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Le Pen, tras conocer los resultados.
El mal menor

El mal menor

Diego Carcedo

Domingo, 23 de abril 2017, 21:20

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Media Francia y el resto de los demócratas europeos empezaron a respirar tranquilos cuando se conocieron los primeros, y por lo tanto todavía provisionales, resultados de las elecciones en el país vecino. Inquieta, por supuesto, que Marine Le Pen, una candidata xenófoba, filo nazi, anti europeísta y usufructuaria de las simpatías de Donald Trump y Vladimir Putin haya conseguido acceder a la segunda vuelta en la disputa por la Presidencia de uno de los países más importantes de la UE aunque sin haber conseguido su objetivo de ser la candidata más votada. Pero en medio de tantas preocupaciones como había creado la incertidumbre sobre el otro aspirante llamado a competir con ella en la segunda vuelta, que sea Emmanuel Macron, el candidato más centrado, menos lastrado por su pasado y acomodado a las exigencias de un futuro democrático de unidad para el Continente, es tranquilizante.

Aunque en políticas nunca hay que descartar sorpresas, el resultado de esta primera ronda tranquiliza porque Le Pen competirá pero no ganará. El aislamiento en que se mantiene la extrema derecha, que con tanta persistencia vota a su partido desde hace años, anticipa que llegado el momento final, el siete de mayo, la convertirá en perdedora. La sensatez política y el compromiso democrático anticipan que el resto de los votantes, que esta vez se dispersaron entre los otros nueve candidatos, serán para Macron, que hoy suma además la condición de vencedor. Es una buena noticia para Francia, que seguirá en su tradición de país de libertades y para la Europa que desea continuar adelante, unida en el proceso de Integración iniciado hace seis décadas.

Las votaciones discurrieron con tranquilidad aunque bajo la sombra de la amenaza del terrorismo yihadista y con la anormalidad de celebrarse con el país en estado de emergencia. Los resultados ofrecen la novedad de ser la primera en que los dos partidos que se venían alternando en el poder, Socialistas y Republicanos, se han quedado fuera. El conservador François Fillon, lastrado por el escándalo de sus favores familiares como parlamentario, se ha quedado fuera a bastante distancia de Le Pen y aún más de Macron. Le queda el triste consuelo de la debacle del que siguiendo la tradición tendría que haber sido su principal adversario, el socialista Benoit Hamon. Ambos han anunciado ya su apoyo a Maxcron. El descalabro de Hamon ratifica el mal final de la Presidencia de Hollande y acentúa la crisis global del socialismo en Europa. El populista Jean-Luc Melenchon consiguió el sorpaso, pero lejos de los sueños de sus seguidores.

En líneas generales hay que decir que la campaña, en la que se implicaron once candidatos, fue confusa. El miedo al terrorismo que alberga la sociedad francesa, estuvo presente en todo momento y restó al debate la atención de otros problemas sociales, económicos e institucionales. Las elecciones se celebraron bajo triple temor de la mayoría, a un nuevo golpe yihadista, a los ataques cibernéticos que se han convertido en una nueva amenaza para la pulcritud del ejercicio de la democracia y a que la segunda vuelta se tuviese decidir entre los candidatos extremistas y antisistema. En principio la convocatoria del siete de mayo se vislumbra sin tanta inquietud.

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