Una Ronda más allá de Viernes Santo

Y volvió a nacer Viernes Santo aunque fuera sábado y septiembre. Y volvieron los hermanitos a recordarle a la ciudad que ya es hora de acudir a la procesión.

Jesús volvió a despertar a León a toque de esquila, tambor y clarín. San Marcelo rememoró uno de esos actos que paran el tiempo cada Semana Santa en esas noches en las que la luna llena brilla de forma especial.

El Encuentro Nacional de Cofradías ha celebrado un acto extraordinario de 'La Ronda' de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno. Ha sido tal la expectación por este acto que ha reunido más público que el propio Viernes Santo.

Los sonidos han cabalgado uno tras otro, una y otra vez, hasta que la voz solemne se alzó entre la empedrada plaza para entonar aquello del «levantaos hermanitos de Jesús, que ya es hora».

Los aplausos hicieron el resto en una noche que no será de ronda por León ni acabará a las puertas de Santa Nonia, pero sí ha sido llamada de atención para que el León paponil acuda en masa este sábado a la procesión magna 'Passio Legionensis' que partirá desde el Palacio de Exposiciones con 22 pasos y 5.000 cofrades a sus pies.

Previamente, el coronel Julio Andrés Gutiérrez, jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en León, pronunció su alocución en la que recordó que «desde 1611, la Ronda existe, en el mismo nacimiento de la cofradía que abandera. Por esa larga tradición y significado es uno de los actos más importantes y referente de la Semana Santa», explicó a los asistentes..

En su intervención, Gutiérrez ensalzó «si lo pensamos bien, porque hoy no va a ser Viernes Santo, si todos los días debemos recordar lo que el hombre Dios dio por nosotros» e invitó a «hermanitos de Jesús: salid, recorred la ciudad con esquila, clarín y tambor y voz descarnada de dolor. Id despertando a recordar el regalo que Jesús nos dio».

Tras el reglamentario 'Padre Nuestro' se dio paso al toque de ronda. No fue el único, ya que los inscritos al Encuentro Nacional tuvieron acceso exclusivo a un segundo toque, en el Palacio Episcopal, donde junto al obispo pudieron compartir la tradicional 'parva' -un orujo con pastas- para reponer fuerzas antes del gran día.

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