El fin de las torres y la misión cumplida durante su vida útil, un vídeo para el recuerdo
Las torres tenían una altura de aproximadamente 100 metros y su diámetro en la base era de 73 metros | En conjunto, su forma hipérboloide representaba un volumen de unos 220.000 metros cúbicos y un peso de más de 9.000 toneladas cada una
Naturgy ha realizado con éxito la voladura controlada de las torres de refrigeración de la central térmica de La Robla, tras varias semanas de preparación.
Las torres tenían una altura de aproximadamente 100 metros y su diámetro en la base era de 73 metros. En conjunto, su forma hiperboloide representaba un volumen de unos 220.000 metros cúbicos y un peso de más de 9.000 toneladas cada una.
Para su derribo se ha utilizado la técnica de la fulminación, por la cual se han desplomado sobre su vertical con un ligero vuelco pero sin efecto de basculamiento, con el fin de agrupar hacia ese lado todos los escombros.
Trabajos de debilitamiento
Tras los correspondientes cálculos de estabilidad, se han practicado trabajos de debilitamiento y, en el momento del disparo, las cargas explosivas han fragmentado los pilares de apoyo haciendo que las construcciones perdieran su equilibrio y colapsasen por su propio peso.
El tiempo que ha transcurrido desde el momento del disparo hasta que la estructura se ha encontrado en el suelo ha sido de unos cinco segundos.
En total se han utilizado 182 kilos de dinamita. La tecnología utilizada (detonadores electrónicos) ha permitido controlar la continuidad de la cadena pirotécnica hasta el momento del disparo.
La misión
La función de las torres era enfriar el agua de refrigeración necesaria para la operación de la central, que llegaba con unos 45-50ºC a su parte inferior.
Se distribuía mediante una red de canales y tuberías, cayendo a través de un «relleno» constituido por láminas verticales, con un pequeño espacio de separación entre ellas.
Las balsas
De este modo se conseguía una gran superficie de contacto con el aire que entraba por la parte inferior de la torre, provocando el enfriamiento del agua por la evaporación de una pequeña cantidad, en torno al 1-2%, lo que provocaba también la característica «nube» de vapor que salía por la parte superior de la torre.
El agua fría se recogía en una balsa situada bajo la torre con una temperatura cercana a la ambiental, siendo desde allí enviada nuevamente a la instalación.
La función de la lámina de hormigón era proporcionar el tiro necesario para producir la circulación de aire a través del relleno, a modo de chimenea.
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