Un corazón incompleto para dos almas heridas
Estefanía González y Alfredo García unen sus dos grandes pasiones en un intercambio cultural entre poesía y música para completar la presentación del poemario 'Bonhomía Incompleta'
Los versos de un poema se cuelan entre la melodía improvisada de una guitarra. «Qué difícil es encontrar y qué difícil es ser encontrado. Qué superficial es la ignorancia inconsciente y qué poco valoramos la inocencia virgen» recita Estefanía González (León, 1994) mientras, junto a ella, Alfredo García (Villager de Laciana, 1993), guitarra en mano, acompaña sus versos con una melodía que se adapta a la cadencia de su voz.
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Sentados el uno junto al otro en el patio de una casa en Grulleros, comparten sus dos grandes pasiones, la poesía y la música, en un experimento que les saca a ambos de su zona de confort. A ella, dándole un impulso más con la presentación de su nuevo poemario, 'Bonhomía Incompleta' (Talón de Aquiles, 2025) y a él, mostrando una sensibilidad y una transparencia que pocas veces deja mostrar escondido tras esos tatuajes.
Se conocieron trabajando en Alfaem y la conexión fue inmediata: «Me enteré que tocaba la guitarra, que cantaba y me gustó. Además, me siento muy identificada en muchas cosas con él porque me parece una persona muy sensible y muy trasparente, entonces se lo propuse», explica Estefanía, sobre la propuesta de acompañar sus versos con las melodías de Alfredo durante la presentación del libro. «Y yo me dejé arrastrar», matiza él.
«Hemos visto que cuando yo estoy leyendo y él ya empieza a tocar, es como que se relaja y le empiezan a salir ya estribillos a raíz de ahí» comenta Estefanía. «Al final es acoplar un poco canciones que tengo yo ya escritas para que cuadren con ello», continúa Alfredo.
Una unión que se podrá ver y sentir este jueves 26 de junio en la librería Literatessen (Calle Santisteban y Osorio, 4) de León a partir de las 20:15 cuando Snia y Fre García (sus nombres artísticos) se suban a un escenario y desgranen varios poemas de 'Bonhomía Incompleta' delante de un público que descubrirá una experiencia vital recogida en 13 capítulos.
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«Surgió la oportunidad de presentar un manuscrito a una editorial que trabaja con poesía contemporánea, lo envié y me seleccionaron unos textos que ya tenía escritos desde la pandemia, pero no estructurados», dice esta fiel seguidora del compositor Rayden, del que se reconoce seguidora: «Todo lo que escribe él me gusta y me puse a leerlo. Vi que hablaba de temas que me gustaban y que puedes expresar tus emociones o hacer críticas sociales a través de algo más estético», recordando que las referencias poéticas que ella conocía eran Machado o Bécquer: «Lo que nos enseñaban en el colegio o el instituto».
Un viaje por todas las etapas de la vida
Y así nació 'Bonhomía Incompleta' un poemario de 13 capítulos en los que Estefanía hace un viaje por la vida, «desde la inocencia que tenemos en la infancia, pasando por un autoconocimiento, por una adolescencia con sus coherencias e incoherencias, hasta llegar a la muerte, que es el último capítulo».
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La portada del libro también representa lo que se puede extraer del interior. Un corazón imperfecto, con grietas y heridas, una vida llena de obstáculos y oportunidades en la que, reconoce la autora, es inevitable cometer errores: «Aunque intentes ser bueno en la vida o hacer las cosas bien siempre vas a fallar o vas a hacer daño a alguien, aunque sea inconscientemente. Todos tenemos heridas, todos hemos sufrido y todos somos imperfectos».
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La música como curación
Y al otro lado se encuentra Alfredo, un lacianiego al que el gusanillo por la música le llegó gracias a un profesor del instituto que le ponía a los Beatles o Extremoduro, y que aprendió todo lo que ahora sabe de manera autodidacta hasta llegar a formar parte de varias bandas: «Siendo más joven tocaba bastante por la zona de Villablino, tuve algún grupete, pero lo dejé parado durante más o menos cinco años y ahora me ha vuelto a picar el gusanillo. Cuando te desconectas de la música es muy complicado volver, pero ahí estamos ahora poco a poco empezando otra vez», reconoce García.
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Un tiempo en el que su sensibilidad nunca le ha abandonado. Sus vivencias personales o las historias que escucha en la calle han sido su fuente de inspiración: «También le das pinceladas de imaginación, pero de base sí son cosas que tú ves en tu día a día. Yo voy por ahí, veo algo y lo escribo en una nota y luego sobre eso voy creando».
Una bonhomía, unos corazones incompletos, unos versos libres y una melodía improvisada en un viaje por las emociones y las vivencias de estos dos artistas que, desde ahora, darán mucho de qué hablar.
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