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Cristiano celebra su tercer gol.
Cristiano agranda su leyenda y la del Bernabéu
Cuartos de final | Ida

Cristiano agranda su leyenda y la del Bernabéu

Un triplete del portugués selló la remontada y destrozó a los lobos del Wolfsburgo, muy asustados en el Bernabéu

Ignacio Tylko

Martes, 12 de abril 2016, 09:41

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Será una noche mágica, vaticinó Cristiano Ronaldo en los medios oficiales del club en vísperas de la remontada, una más en la gran historia del club más laureado del planeta. Criticado este curso por muchos y quizá lejos de su mejor versión, el crack de Madeira es aún capaz de resolver los problemas de su equipo y de conducirle a su sexta semifinal consecutiva en la Champions.

Es indudable que el Real Madrid es muy superior al inexperto y limitado Wolfsburgo. Y que el 2-0 de la ida fue tan engañoso como superable al calor del hogar. Pero fue Cristiano el que demostró que marca en los partidos importantes y en momentos clave. La presión no existe para él, capaz de anotar en boca de gol, de gran testarazo y de falta.

Su triplete destrozó a los alemanes, equipo con buen toque pero sin chispa ni mordiente. Ya anota 16 dianas en esta Champions, a una de su récord en el año de la décima. Igualó la contienda con dos tantos casi seguidos en el tramo inicial y selló la remontada cuando sus compañeros mostraban signos de cansancio y los lobos amenazaban.

Zidane cumplía 100 días como técnico en el Real Madrid y lo celebró a lo grande. Le faltan experiencia, bagaje estratégico y cintura táctica, pero sabe bien cómo se cuecen estas noches europeas en el Bernabéu. Estuvo de hecho el hoy técnico francés en la última remontada, aunque entonces, en abril de 2002, era un exiguo 2-1 adverso ante el Bayern camino de la novena.

Para empezar, Zizou no reincidió en el grave error de la ida y alistó a los once triunfadores en el clásico. La presencia de Carvajal en lugar de Danilo era clave porque el canterano es más disciplinado y ordenado y está mejor dotado para el ataque y la defensa. Cerró bien su banda y de sus botas nacieron los dos primeros goles de Cristiano.

Buena gestión

Para continuar, acertó en la gestión de los primeros minutos, fundamentales en estas noches. El Madrid salió a escena sin volverse loco, ni dejarse llevar por un ambiente caldeado, pero muy seguro, firme y dominante. Se trataba de asustar a los inexpertos alemanes con una presión bastante alta, pero con la cabeza fría y sin perder el equilibrio.

La mayor calidad y la enorme pegada de los blancos podría devolver la eliminatoria a la normalidad en un pispás. Un cabezazo de Ramos que golpeó en la parte superior del travesaño atemorizó a los cinco minutos a los de Hecking, fallones y poco contundentes atrás. Trataban de defender con la zaga adelantada y las líneas muy juntas, pero arriesgaban y regalaban el balón porque se lo quitaban de encima.

La presencia casi como segundo lateral de Draxler, retirado por lesión a la media hora, era sintomática de los temblores germanos. Sus ayudas a Rodríguez, empero, no evitaron la primera y decidida incorporación de Carvajal, cuyo mal centro se lo comieron los centrales antes de que el Cristiano rematase a placer. El luso se llevó el dedo a la sien. Ante todo, mucha calma.

Sólo dos minutos después, una acción parecida, aunque en ese caso el gran centro de Carvajal fue desviado a córner, preludió el segundo. Kroos sacó de esquina y Cristiano dibujó un cabezazo espléndido. En poco más de un cuarto de hora, la eliminatoria estaba igualada. Y el Bernabéu definitivamente encendido.

Modo 'stand by'

A partir de ahí, el Madrid se puso en modo 'stand by'. Dio varios pasos atrás y permitió crecer al Wolfsburgo, que comenzó a tocar más y a gobernar el centro del campo. Un tiro lejano de Luiz Gustavo, desviado por el atento Keylor Navas, y una maniobra de Bruno Henrique, mal ejecutada pero peligrosa, avisaron a los madridistas del riesgo de confundir el control de las emociones con la calma chicha. Menos mal que en esos minutos Casemiro ejercía de chico para todo.

Aceleró de nuevo el Madrid en el inicio de la segunda mitad. Era clave Benzema para sacar a los centrales de su zona y facilitar las llegadas de sus compañeros. En cuanto les presionaban, los de la Baja Sajonia se asustaban. Ramos tuvo el tercero, pero su cabezazo se fue al poste y a las manos de Benaglio.

Mediada la segunda mitad, los blancos comenzaron a partirse porque los de arriba ya no replegaban. Zidane tenía un problema. Su equipo necesitaba más frescura, pero para eso debía recolocar a su ejército y quitar a algún peso pesado. Esperó y le salió bien la apuesta. En una falta lejana, Cristiano la colocó con suavidad y completó la gran noche que el astro luso había previsto. El Madrid ya está de nuevo entre los cuatro mejores de Europa.

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