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Iglesia de Santa María de Tábara, donde está el centro de interpretación de los beatos. A. P.
La cara irreconocible del cura de Tábara

La cara irreconocible del cura de Tábara

Los vecinos del municipio zamorano en el que Ramos Gordón fue sacerdote durante 26 años recuerdan al condenado por abusos sexuales como «una gran persona, comprometida con el pueblo»

Alicia Pérez

Zamora

Domingo, 23 de septiembre 2018, 10:24

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El último día que José Manuel, como se conocía en Tábara a José Manuel Ramos Gordón, estuvo en el municipio zamorano recibió un homenaje por sus 26 años de servicio en el pueblo y en seis de alrededor, Escober, San Martín, Sesnández, Riofrío, Pozuelo y Moreruela. Fue un acto sencillo, al que asistieron unas 300 personas, con una misa en la que se le entregó un pergamino de agradecimiento por su labor pastoral durante 26 años y una comida de catering en la que cada comensal pagó 7 euros.

Era octubre de 2016 y los tabareses desconocían la razón real de su marcha en el mes de julio, creían que lo trasladaban para ocuparse de otros menesteres y querían rendirle un homenaje. Meses después, los vecinos del pueblo de 900 habitantes conocían que había sido apartado por el Obispado de Astorga por abusos sexuales sobre varios menores cuando era profesor en el Seminario Menor de La Bañeza. Aún hoy, cuando ya se le ha impuesto una segunda condena por abusos sexuales a otro menor en el colegio Juan XXIII de Puebla de Sanabria, los vecinos siguen sin reconocer a quien fue su cura en el hombre que ha sido condenado a una privación del ejercicio público del ministerio sacerdotal durante diez años.

José Manuel Ramos Gordón nació en Vegellina de Órbigo (León) y fue nombrado párroco de Tábara en 1990, cuando llegó al pueblo zamorano procedente del Seminario Menor de La Bañeza. «En el tiempo que estuvo aquí fue una gran persona, una persona comprometida con el pueblo, con la comarca, trabajador, ayudando, nunca hubo un problema de ningún tipo. La gente lo añora y es lo que recordamos», explica el alcalde, José Ramos San Primitivo, quien asegura que para el pueblo ya era un tema olvidado y que cuanto antes se pase página, mejor.

Es la sensación generalizada que hay en la localidad, donde los vecinos hablan de Ramos Gordón y de su etapa en el pueblo como una persona querida y valorada. «Aquí no vas a encontrar a nadie que te hable mal de él», advierte una vecina de mediana edad. Muchos tabareses ni siquiera quieren hablar sobre el caso y los que lo hacen prefieren no ser identificados. Al ser preguntada, una vecina alza la voz en la calle indignada. «Dijeron que lo trasladaban a un trabajo mejor, vamos, y hacérselo a niños. A él se lo tenían que hacer, es lo que merece y colgado de la torre», exclama y asegura, aunque no hace falta, que está enfadada. Otra señora con la que hablaba explica que en Tábara, José Manuel Ramos Gordón «no dio nada que decir, aquí se portó muy bien».

Sorprendidos

«Es un cura con el que estábamos generalmente encantados, le hicieron un homenaje y todo», recuerda esta vecina reconociendo que en el pueblo les sorprendió la noticia. «Se portó aquí muy bien, ha hecho muchas cosas por el pueblo, arregló la iglesia y se portó de maravilla». Habla de él como un hombre muy simpático y muy amable con todo el mundo, «respetuoso con la gente y trabajador», aunque reconoce que lo que ha hecho «ha estado muy mal y es una mancha muy grande».

Era habitual ver a José Manuel por el pueblo. Era uno más. Hablaba con unos y con otros, iba a tomar café al bar después de comer e incluso entre algunos vecinos existían pequeñas rencillas por invitar al cura a comer o a cenar a casa y contar con su presencia en la mesa. Había un trato muy fluido y personal con los habitantes del pueblo y le gustaba relacionarse con ellos.

Ramos Gordón residía en la casa parroquial situada en la Plaza Mayor de Tábara, que está presidida por el monumento al poeta tabarés León Felipe. Es una casa grande de nueva construcción y con la fachada de piedra. Hasta su arreglo por el Obispado de Astorga, el sacerdote vivió unos años en el pueblo en un piso de alquiler. Recibía frecuentemente las visitas de una hermana y de vez en cuando, las del resto de sus hermanos.

«Lo que hizo él antes lo ignorábamos y hoy día decimos que es increíble que lo hiciera», afirma otra vecina que pasea junto a su esposo. Asegura que les sorprendió muchísimo la noticia. «Será verdad en cuanto los periódicos lo traen, pero la gente se ha quedado sorprendidísima». Enumera que el sacerdote puso calefacción y aire acondicionado en la iglesia y restauró santos, siempre aportando las cuentas a los vecinos de las diferentes actuaciones. «Era muy legal para eso», señala el hombre, «como sacerdote aquí fue bueno, muy agradable y se portó bien».

Otra vecina explica que para ella era buen sacerdote, pero que lo que hizo «no tiene perdón de Dios». «Me pongo en el lugar de la familia de esos chicos y se me pone la carne de gallina, pero aquí, como cura para el pueblo, toda la gente dice que fue buen sacerdote», afirma.

Las huellas que ha dejado en la localidad son muchas, según explica el alcalde. «Estaba muy preocupado de la gente de Tábara y al que tenía alguna necesidad le intentaba ayudar no solo espiritualmente, que era su labor, también si tenía necesidades incluso económicas».

Fue promotor de la restauración de las iglesias de la comarca, «que estaban en un estado lamentable», y en el municipio de cabecera también impulsó la restauración de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, donde decidió que se habilitara la cripta que hay debajo del altar mayor, «que era un lodazal».

Pero si por algo se reconoce al condenado por abusos sexuales a menores es porque fue el impulsor del movimiento creado en torno al Beato de Tábara y de la creación del Centro de Interpretación de Los Beatos. Licenciado en Geografía e Historia, Ramos Gordón se interesó por el tema desde su llegada al pueblo, «cuando nosotros no teníamos ni idea del valor que tenía todo esto», recuerda José Ramos San Primitivo, alcalde desde hace 23 años.

«Un día me dijo que en Tábara teníamos un potencial enorme y me explicó lo que eran los Beatos, que se hicieron aquí y que creía que teníamos que trabajar en el tema. Fue el impulsor del Centro de Interpretación y de dar a conocer las exposiciones», recuerda el regidor sobre el trabajo desarrollado desde el año 1999 para dar a conocer la existencia en el siglo X del scriptorium del antiguo Monasterio de San Salvador de Tábara como uno de los centros de escritura más importantes de España y la elaboración en él del Beato de Tábara.

Cuando los vecinos se enteraron de los abusos sexuales cometidos a menores hace 35 años no les cabía en la cabeza. «Aquí ha sido todo lo contrario, una persona amable, simpática, agradecida, de visitar al enfermo en casa, de pasear, de charlar con uno, con otro, contarle tus problemas», describe el regidor. «Al principio te quedas sorprendido. Es más, si él no lo reconoce como lo reconoció, todavía seguiríamos dudando de si era verdad», afirma.

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