla que envuelve la Navidad en su libro de cuentos 'Herencias del invierno'

El escritor leonés reúne una decena de relatos que ha ido escribiendo desde hace 25 años por estas fiestas para sus amigos más cercanos, con ilustraciones de Lucie Duboeuf

César Combarros / ICAL

Domingo, 25 de diciembre 2022, 12:35

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Hace veinticinco años, la entonces directora de la Real Biblioteca, María Luisa López-Vidriero, encargó a Pablo Andrés Escapa (Villaseca de Laciana, 1964) escribir un cuento navideño para incluirlo en la revista 'Avisos' de la institución. El escritor leonés le cogió el gusto y desde entonces, cada Navidad, ha escrito un relato que enviaba a «un puñado de amigos» para transmitirles sus mejores deseos en estas fiestas. Ahora, 25 años después del comienzo de aquella tradición (una fecha que coincide con el día del nacimiento de Nuestro Señor), ha reunido una selección de una decena de esas historias en 'Herencias del invierno. Cuentos de Navidad' (Páginas de Espuma, 22 euros), un hermoso libro ilustrado «en oro y nieve» por la francesa Lucie Duboeuf, con el cual reivindica «lo maravilloso» y «lo milagroso» que envuelve unas fechas repletas de magia.

«Para mí la Navidad es un estado de ánimo marcado por una predisposición hacia la bonhomía; no hacía el buenismo o a la sensiblería, sino a la bondad verdadera, a lo mejor de la condición humana», señala. Así sucede, por ejemplo, en 'Ceniza', la historia que abre el volumen, donde dos pobres ladrones de poca monta necesitan un milagro que les redima, y lo encuentran no a través de un montoncito de oro que hallan sino de un cambio radical en su vida, cuando el primero adquiere habilidades lingüísticas desconocidas para él y su compañero se dota de una seguridad en sí mismo de la que carecía hasta entonces. «Los 'milagros' que se producen en el libro, que yo relaciono con la Navidad, tienen que ver con la posibilidad de que, en algún momento, se produzca una epifanía, un acontecimiento que nos transforme», explica.

En otra de las historias, 'Canción de cuna', Escapa escribe: «Y me vi de niño, oyendo un cuento de mi padre», en un íntimo guiño a la persona que está detrás ya no solo de estos cuentos navideños, sino de toda su vocación como cuentista. «Yo no puedo separar la Navidad del recuerdo de la voz de mi padre, narrando y contando historias. Era un gran contador de cuentos y en estas fechas siempre nos sorprendía. Ya no está con nosotros. La Navidad es un periodo muy propicio para las melancolías, tanto para las buenas como para las malas. Para mí es un periodo agridulce», señala.

De ahí el título del libro, 'Herencias del invierno', que alude a la tradición que de su padre recibió de contar cuentos en Navidad. «A esas herencias yo tengo que responder con coherencias, y mi coherencia es hacer un libro navideño que recoja ese tono. El mío no es un libro festivo, pero sí celebra el recuerdo emocionado de otros días, de otro tiempo, y esa pulsión que nos empuja a intentar ser mejores», detalla.

Como hilo común de los diez relatos que ha seleccionado entre los 25 que ha escrito desde hace cinco lustros, el autor explica que «hay una cierta intención por buscar los cuentos donde se pudiera percibir mejor el juego de voces y la tradición oral dentro del relato», además de que, en todos ellos, los protagonistas son «personajes humildes, desbordados por alguna situación que los transforma».

Para organizarlos, ha evitado el criterio cronológico de escritura para priorizar la temática e imponer un ritmo cadencioso de lectura, componiendo un mosaico que arranca el día de Nochebuena y concluye en día de Reyes, «de manera que uno, si lee la primera y la última frase del libro, puede completar el ciclo, ya que el libro arranca con un '¡Santas Noches! y se cierra con un «¡Han venido!».

Espacio para soñar

En el libro se vislumbran dos características presentes en muchos de los relatos. Por un lado está la familia como tema, «un elemento muy propio de la Navidad, propicio para los reencuentros y la recuperación de ciertos afectos que a veces se tienen algo abandonados». Por otra parte, varios de ellos transcurren en la duermevela, en un ambiente de ensoñación y de la posibilidad, donde todo es factible: «Hay una especie de nocturnidad en estos cuentos; muchos de ellos transcurren de noche, bajo las estrellas… Como el libro intenta ahondar en esa condición del misterio que hay en las navidades (no necesariamente del misterio sagrado ,sino del misterio de esa ilusión y la esperanza de que va a ocurrir algo especial), me parecía que eso se conciliaba mejor con los misterios de la noche y las posibilidades de las sombras que a plena luz del día, aunque en el libro hay tanto luces como sombras».

En la coda final del libro, a modo de colofón y «fuera de lo que es el terreno estricto de la ficción y la fábula», Escapa escribe: «No hay alba fija ni ocaso prescrito para soñar». Preguntado si este conjunto de relatos es una invitación para ello, la respuesta es afirmativa: «Siempre me ha parecido que la fantasía, la ensoñación y la necesidad de prodigios que tenemos trasciende a la mera literatura. Es decir, quien ande por el mundo sin algo de fantasía va peor y con menos equipaje que el que la lleva, y va a ver las cosas de una manera más ramplona que quien es capaz de trascender las circunstancias cotidianas y elevarse por encima de eso».

Por ello, subraya que «el libro es una invitación a estar un poco atentos a lo menos visible, que puede entrañar una posibilidad de promoción anímica y personal, de lo más grave de la condición humana». Esa realidad entronca a la perfección con la decisión de Lucie Duboeuf, la ilustradora francesa del volumen, de encabezar cada relato con pequeños objetos como una mecedora, una pipa, un espejo o una castaña... «Son objetos que tienen un sentido dentro del relato y que dan la pista de que lo pequeño, en estos cuentos, es anuncio de algo más grande después», explica el autor.

Sobre el trabajo de la ilustradora, a quien no ha conocido personalmente hasta tener ya impreso el libro, Escapa subraya estar «muy contento» porque considera que «ha conseguido reflejar muy bien con sus imágenes ese candor que hay en las historias, pero sin caer en sensiblerías ni edulcoramientos.

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