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ERIC EJARQUE
Cómo acertar con los regalos

Cómo acertar con los regalos

Algunos son un boleto casi directo al fracaso, evítalos a no ser que conozcas muy bien al destinatario

Sábado, 18 de diciembre 2021

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Ay, el arte de saber regalar... ¡al alcance de tan poca gente, aunque todos creamos que somos unos ases en el tema! Claro, por educación casi nadie se atreve a hacernos ver que nuestros obsequios les horripilan o decepcionan. Pero ¿tenemos nosotros la misma consideración hacia el prójimo cuando buscamos algo para regalar? La respuesta obvia es que sí, pero, entonces, ¿por qué metemos la pata tantas veces? «Un regalo es un 'don'. Y requiere pensar en el otro y, ante todo, mostrar que hay un interés», censura el psicólogo José Ramón Ubieto, quien considera que el poco acierto a la hora de regalar no deja de ser una falta de empatía, por un lado, o un alarde de dejadez suprema, que también es una posibilidad. ¿Quién no va siempre a tiro fijo, a por la típica corbata, calcetines, el perfume habitual del 'receptor' o una taza de desayuno (que nunca están de más)?

De este modo tratamos de 'matar' el estrés de buscar el regalo adecuado. Porque no todas las personas encajan bien esa misión. Hay gente a la que le causa ansiedad no saber qué regalar. Este es uno de los motivos por los que, a veces, hay familiares que prefieren dar dinero. «La falta de información es la causante de este sentimiento», advierte el neurocientífico Diego Redolar. «Al ser humano, cuando tiene que tomar una decisión, le gusta tener información de contexto. Si no la tiene, la corteza prefrontal se ve obligada a hacer un sobresfuerzo para decidir qué hacer, y esto puede generar ansiedad».

De hecho, algunos estudios indican que las expectativas que se generan pueden convertir los regalos en una experiencia estresante: cuando se da un regalo estamos en alerta y observamos si hay alguna pista que pueda indicar si la persona destinataria está satisfecha o no. Si no obtenemos la respuesta que esperábamos, como una sonrisa, es posible que nos decepcionemos. Del mismo modo, el destinatario se puede sentir coaccionado para mostrar satisfacción, incluso si es un regalo que no quiere. ¡Cuánta presión! Aunque no hay una fórmula mágica para acertar, he aquí unos apuntes sobre algunos de los obsequios más arriesgados.

  1. Una opción demasiado personal

    Perfumes

Cuanto más personal es un obsequio, mayor riesgo. Y los olores son nuestra 'marca', así que es raro que alguien acierte al 100% con nuestros gustos. Un olor que no te identifica o que directamente te asquea es algo que te desagrada llevar encima hasta puntos casi insoportables. «La venta de perfumes ha aumentado un 30 % en los últimos meses, debido al regreso a las oficinas, a la vuelta a la vida social y a las ganas de arreglarse. A ese aumento hay que unirle el incremento de ventas que tradicionalmente tienen los perfumes en estas fechas navideñas, que suele ser de un 20 %», indican los expertos de la compañía de comercio electrónico Nutritienda.com, que ha elaborado un catálogo para orientar a los despistados sobre qué aromas escoger según la personalidad del receptor del perfume. Frutales -sutiles y poco cargantes- para personas tímidas y coquetas, orientales para los más sensuales, amaderados para quienes quieren potenciar la masculinidad, dulces para casi todos los gustos...

  1. Sólo si no pones en un compromiso

    Libros

No hay nada más desagradable que tener que leerse un libro que nos parece un plomo o una basura por compromiso, por el simple hecho de que el 'regalador' nos vaya a preguntar que qué tal. Porque otra máxima para regalar bien es esta: no dar trabajo al receptor, ni requerirle un sacrificio. Por ejemplo, si le compras a alguien un libro para que aprenda a hacer yoga pero esa persona nunca ha manifestado interés..., le vas a 'obligar' a ponerse las pilas. Eso no es correcto. «Es meter la pata», indica Ubieto.

  1. En mi casa solo mando yo... ¿o no?

    Decoración

Seguro que alguna vez ha entrado en una casa y ha visto que la decoración es demasiado heterogénea, con objetos inconexos, difíciles de explicar. Como un cuadro bordado a punto de cruz en un salón vanguardista. Pues bien, detrás de esos desmanes suele haber mucho regalo que la gente se ve en el compromiso de colocar en su casa. Ocurre mucho con las manualidades de la abuela o de los críos. Volvemos a lo de siempre, a la tesis de Ubieto: hemos pensado en quedar bien nosotros, no en el receptor.

  1. Calcetines, corbatas, agenda...

    Los clásicos son el horror

«Es mejor regalarle a alguien una entrada para el cine o para un rocódromo, una 'experiencia'. Algo que no haya hecho antes y le sorprenda -apunta el psicólogo-. Esta elección implica acompañamiento, aprecio y favorece el vínculo». En este sentido, estçam surgiendo firmas que se centran en ofrecer experiencias. Una de ellas es Aladinia.com, que últimamente está teniendo mucho éxito en cuanto al tema de regalar viviencias. Según una encuesta realizada por la firma, ocho de cada diez españoles preferirían que les regalaran un bono con dinero para gastar en experiencias que los típicos regalos de Navidad. Según esta consulta de la firma los ciudadanos haremos en estas fechas una media de seis obsequios y nuestra pareja y nuestros hijos son en quienes más gastaremos. ¿Les gustarán? Según su dossier, al 48 % no, aunque la mayoría se callarán y fingirán. «Solo cuatro de cada diez no devuelven ningún regalo», desvelan desde la web de experciencias.

A los humanos y a los primates nos encantan los obsequios

«Cuando recibimos un regalo hay un doble beneficio: se activan las regiones del placer de nuestro cerebro (sistema neuronal del refuerzo) y también nuestro cerebro más emocional», explica Diego Redolar, neurocientífico y profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. «A los seres humanos y a los primates nos gusta mucho sentir que alguien se ha preocupado por nosotros», recalca.

Pero recibir como regalo un objeto o una experiencia no produce el mismo impacto en la memoria de una persona. «Las cosas materiales se olvidan más rápidamente. Normalmente, una experiencia corresponde a una memoria episódica que tiene más connotación emocional», señala Redolar.

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