La joven melodía leonesa de Samuel que guía los pendones en La Virgen
Con solo 17 años, lleva cuatro entonando con su saxofón las marchas más típicas del cancionero leonés por San Froilán | Cursa grado superior en el Conservatorio de Oviedo y tiene claro su futuro: «De pequeño no me paraba a ver camiones ni dinosarios, lo hacía en escaparates con instrumentos»
Fue, un año más, el sonido que acompañó a carros y pendones en la subida a La Virgen. Desde su casa, el joven Samuel Arias Domínguez, de 17 años, volvió a enfundarse el saxofón, como ha hecho los últimos 5 de octubre, para entonar un repertorio muy leonés.
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No faltaron el 'Todos somos de León', el 'Himno a León' o 'A la luz del cigarro'. Todas ellas en bucle, mientras la comitiva avanzaba hacia el Santuario. «Pasa todo el rato gente nueva y voy repitiéndolas»
Era la cuarta ocasión que se asomaba a su balcón para dar la bienvenida a la romería. Los pendoneros suelen ir a los suyo, pero las comitivas que acompañan «me saludan y me dan las gracias y se paran».
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Toca estas canciones de oído para adaptarlas al saxofón, utilizando únicamente la base musical. Y es que siempre le ha atraído la música tradicional leonesa, y el folclore en general: desde el chotis de Madrid al flamenco andaluz, pasando por la galaica y asturiana.
Su historia le aleja del típico niño que con siete años se apasiona por algo. Mientras algunos lo hacen con los juguetes, a él ya le llamaba la música. Desde pequeño mostró que le gustaba, a pesar de no tener a nadie en la familia con dotes musicales, y cuando pasaba por una tienda de juguetes «no me fijaba ni en coches ni en dinosaurios, me paraba en los escaparates donde había instrumentos».
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Una pasión desde niño
Tal era su pasión, que sus padres empezaron a moverse para que el pequeño Samuel Arias empezara a recorrer su camino. Con 7 años fue a hacer las pruebas del Conservatorio de León y «de casualidad» acabó con el saxo, que no era su primera opción. «Quería piano, pero no sacaron ninguna plaza ese año. Me quedé con saxofón y me he enamorado de él». Y tras el bachillerato artístico, su camino no se ha detenido. De los 40 que hicieron el grado medio, solo ocho han seguido al superior. Ahora está en el Conservatorio Superior de Música del Principado de Asturias donde se acaba de ir a vivir. Allí hace primero de interpretación de saxofoón y grado medio de piano; el próximo año lo intentará con pedagogía de saxofón».
En León tiene la referencia de Román González, que ha tocado con Café Quijano; y como artistas de vanguardia a Rodrigo Cuevas y Rozalén. Todo ello con un instrumento cuyo repertorio es «muy moderno», dirigido hacia el jazz y el pop, dejando el lado clásico para grandes piezas como el Concierto Glazunov, «la joya de la corona», que preside su habitación repleta de instrumentos y notas musicales, incluida una vieja guitarra de su padre.
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Tiene claro que su pasión por la música le puede llevar a vivir de ella; sin embargo, eso le puede dejar sin su otra pasión: la de salir cada 5 de octubre al balcón y entonar aquello de 'Todos somos de León'. «Me encantaría seguir haciéndolo, pero el año que viene San Froilán cae entre semana y yo estoy en Oviedo. Me da mucha pena; intentaré escaparme», confiesa.
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