El silencio ha sido palpable esta tarde leonesa donde solo el tambor marcaba el ritmo de unos cofrades que rezaban el Credo de los Apóstoles mientras golpeaban con sus horquetas el suelo.

El sonido de las Horquetas se impone en el Silencio

La Cofradía Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio ha puesto en la calle de este Miércoles Santo la muerte de Cristo velado por los hermanos crucíferos

Leonoticias

León

Miércoles, 5 de abril 2023, 21:08

Es Miércoles Santo y León ya está preparado para una tarde noche de recogimiento y silencio. La Cofradía Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio abre las puertas de la iglesia conventual de San Francisco el Real para poner en la calle la plasticidad de la Expiración de Jesucristo, su silencio roto así como el agradecimiento, dolor y entrega de los hermanos crucíferos.

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Vestidos de blanco y morado, manteniendo su esencia de religiosidad, los hermanos cofrades han puesto en las calles de León esta procesión intimista cuyo silencio se ha respetado por los cientos de feligreses que se agolpaban en las aceras a su paso.

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Vestidos de blanco y morado, manteniendo su esencia de religiosidad, los hermanos cofrades han puesto en las calles de León esta procesión intimista.

En primer lugar procesionaba Jesús de Medinaceli, obra de Francisco Asorey e inspirada en la imagen madrileña, evocando el momento de su Pasión cuando Pilatos lo presenta al pueblo. Un cristo prendido, coronado ya por las espinas como atributo de la Pasión y que de manera quieta es presentado ante el pueblo. Un cristo vestido de morado, el auténtico color del Nazareno.

Siguiendo su estela y portado por los hermanos, el Santísimo Cristo de la Expiración atribuido a Rafael García Irurozqui y que data de mediados del siglo XX. Un cristo crucificado justo después de pronunciarse con sus últimas palabras: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas 23:46).

Silencio

El silencio ha sido palpable esta tarde leonesa donde solo el tambor marcaba el ritmo de unos cofrades que rezaban el Credo de los Apóstoles mientras golpeaban con sus horquetas el suelo en una procesión cuyo sonido se vuelve tangible para abrazar el alma.

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Entre los papones destacaba el numeroso grupo de crucíferos portando cruces penitenciales. Sus promesas y peticiones se han dejado ver en un caminar descalzo y sordo, donde nadie conoce cuál es su razón para portar estas cruces como petición o agradecimiento.

Salve

Así ha discurrido esta Miércoles Santo, con un recorrido que atraviesa el corazón de la ciudad en una procesión callada y sobria que recuerda tiempos del pasado y donde el silencio ha imperado en casi todo el recorrido hasta llegar a la plaza de la Inmaculada donde tiene lugar el rezo comunitario a la Salve.

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